CIENCIA › DIALOGO CON EL INGENIERO AGRONOMO MARCELO CARMONA

Soja, lo que el viento se puede llevar

La soja, el principal cultivo argentino de hoy en día –que tiene sus inconvenientes a mediano plazo–, posee también un enemigo silencioso e invisible: la Roya, un hongo que ya hizo estragos en Brasil y Paraguay.

 Por Leonardo Moledo

Agronomía, biología, micología y bacteriología se combinan para enfrentar a un enemigo latente y pequeño que amenaza a la soja, que ya produjo estragos en Estados Unidos, Brasil, Australia y que llegó a nuestro país en 2001. Es un hongo que destruye la planta de soja, que reduce la producción a migajas y que encarece astronómicamente los cultivos, obligando a cargarlos con fungicidas especiales. Cosa que, en un país que es macroproductor de soja, no es poco decir. Justamente, el ingeniero agrónomo Marcelo Carmona dirige un proyecto de investigación de las facultades de Agronomía y Ciencias Exactas (UBA) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) cuyo extenso título, “Estrategias de manejo integrado para las enfermedades del cultivo de soja y cereales de invierno”, establece a las claras su principal objetivo: cuidar la soja, el principal cultivo del campo argentino en la actualidad.
–El cultivo de la soja en la Argentina es revolucionario. Rompió con barreras agrícolas y ahora se logra en lugares impensados, desde La Rioja hasta Tandil. Y la soja transgénica, además, permitió abaratar los costos. Incorpora un gen que la hace resistente al glifosfato, el principal producto con que se eliminan las malezas. Además, es apta para la siembra directa, sin remover los restos del cultivo anterior. Hoy se siembran con soja entre 12 y 14 millones de hectáreas en la Argentina. Pero la naturaleza siempre marca los límites.
–Cuente cuáles son esos límites.
–La soja produce una gran rentabilidad, y entonces, no se miden las consecuencias: y los problemas comienzan cuando no hay rotación de cultivos, que permiten la acumulación de enfermedades, sin hablar del peligro que para un país representa el monocultivo. Aparecen las llamadas enfermedades de fin de ciclo. Entre los distintos hongos y bacterias y los fungicidas que hay que usar para eliminarlos, hay una pérdida real estimada entre un 10 y un 30 por ciento. Y eso no es todo.
–¿Qué más?
–El principal peligro es potencial y se llama Roya asiática. Es un hongo que se originó en Japón hace más de un siglo pero recién llegó a Brasil y Paraguay en 2001. Desde ahí viene haciendo desastres. En la Argentina todavía no produjo daños significativos, pero es una amenaza que en cualquier momento se va a concretar.
–¿Y cómo se traslada?
–Con el viento. Las esporas sin livianas y secas, no pesan nada y se producen de a cientos de miles, porque se traslada con el viento.
–¿Y llegaron a la Argentina?
–En 2002 ya se habían visto señales en Misiones y a principios de 2004 también en Córdoba y en algunas partes de Buenos Aires. Por ahora no pasó a mayores.
–Cuente un poco el peligro que representa la Roya.
–Es un hongo pequeño y muy agresivo, que puede destruir hasta un 90 por ciento de la producción de la planta. Es fitopatógeno, parásito: se alimenta de lo que la misma planta produce por fotosíntesis. Y su capacidad de reproducción es altísima. Pero eso no es lo peor. La Roya asiática se disfraza, genera puntos grises, oscuros, que se asemejan a los de otras enfermedades parásitas, y para colmo, como crece en la oscuridad, se ubica sólo en el reverso de las hojas, justo en el lugar en que el productor no puede llegar a ver con facilidad. Lo cual hace muy difícil su detección.
–Que, por lo que usted cuenta, es un problema...
–El principal problema, ya que el productor debe alterar toda su rutina de inspección de los sembrados, debe revisar las plantas, dando vuelta las hojas, mirarlas con una lupa especial para ver si tiene el hongo.
–¿Y qué puede aportar la investigación que usted dirige?
–Estrategias de manejo integrado del problema. Lo principal es la capacitación del productor que siembra, enseñarle a ubicar el hongo y darle los instrumentos para hacerlo. Y continuar las investigaciones sobre la capacidad de reproducción del hongo en la Argentina, y como no puede ser estudiado en laboratorios, hay que investigarlo sobre el terreno; nuestros trabajos en Salta, Chaco y Santiago del Estero fueron los primeros en América del Sur en anticipar que este tipo de hongo se reproducía sexualmente. Y en tercer lugar, hay que seguir el estudio de los fungicidas, que por el momento constituyen la herramienta más accesible para el control de esta enfermedad. Probamos fungicidas y medimos su capacidad. Más el estudio más a fondo del hongo.
–Entonces, en principio, la Roya es controlable...
–Sí. El problema es el diagnóstico, no su control. El trabajo actualmente se enfoca a la predicción de los lugares de aparición de hongo. Nos preguntamos: ¿dónde sobrevive este hongo sin la soja? Y descubrimos que la Roya sobrevive en el kudzú, otra planta leguminosa que se siembra principalmente en Misiones y que crece todo el año, y apuntamos a descubrir cómo es el mecanismo de reproducción de la Roya en el kudzú y cuánto puede sobrevivir la espora reproductora. Y este invierno fue encontrada en las propias plantas de soja que crecen fuera de la estación normal del cultivo (primavera y verano), que son llamadas “soja guacha” y que por lo tanto el hongo se mantuvo a pesar del frío.
–¿Es un problema ya o sólo potencial?
–Tanto en Brasil como en Paraguay, la Roya hizo estragos. En Argentina por el momento no hay ese problema, pero siempre está la posibilidad. Aclaremos, además, que no somos el único programa científico que estudia este problema y que instituciones como el INTA también se ocupan de él. Pero quería incluir aquí el nombre de los integrantes del equipo.
–Adelante.
–Marcela Gally, ingeniera agrónoma; Pablo Grijalba, ingeniero agrónomo, de la Facultad de Agronomía; Silvia López, doctora en biología, de Ciencias Exactas, y Dora Barreto, ingeniera agrónoma del INTA Castelar, más pasantes, tesistas, de grado y de posgrado.
–Y usted.
–Y yo, Marcelo Carmona, ingeniero agrónomo. Profesor asociado de Fitopatología. Agronomía. UBA.
–Soplan vientos de soja, es hora de terminar esta nota.

Informe Pablo Castagnari.

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Marcelo Carmona: “El cultivo de la soja es revolucionario, pero no se miden las consecuencias”.
 
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