CULTURA › SE PRESENTO LA REEDICION DE “LA PATAGONIA REBELDE”

“Es la obra de un gran justiciero”

Así definió Horacio González el monumental trabajo de Osvaldo Bayer, reeditado en un único tomo. El autor relató anécdotas de una investigación a la que dedicó gran parte de su vida.

 Por Karina Micheletto

Entre 1972 y 1974 se editaron los primeros tres tomos de Los vengadores de la Patagonia trágica, la rigurosa y exhaustiva investigación en la que Osvaldo Bayer denuncia la represión y la matanza de obreros en las huelgas patagónicas de 1921, un capítulo nunca aclarado en la historia argentina. Un cuarto tomo apareció en Alemania Federal, en 1978, porque tanto el autor como el editor debieron exiliarse después del golpe de Estado. Ahora, a 30 años de la publicación original de la obra y a 80 de la masacre en la que se calcula que murieron más de mil trabajadores rurales, se publica La Patagonia rebelde, una versión corregida y acotada del trabajo al que Bayer dedicó gran parte de su vida, y que aún hoy sigue formando parte de lo que el autor considera un deber: “Desenterrar verdades guardadas con el cerrojo de los intereses creados, y exponerlas en un lenguaje claro, para desnudar ante la historia a los verdugos que actúan desde el poder y reivindicar a los humillados y ofendidos”.
Leído a la luz de los años, el libro, al igual que la película de Héctor Olivera, que contó con el guión y la circunstancial actuación del escritor (ante la falta de actores, tuvo que encarnar a uno de los estancieros que se reúnen con el teniente coronel Varela, encargado de los fusilamientos) sigue develando cómo se sostienen las estructuras de poder en la Argentina. “Cuando encaré la investigación fui metiéndome en un mundo increíble, cada vez más adentro del ser humano. En ese momento vivían todos los protagonistas de la historia, menos los fusilados, así que pude entrevistar a los soldados, a los oficiales y estancieros, ya octogenarios, a los funcionarios policiales... Para mí fueron sorpresivas las reacciones de cada uno. Algunos querían explicarse, justificarse, para otros yo era el padre confesor que por fin llegaba a absolverlos”, relató el historiador, escritor y periodista durante la presentación del libro en la Feria, que terminó ayer. También estuvieron José Pablo Feinmann, Horacio González y León Rozitchner.
Bayer guarda intactas muchas de las anécdotas de aquella investigación: “Le pregunté al teniente coronel Viñas Ibarra, segundo de Varela, por qué había tantos muertos obreros y un solo soldado caído si, como él aseguraba, se trataba de enfrentamientos. El me dio una curiosa versión: ‘Lo que pasa es que cuando los veíamos venir, nos poníamos a favor del viento. Usted sabe que el viento patagónico es muy fuerte, tanto que a ellos les desviaba las balas’, me explicó”. El autor de Rainer y Minou, habitual columnista de Página/12, relató también su encuentro con el presidente de la Sociedad Rural de Santa Cruz, “un estanciero con todas las de la ley, es decir un gran explotador”: “Fuimos a decirle a Varela que parara con los fusilamientos, porque se venía la zafra y no nos iba a quedar mano de obra”, recordó Bayer que le dijo el estanciero. “O que por lo menos dejara a los chilotes, que eran los más baratos. Pero desgraciadamente no nos escuchó...”.
“Bayer está hablando de civilización y barbarie, pero dando vuelta la proposición del Facundo. Al igual que Operación masacre, es la obra de un gran justiciero”, señaló Horacio González. Rozitchner, en tanto, sostuvo que “antes del ‘76, este libro advertía, mostrando un fracaso anterior, aquello que debía ser tenido en cuenta para no caer en lo mismo. Seguramente fue mal leído en su momento. De haber advertido el fundamento de muerte y terror presente en la política argentina, quizás la historia hubiera sido distinta”.
Feinmann, por su parte, aseguró que “para Bayer éste es el libro de su vida. Pocos lo tienen, algunos no lo vamos a tener nunca. Con él encontró el Aleph de la Argentina: los sectores dominantes empleando la matanza y el castigo ejemplificador para que nunca más se vuelvan a levantar contra ellos. Felizmente le dedicó su vida, y por eso su vida ha tenido un profundo sentido para todos nosotros”. Recordando la forma en que se hizo el film, Bayer relató que todas las escenas debían basarse en documentos históricos que avalaran la veracidad de la historia, para que la película no fuera prohibida. “La única escena que no estaba basada en documentos era la del final, cuando la comunidad británica le hacía un homenaje a Varela y le cantaba ‘porque es un buen compañero’, contó el escritor. “Ahí Varela, personificado por Alterio, pone cara de absoluta sorpresa y derrota, como preguntándose ¿a quién serví? Yo hice ese final con un sentido didáctico, para que los generales argentinos pudieran recapacitar sobre quiénes son los que se benefician con sus acciones. Hoy me doy cuenta de que ese final no sirvió para nada”.

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Horacio González y Osvaldo Bayer hablaron sobre la “civilización y barbarie” a la que alude el libro.
 
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