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No suele ser habitual: la dinámica actual del fútbol implica que los malos resultados y el malestar de los hinchas suelen disiparse casi automáticamente con lo que los entrenadores de fútbol denominan “dar un paso al costado”. No ha sido el caso de Gustavo Alfaro, el vapuleado técnico de San Lorenzo, el equipo más goleado del certamen, que ha resistido las presiones de hinchas e, incluso, dirigentes y decidió dar un paso al frente. Una decisión elogiable si se sostiene en el tiempo.
“Nunca pensé en renunciar. Siempre tuve y tengo el respaldo del presidente Rafael Savino. A él le anticipé que esto iba a pasar. Por eso quería que termine cuanto antes este torneo Apertura, para pensar en la pretemporada –dijo el entrenador al término de la práctica de ayer–. Al final del torneo llegará el momento de analizar todo.” Quedó claro que aunque Alfaro tenía contrato hasta junio de 2006, la dirigencia de San Lorenzo pretendía convencer al rafaelino de que presentara la renuncia, es decir, removerlo del cargo sin necesidad de abonar indemnización o pagar el resto del contrato.
En un medio futbolístico que se devora un técnico de Primera cada dos fechas, en el que los entrenadores –inclusive a conciencia– suelen ser los fusibles de las malas campañas, la voluntad de Alfaro de resistir en su cargo no deja de ser admirable. Especialmente cuando el equipo que dirige sufrió tres goleadas (5-1 ante River, 5-0 frente a Banfield y 4-1 contra Colón) en las últimas cuatro fechas.
“Me parece que cualquier ser humano, ante un momento de adversidad, tiene que sentirse fuerte en sus convicciones”, afirmó Alfaro, reconocido por su capacidad discursiva. “Las goleadas son muy difíciles de justificar. Las derrotas duelen, porque uno siempre trabaja para ganar. Nadie puede garantizar el éxito en forma permanente.”
En cuanto a la pretemporada, Alfaro reveló que “está todo diagramado, nos falta reunirnos para hacer un balance de este plantel y analizar el tema de los refuerzos”. El técnico quiere a Pablo Quatrocchi, Juan Carlos Falcón o Iván Moreno y Fabianesi y repatriar a Leandro Romagnoli.