CIENCIA › HORACIO TIGNANELLI, ASTRONOMO

Con los ojos bien abiertos

Hace unos días, en San Luis, se inauguró un observatorio astronómico con instrumentos pretelescópicos. La idea es volver a mirar el cielo como hace 2000 años.

 Por Leonardo Moledo

Desde tiempos muy remotos, mucho antes de que Galileo y Harriot introdujeran el telescopio en la astronomía, la mirada se fijó en el cielo: en Babilonia, en Egipto, en Roma, se observó cuidadosamente a los astros-dioses que regían los asuntos terrenales; más tarde, la astronomía sirvió de punto de arranque a la revolución científica de los siglos XVI y XVII; en el siglo XX revolucionó la cosmología y fabricó el universo en expansión.

La observación astronómica es arcaica, pero creció al compás de la tecnología, y la sofisticación de los instrumentos (en especial el telescopio, y hoy los sistemas informáticos) fue transformando aquel arte primitivo de la mirada.

El Parque Astronómico de la ciudad de La Punta, en San Luis, inaugurado el miércoles pasado, intenta rescatar la observación de los primeros tiempos, con la propuesta de mirar el cielo a través de elementos de contemplación previos a la aparición del telescopio. Horacio Tignanelli, doctor en astronomía, es uno de los que concibió la idea de un observatorio “a ojos desnudos”, con los mismos instrumentos que utilizaron Hiparco, Tolomeo, Copérnico y Tycho Brahe.

–Bueno, entonces lo que usted hizo, con la Universidad de La Punta y el Complejo Astronómico el Leoncito, de San Juan, es tratar de mostrar el cielo como se veía hace unos 2000 años atrás.

–Algo así. Es un observatorio astronómico, pero sin telescopios. A ojos desnudos.

–Y con instrumentos muy antiguos.

–Anteriores al telescopio, sí.

–¿Originales? ¿Del mismo modo que se graba la música de Beethoven con instrumentos originales?

–La parte técnica está conservada intacta: a nivel práctico, los aparatos son idénticos, miden lo mismo, con la misma precisión, con la misma aproximación y con la misma utilidad que los antiguos. Pero hay un rasgo distintivo, y es que están concebidos desde el punto de vista artístico. No es la reproducción exacta del instrumento, sino la representación artística para que su uso, su visualización, su disfrute, no sea simplemente...

–Técnico.

–Claro, no sólo técnico, sino estético. La idea es que tenga un componente afectivo, creativo, que sea más motivacional que disciplinario. Educar a través del arte sin dejar de ser riguroso. Los instrumentos están hechos en base a los originales pero tratados desde una estética contemporánea. El tamaño es exactamente el mismo. De hecho, hasta se mantienen las mismas medidas de un instrumento que está recomendado en El almagesto, de Tolomeo, del siglo II.

–Lo que se busca, entonces, es atraer por un lado que no sea sólo científico.

–Tratamos de que los chicos –y los grandes– que vayan sepan la diferencia entre el original y el cambio estético.

–¿Quién construyó los instrumentos? Científicos...

–No, no. Están hechos por artesanos, ni siquiera por un luthier de instrumentos. Yo hice los diseños técnicos, la investigación y después se lo entregué a los artistas para que lo interpretaran libremente.

–O sea que trabajó el científico al lado del artista.

–Sí, pero sólo para darle las indicaciones técnicas sobre cuestiones específicas y que se respeten los originales.

–¿Todos los artistas son puntanos?

–Sí, y los operarios son puntanos.

–¿Y cómo son los instrumentos?

–La descripción tiene sus dificultades técnicas. Sin embargo, los instrumentos son terriblemente sencillos porque son atávicos. Tienen miles de años.

–Y sirven para ver la historia y la evolución de la astronomía.

–Sí, pero más que nada sirven para ver el cielo. Y ese es el objetivo principal del parque: el Solar de las Miradas, como lo llamamos acá, es, antes que nada, un observatorio.

–Astronómico.

–Desde ya. Cuando se inventa el telescopio el observatorio comienza a ser una habitación cerrada. Pero antes del telescopio, los observatorios eran abiertos: podía ir cualquiera y podía mirar el cielo.

–Es lo que tratan de rescatar.

–Sí. No es un museo para que los chicos aprendan, es para que observen el cielo tal como se lo observaba en la antigüedad. Después habrá un libro con toda la historia de los instrumentos, la historia de la astronomía pretelescópica. Pero el libro es para el visitante que quiere saber más de los instrumentos. Lo que debe hacer el visitante que vaya al solar es muy sencillo: mirar el cielo.

–Con ojos pretelescópicos.

–Con ojos. Y a través de 72 instrumentos muy simples. Hay cuatro instrumentos de Tycho Brahe que se montan por primera vez en el hemisferio sur. El observatorio implica que se juega con la mirada. Todo debe estar relacionado con lo que yo veo porque la astronomía es visual. El cielo es un concepto, pero es visible, y acá se materializa eso que se ve.

–¿Cómo se materializa?

–Por ejemplo, un objetivo didáctico es la “cúpula de cristal”: son cuatro postes de dos metros de altura, rodeados por diferentes aros que representan, entre otras cosas, meridianos y el Ecuador. Entonces uno se mete adentro de ese lugar, mira el cielo, y tiene proyectado, a través de esos aros, los sistemas de referencia.

–Parece sencillo.

–Lo es. Y sirve para poder ubicarse en el cielo: cualquier astro que se vea en ese momento es posicionado de acuerdo con los aros. Ese es un instrumento didáctico. Hay otro, la “rampa celeste”, que consiste en una planchuela, como una puerta, colocada inclinada, respecto del horizonte del lugar, con un escalón en la base inclinado según el Ecuador, y con una varilla que sale del centro y señala el polo.

–Bueno, en estos instrumentos se refleja la tradición astronómica europea.

–Claro. En realidad, todos los instrumentos son europeos, salvo uno, oriental, que lo puse justamente para decir que había astronomía también en oriente. Los instrumentos chinos no los podía poner, porque son demasiado grandes para la dimensión del solar.

–Pero están los mayas....

–No hicieron astronomía. Desarrollaron un gran estudio de los cielos, de los astros, pero no la astronomía. Este parque está enfocado desde la ciencia.

–¿Estudiar los cielos y los astros no es hacer astronomía?

–La astronomía es una ciencia. La ciencia tiene ciertas cuestiones epistémicas y de construcción y tiene una historia. Los mayas no participan de la historia de la ciencia, aunque sí participan de la historia del estudio y del conocimiento del cielo, que es otra cosa. La historia de la ciencia es judeocristiana, es europea.

Informe: Nicolás Olszevicki

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