CULTURA

Dos opiniones autorizadas

- Adolfo Bioy Casares: “Don Segundo tiene un defecto que he advertido hace unos años, tratando de leerle a Borges, no digo todo el libro, sino algunos capítulos. El defecto es que Güiraldes quiere escribir esa historia con un lenguaje muy moderno, de literatura de vanguardia, y creo que hay incompatibilidad entre esa literatura de vanguardia y el tema del campo”. (de Siete conversaciones con ABC, Fernando Sorrentino).
- Roberto Arlt: “¿Ahora qué le diremos a él, a nuestro hermano mayor, a nuestro valiente hermano mayor a quien era alegre querer? Te queríamos mucho. Todos te queríamos mucho. A veces nos imaginábamos que estabas solo e indefenso para tener la dichosa ilusión de salvarte la vida y ser héroes ante tus ojos. De verdad que te queríamos mucho. Suerte que vos lo sabías, pero a pesar de eso necesitamos charlar con vos, y renovarte, renovarte siempre, como si fueras el prodigio nuevo de nuestro conocimiento. Llevabas a Don Segundo en tu gran corazón. Nosotros muchachos cínicos y desgastados de esta ciudad sombría te llevamos a vos: el señor don Ricardo Güiraldes. Iremos alguna vez a tu sepulcro donde el viento levanta tierra y el sol quema los yuyos para llorar despacito y para hacerte compañía, a vos hermano nuestro mayor y valiente, noble fiesta de Dios”. (Citado en El escritor en el bosque de ladrillos, Sylvia Saítta.)Dos opiniones autorizadas
- Adolfo Bioy Casares: “Don Segundo tiene un defecto que he advertido hace unos años, tratando de leerle a Borges, no digo todo el libro, sino algunos capítulos. El defecto es que Güiraldes quiere escribir esa historia con un lenguaje muy moderno, de literatura de vanguardia, y creo que hay incompatibilidad entre esa literatura de vanguardia y el tema del campo”. (de Siete conversaciones con ABC, Fernando Sorrentino).
- Roberto Arlt: “¿Ahora qué le diremos a él, a nuestro hermano mayor, a nuestro valiente hermano mayor a quien era alegre querer? Te queríamos mucho. Todos te queríamos mucho. A veces nos imaginábamos que estabas solo e indefenso para tener la dichosa ilusión de salvarte la vida y ser héroes ante tus ojos. De verdad que te queríamos mucho. Suerte que vos lo sabías, pero a pesar de eso necesitamos charlar con vos, y renovarte, renovarte siempre, como si fueras el prodigio nuevo de nuestro conocimiento. Llevabas a Don Segundo en tu gran corazón. Nosotros muchachos cínicos y desgastados de esta ciudad sombría te llevamos a vos: el señor don Ricardo Güiraldes. Iremos alguna vez a tu sepulcro donde el viento levanta tierra y el sol quema los yuyos para llorar despacito y para hacerte compañía, a vos hermano nuestro mayor y valiente, noble fiesta de Dios”. (Citado en El escritor en el bosque de ladrillos, Sylvia Saítta.)

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