DEPORTES › LA ALEGRIA DE LOS JUGADORES DE BOCA TRAS LA SUFRIDA CLASIFICACION EN EL MONUMENTAL

El día después, una imagen pura de la felicidad

En la primera práctica luego de lograr el pase a las semifinales en cancha de River, el plantel xeneize se mostró distendido, con muchas ganas de bromear y con la satisfacción de haber cumplido un objetivo. “Es especial porque a una final no se llega todos los días”, aseguró Javier Villarreal, el autor del penal que significó el pasaje.

 Por Facundo Martínez

Un empleado de Boca, vestido con la ropa de trabajo del club, muy veterano él, cuelga una foto de Carlos Tevez con la boca grande de festejo en una cartelera del pasillo interno de la Bombonera; por ese lugar, pasarán luego los jugadores camino al vestuario. El clima en el estadio, el día después de la clasificación a la final de la Copa Libertadores, es muy cálido. Abrazos, felicitaciones, algunas cargadas y, por supuesto, reiteradas menciones al sufrimiento, a lo que les costó la hazaña. Los jugadores van llegando lentamente. Los primeros, entre los que enfrentaron a River, son Pablo Alvarez y Javier Villarreal. Alvarez saluda a tres señoras que lo requieren; tiene la sonrisa dibujada, como perpetua. Villarreal parece caminar por el aire, pero se detiene y habla con Página/12. Después van a ir cayendo los otros, todos felices y exultantes. También se lo ve feliz a Carlos Bianchi, quien llega sobre la hora. Los últimos son Nicolás Burdisso y Guillermo Barros Schelotto. Ambos entran apurados, miran alrededor y se ríen. No se detienen: son las cuatro de la tarde y hay que salir otra vez a la Bombonera, para la práctica.
En el campo de juego, el Flaco Schiavi juega a patear la pelota con su hijo. Se la tira larga, lo hace correr. En el círculo central, Cascini, Tevez, Cagna y Abbondanzieri, entre otros, hacen un loco. Cagna pierde y recibe las pataditas de costumbre, después se cae, se ríe. Mucha joda entre los muchachos. A un costado, otro grupo de jugadores disputa un minitorneo de fútbol tenis. Clemente Rodríguez y Alvarez, por un lado, Villarreal y Neri Cardozo, por el otro, discuten un punto. Antonio Barijho espera sentado sobre el túnel de salida de los árbitros, lo acompañan Carlos Marinelli y Joel Barbosa. El chino Goux Li, todavía sin partidos en reserva, hace jueguitos y patea cada tanto la pelota contra el vidrio del perimetral. También esperan Toti Veglio y Julio Santella, hasta que aparece Bianchi y, con la cabeza puesta en la final, ordena un partidito de sesenta minutos para los que tienen chances de jugar mañana ante Colón.
Wilfredo Caballero; Jerez, Barbosa, Crosa, el belga Mikkael Yourassowsky; Ormazábal, Cardozo, Caneo, Cristian Ríos; Iarley, Barijho; el probable once que se medirá contra los santafesinos, empató a un tanto con un combinado, aún más alternativo, que alineó a Cristian Muñoz; Alvarez, Cascini, Carballo, Forchetti; Boselli, Gago, Goux Li, Fischer; Cangele y Colautti. Mientras tanto, los que jugaron ayer trotaron un rato alrededor de la cancha. Trabajo regenerativo, nada de exigencia y rapidito a la duchas, y después a descansar, juntar fuerzas para la práctica de hoy, ya con vistas a la primera final del miércoles ante los colombianos del Once Caldas. Entre ellos, Javier Villarreal, que todavía no puede creer que le haya tocado la chance de darle el pase a Boca para la final.
–¿Cómo vivió la clasificación?
–Fue una alegría inmensa, porque me tocó definir la serie de penales y por suerte lo hice bien. Me tocaba patear el tercer penal, pero pedí patear el quinto y por suerte salió bien, sobre todo después de un partido que fue muy difícil para nosotros, porque estuvimos casi todo el segundo tiempo con un hombre menos y tuvimos que pelearlo mucho. Y más después del gol que nos hacen tras la expulsión de Vargas.
–¿Qué sintió cuando de golpe cambió la mano en el partido y a River se le dan vuelta las cosas?
–No lo podía creer. De un momento al otro teníamos un hombre más y el empate de Tevez. Habíamos hecho bien las cosas, pero nos descuidamos al final y tuvimos que ir a los penales, que por suerte fueron para nosotros. Llegar a una final no es algo que no se da todos los días, así que tengo que agradecerle a Dios por esto.
–¿Cómo vivió el festejo en el Monumental, sin hinchas de Boca?
–Eramos los titulares, los suplentes, los compañeros que fueron y el cuerpo técnico, en total no más de 30 frente a todo un estadio lleno. Fue algo muy extraño, pero también especial. Después la seguimos largo en elvestuario. Cuando nos fuimos pensé que iba a haber más gente de River, pero había pocos, así que salimos del estadio sin ningún problema.
–¿Cómo ve al equipo para la final?
–Lo veo bien. Llegamos a la final después de ganarle a River, que también venía bien y que tiene en Leonardo Astrada un muy buen entrenador, con mucho futuro. Ahora tendremos que enfrentar al Once Caldas, que también hizo méritos para ser finalista. Creo que no será fácil, va a ser una serie muy complicada, pero seguro que nos tenemos fe. Tenemos que estar tranquilos, pero no nos tenemos que confiar.

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Las cargadas, las risas y los empujones, una constante en el entrenamiento del Boca finalista.
 
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