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Ejemplo equivocado

Como un ejemplo de que los pueblos pueden equivocarse cuando eligen a sus mandantes, se oye o se lee con frecuencia que Adolf Hitler fue votado por la mayoría de la población alemana. Hace pocos días expresó esto por una radio el presidente del Colegio de Abogados de la Capital, doctor Roberto Durrié, quien como catedrático no debería exhibir liviandad en lo referido a la historia. No pretendo abordar el tema de la legitimidad de la voluntad mayoritaria de los pueblos sino aclarar algo que es falso. Hitler no ascendió al poder por el voto de la mayoría del pueblo germano. Fue nombrado canciller de Alemania por el presidente Paul von Hindenburg, quien empleó para ello la facultad que le otorgaba la Constitución redactada en Weimar. En las elecciones de noviembre de 1932, dos meses antes de su llegada al poder, el Partido Nazi obtuvo apenas el 33,56 por ciento de los votos. Más aún, siendo ya Hitler canciller, en las elecciones llevadas a cabo el 5 de marzo, bajo un clima de violenta intimidación hacia los otros partidos, obtuvo el 43,9 por ciento de los votos. Desde la primera elección libre en que se presentó, en mayo de 1928, hasta la última, en noviembre de 1932, el tristemente célebre Führer no llegó jamás al 50 por ciento del electorado.
Los pueblos quizás pueden equivocarse. Evitemos al menos equivocarnos cuando citamos a la historia.

Guillermo Pesce

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