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Otro trato de segunda

Los Pumas volvieron a sentir la discriminación de la que son objeto frente las potencias del rugby. Los organizadores obligaron a la delegación argentina a cambiar de hotel, abandonando la apacible localidad de Enghien-les-Bains, para ocupar un exclusivo hotel, designado por la organización del Mundial, en Neuilly-sur-Seine, el suburbio más rico de París. Los dirigentes argentinos realizaron gestiones ante la IRB para quedarse en Enghien-les-Bains, pero el reglamento de la Copa del Mundo estipula que en la fase final los equipos deben alojarse en uno de los dos hoteles escogidos y pagados por la organización. Argentina se ofreció a hacerse cargo de los gastos necesarios para quedarse, pero la IRB no aceptó el pedido. No obstante, de alcanzar las semifinales, Australia se instalaría en Enghien-les-Bains, hecho utilizado por los dirigentes argentinos para ejemplificar que no todos los seleccionados son tratados de la misma manera.

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