ESPECTáCULOS › “PADRE CORAJE” EN LA ERA DE LOS DOBLES HISTORICOS

Los quince minutos de fama

La tira de Canal 13 impuso la tendencia y “consagró” a actores poco
conocidos que hicieron de Evita, Gatica y Tita Merello. “Buscamos una esencia, no retratos hiperrealistas”, dicen los encargados del casting.

 Por Julián Gorodischer

Una mujer sigue llorando después del bochazo. Se había preparado como para una batalla: encierro para devorar películas de “esa estrella de los ’50”, días de estudiarle la dicción y el arqueo de las cejas, de parecerse hasta en la forma de sorber la sopa. Todo para presentarse en el casting de dobles históricos, esa raza extendida en 2004 que se hizo frecuente en la tele gracias a Padre Coraje. En la sede de Pol-ka, en Colegiales, se ven soñadores de todo tipo: grandotes de vozarrón para aspirar a un Perón, hiperquinéticas para ser una Niní, en repertorio de figurones y figuritas de los ’50. La ficción propone nuevas estrategias al buscador de changas o bolos: relevar a los más famosos de otras décadas, descubrirse igualito, presentar la foto. Si cada año decreta un boom, y antes fue el turno de los seres comunes (2002), y luego de los excéntricos con poderes (Resistiré o Soy gitano en 2003), ésta es la hora de los personajes célebres alejados del manual escolar. Se los quiere más afines a un imaginario popular que a un retrato hiperrealista.
Los ’50 están de moda, claro, en la trama de Padre Coraje (de lunes a viernes a las 22.30, por Canal 13), las películas Luna de Avellaneda o Ay Juancito, allí donde se saturan los mohínes de Perón, Evita, Alberto Castillo para recordar una gloria o ponerse melancólico por un rato. “Esta historia –dice Sabrina Kirzner, flamante directora del Departamento de Casting de Pol-ka– no necesita incorporar a los dobles históricos para que levante. Tiene amor, política, desengaño, y por eso aportamos apenas unas perlitas, un agregado de color.” Pero el doble –queda claro– no es periférico; es una pegada que genera comentario y críticas, aporta dramatismo y sitúa en lo que hace tiempo no se producía en la Argentina: la tira de época. La tendencia dicta, en la tele o en el cine, que no sean muy parecidos al original, nunca un calco, más afines a un gesto o una “esencia” que a una reproducción sin dudas. Nada más distante que el aspecto de Perón al del Jorge Marrale de Ay Juancito; y poco tienen en común la voz agudísima, el rostro de Mónica Leirana con el de su admirada Tita Merello (que representó en Padre Coraje). Y sin embargo, allí están, heredando una forma de hablar, una manera de vestirse. “Esto es ficción, no una copia de la realidad –explica Kirzner–. Me nutro de información pero también de qué es lo que el guionista quiere mostrar del personaje. De Tita querían que fuera espléndida, sin edad, más allá de los 48 años que tenía en ese año.”
La crisis motiva a los “parecidos a alguien” a correrse hasta Pol-ka, y la productora los recibe pero nunca en castings abiertos. Se prefieren los tiempos largos de una cita previa, el encuentro a solas. De las aspirantes a Evita, Ximena Fassi sorprendió por su preparado de la escena: llegó teñida de rubio a la primera entrevista, pidió declamar un discurso político que había bajado de Internet, tomó varias sesiones con un fonoaudiólogo para reproducir el tono de “esa mujer”. “No podía creer que me dieran esta oportunidad –recuerda Fassi–; nunca en mi vida pensé que podía hacer de Evita. Hice a una mina que se guiaba por su resentimiento, que quería demostrar a toda costa que la mujer valía. Se ve en el manejo que tenía con su gente: decide irse a caballo con Coraje, y aunque la quieran detener, lo hará sí o sí. Es muy difícil en la tele que te permita crear demasiado; esto es otra cosa: tratar de ser igual a una persona.”
Si la Evita de Fassi fue apenas un trazo de época, una visita efectiva para situar al pueblo de La Cruz en la Historia, la Tita de Mónica Leirana tuvo un rol protagónico en la trama: acompañó el momento en que Ana (Carina Zampini) se levantó de su silla de ruedas y le entregó el premio del concurso de belleza. “Me gusta que se note un trabajo previo –dice la selectora–, como en el caso de Leirana, con una voz como de nena de quince años, pero que logró para Tita ese tono al que sólo se llega después de morfarse quinientas películas.” A simple vista, la Tita de la ficción no corresponde a un original realista: más delgada, angulosa, menos disciplinaria. “Dicen que tengo cierto parecido físico en los ojos, en la forma de la nariz –dice Leirana–. Mi voz es muy aguda, pero vi y escuché muchísimo material, sobre todo Arrabalera y Mercado del Abasto, y presté atención al fraseo. Descubrí que ella es lo opuesto a la candidez de las divas del teléfono blanco, puse el acento en la forma de gesticular, en el movimiento de las manos, más propios de una cantante de tango que de una actriz de la época. Las otras eran cándidas, soñadoras.”
Sobre el boom de los históricos y el revival de los ’50, la guionista Marcela Guerty dirá que nunca se trata de buscar el rating fácil. “Antes de empezar habíamos elegido la década del 50 para tener la posibilidad de recrear a figuras de la historia que nos marcaron: Perón, Gatica, Evita, Tita Merello, y los que vendrán... –anuncia–. No es la búsqueda del impacto sino la necesidad de buscar nuevas cosas para enriquecer la trama. Esto está gustando más que Soy gitano (también de su autoría, junto a Marcos Carnevale); lo vamos a seguir profundizando.” Al émulo de un ídolo, todos coinciden en desalentar. “Yo me veía alejada de Tita –dice Mónica Leirana–. Ellos recrean el imaginario de la gente, un recuerdo independizado de la experiencia. Las opciones eran: elegir una mera caracterización física o animarse a sacar una esencia.”
Si hasta ahora los hits de Padre Coraje fueron Evita, Gatica y Tita Merello, los autores se reservan un as de manga para julio: la llegada de Juan Domingo Perón, un infaltable de toda trama de época. Los tipos medio barrigones, muy altos, fumadores crónicos entregan sus fotos al banco de datos (por Internet o en Pol-ka) que, en total, ya suma más de cinco mil actores. Van en busca del oro prometido: el pase del anonimato que conviene a un “histórico” (para ayudar al factor sorpresa) al centro de la escena en un par de capítulos, ésos en los que eclipsarán hasta a Clara (Nancy Dupláa), Ana (Zampini) y Coraje (Facundo Arana). “La desesperación de la crisis se ve en los castings –asume Sabrina Kirzner–. La siento cuando terminamos de grabar y dicen a la cámara que necesitan trabajar, dejar el local en el shopping, salirse de secretaria, o hasta tener para comer. Pero, por más que a una le duela, yo no puedo dejar de hacer mi trabajo. Eso sí, si se ponen muy nerviosos los vuelvo a llamar.”

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Gatica, un clásico cada vez que se busca una reconstrucción de época.
La ficción propone nuevas estrategias al buscador de oportunidades en la pantalla.
 
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