CONTRATAPA

Un Día del Perdón nacional

Por Daniel Goldman *

La foto de tapa de Página/12 es la contratapa de la vergüenza nacional. Y esta imagen de hambre no solo se da en el sur de Tucumán; también otras provincias comienzan a retratarse de la misma manera. Hace pocos días me llamó por teléfono la directora de un establecimiento secundario de Moreno, provincia de Buenos Aires, pidiéndome que organizáramos desde la Comunidad Bet El una campaña para juntar zapatillas aunque sea rotas, porque sus alumnos caminan absolutamente descalzos, razón por la cual ya no vienen a la escuela “no a estudiar sino ni siquiera a comer”.
Frente a esta contratapa de vergüenza nacional todos aquellos que tenemos más que la pobrecita Dalía Rocío deberíamos preguntarnos si realmente vamos a seguir charlando acerca de la refundación del país, y esperar las políticas de ayuda externa y la dádiva de los banqueros que ya hace mucho perdieron la capacidad de escandalizarse, o comenzar a aplicar la ayuda a las ONGs cuya asistencia directa resulta mucho más eficaz que la del ruinoso y estúpidamente burocrático Estado. Aunque somos conscientes de que el asistencialismo no es la solución y que en algunos casos hasta legitima el modelo, ésta es una hora de emergencia.
Juntamente con esta ayuda les propongo a los lectores otra acción.
En la tradición judía existe el Día del Perdón. Es una jornada de introspección y ayuno en la que leemos la denuncia del profeta Isaías, quien dice que esa acción voluntaria carece de sentido si no nos conduce a compartir el pan con el hambriento, a abrir las puertas de nuestros hogares a los desprotegidos que solemos rechazar, a cubrir a los desnudos y a debilitar nuestro dedo amenazador.
Aquellos que experimentamos el ayuno del Día del Perdón año tras año, podemos dar testimonio de que las primeras horas de abstinencia pueden representar una purificación del cuerpo y del alma. Pero después de 20 horas, el ayuno se transforma en una dura carga que nos indica lo que significa no poder acceder a un pequeño mendrugo de pan. La sensación es desoladora y dolorosa. Pero en verdad no es tan dolorosa como la foto de Dalía Rocío. Porque mientras nosotros voluntariamente nos privamos de la comida, el ayuno de Dalía Rocío ya deja secuelas irreversibles como producto de la insensibilidad de esta sociedad y su dirigencia.
En un país en el que la polarización social aumenta cada vez más, empobreciendo a una mayoría y enriqueciendo a una ínfima minoría, creo que los argentinos deberíamos ahora adoptar la realización de un “Día del Perdón Nacional”, pero con características diferentes a las establecidas por el ritual judío. Propongo un “ayuno al revés”, en donde todas las instituciones sociales, iglesias, sinagogas, partidos políticos (y hasta los bancos, si lo hacen con sinceridad) en una jornada de gran introspección nacional organicemos en plazas y parques “un desayuno para todos” en el que ningún chico se quede sin comer, y donde nuestros maestros con guardapolvos blancos, símbolos de lo poco de dignidad que nos queda nos enseñen los principios de la Constitución nacional y la Declaración de los Derechos del Niño.
Se me ocurre que esta forma de protesta gigante podría inducirnos a exigir con mayor sensibilidad y responsabilidad a quienes todavía hacen caso omiso de esta situación, además de insuflar esperanzas a aquellos que sufren la injusticia de nutrirse sólo de promesas y palabras.

* Rabino de la Comunidad Bet El

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