DIALOGOS › ALICIA SARCE, CIENTíFICA DEL CENTRO ATóMICO CONSTITUYENTES

“La gente no advierte que en miles de aspectos de lo cotidiano ya está la energía nuclear”

Docente e investigadora de la Comisión Nacional de Energía Atómica, la doctora Alicia Sarce señala que “Argentina tiene un nivel muy importante en la puesta a punto de reactores nucleares de investigación y ha fabricado e instalado reactores nucleares de investigación en varios países del mundo”.

 Por Marcela Stieben

Una vez al año el Centro Atómico Constituyentes de la Comisión Nacional de Energía Atómica, creado el 31 de mayo de 1950 con la intención de desarrollar en el país una capacidad propia en el terreno nuclear con fines exclusivamente pacíficos, abre sus puertas a la comunidad para que ingrese quien tenga interés por conocer lo que se hace en este espacio. Para la comunidad científica del Centro Atómico es un día especial porque exhibe el trabajo de todo el año y hasta de toda la vida. La doctora en Física (UBA) Alicia Sarce, con una larga trayectoria en la docencia e investigación científica, encabezó algunas de estas visitas guiadas que duraban cinco horas, es una apasionada de su trabajo y una defensora del uso de la energía nuclear con fines pacíficos. La cronista de Página/12 participó en esa visita que guió la doctora Sarce. Antes de la visita al reactor nuclear, explicó: “Un reactor nuclear es el lugar donde se producen reacciones en los núcleos de los átomos con la producción subsiguiente de energía y de partículas o fotones, como por ejemplo los rayos X o los rayos gamma. Sintetizando, un reactor nuclear es un lugar donde puede iniciarse, mantenerse y controlarse una reacción de fisión en cadena. Se puede decir que existen principalmente dos tipos de reactores: los reactores nucleares de potencia, cuyo propósito es la producción de energía nuclear que posteriormente se transforma en energía eléctrica, y los reactores nucleares de investigación, cuya finalidad es la obtención de partículas nucleares. El funcionamiento de ambos tipos de reactores es el mismo”. La pasión de la doctora Arce es la ciencia: “Esta es mi vida, estoy aquí desde hace décadas. Ser científica era mi sueño desde niña”.

Días después de aquella visita guiada, la científica recibió a la cronista y al reportero gráfico de Página/12 en su departamento de Caballito. Pero ese día la luz en el edificio estaba cortada y ella esperó en la puerta de calle porque no funcionaba el portero eléctrico. Parecía una paradoja que quien se dedicó a investigar la energía llevara varios días sin contar con la misma en su hogar. Subimos tres pisos por una escalera llena de velas y ella inició una explicación científica sobre cómo se genera la energía eléctrica: “El objeto de fisionar el núcleo de un átomo es el de liberar la energía interna, la cual se obtiene en forma de calor o de otro tipo de radiaciones, como las radiaciones ionizantes. En síntesis, el fin último es la producción de energía eléctrica”. Tomó aliento en el descanso y siguió: “La fisión, además de su utilidad para la producción de energía eléctrica es de muy amplia aplicación en el campo de la investigación y desarrollo, ya que permite ir descubriendo a cada instante nuevos usos de la energía nuclear”.

Llegamos al tercer piso e ingresamos a su departamento. Es una mujer menuda, muy delgada, que estudia danza clásica desde hace 10 años y en 2012 cumplió 69 años. En 1975 se recibió de doctora en Física en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (Universidad de Buenos Aires).

–Cuando usted estaba cursando su carrera los profesores padecieron La Noche de los Bastones Largos durante la dictadura del general Onganía, en el invierno de 1966. ¿Cómo recuerda ese ataque contra los estudiantes y docentes universitarios?

–Fue algo terrible. Daba miedo. Fue a mitad de año del ’66 y yo estaba terminando mi carrera. Me faltaban un montón de materias de los últimos años, las materias más gordas, y entre ellas me faltaba un trabajo de seminario, que es una materia que se debe hacer en un laboratorio y que dura un año. Y cuando ocurrió La Noche de los Bastones Largos la mayoría de los profesores renunció y entonces, después de esa trágica noche, no se pudo cursar ninguna materia en la universidad porque la gran mayoría de los docentes no estaba.

–Tristán Bauer hizo la película La Noche de los Bastones Largos, el futuro intervenido. Y hace un año la Presidenta homenajeó en Casa Rosada a Rolando García, miembro fundador del Conicet y decano de Ciencias Exactas de la UBA en 1966, donde usted estudiaba física.

–No estuve esa noche pero sí estuve después con los docentes en la facultad. Recuerdo que fue algo terrible. Renunciaron y se fueron del país casi todos los docentes. Los alumnos nos encontramos con una universidad sin profesores y con la imposibilidad de completar la cursada. Fue una emigración masiva de profesores aterrorizados por lo que habían sufrido en esa trágica esa noche del 29 de julio de 1966.

–Hubo detenidos, se destruyeron laboratorios y bibliotecas universitarias, además de que decanos de la UBA y más de mil profesores renunciaron a sus cargos. De los docentes que se fueron del país, muchos eran científicos.

–Así fue. En la facultad todo el departamento de Física fue desmantelado, algo tremendo. Los alumnos nos preguntábamos qué podíamos hacer, quedamos con la carrera por la mitad y sin docentes, ni materias, ni nada. Mucho trabajo de investigación realizado quedó trunco. Los docentes estaban en una reunión, los fueron haciendo salir y cuando pasaban los iban golpeando con bastones a lo largo de un extenso pasillo. Fue horrible, quedó la facultad desmantelada. Fue muy angustiante. Tiempo después una compañera de estudios fue a la Comisión Nacional de Energía Atómica y descubrió que ahí podíamos estudiar e investigar para terminar la carrera. Hice mi trabajo de seminario en el laboratorio en el Centro Atómico Constituyentes de la CNEA, en el Departamento de Materiales, para recibirme.

–¿En qué consistió el trabajo que desarrolló para terminar su tesis?

–El tema que me habían dado era estudiar cómo se dilataba una aleación de plata-zinc (Ag-Zn) cuando se iba calentando. Cuando estaban a temperatura ambiente estaban de una forma y cuando se ponía a más de 120 grados cambiaba y yo tenía que medir este cambio de volumen. En este caso la aleación plata-zinc (Ag-Zn) tiene interés solamente de estudio. Después me propusieron para una beca de doctorado al Conicet y ya seguí mi carrera en materiales. La tesis de doctorado tenía una importancia académica. Era el estudio de las interfases en la aleación plata y cadmio (Ag-Cd). La interfase que estudié con todo detalle es una superficie que separa una zona donde los átomos están en unas condiciones geométricas y otra donde están en otras condiciones geométricas...

–En su gira asiática, Cristina Fernández de Kirchner se reunió con su par de la República Socialista de Vietnam, Truong Tan Sang, con quien acordó “profundizar las relaciones bilaterales” en áreas como biotecnología, agricultura y energía nuclear con fines pacíficos. ¿Qué abarca la energía nuclear con fines pacíficos?

–En la CNEA nosotros trabajamos todo el tiempo con energía nuclear con fines pacíficos pero si uno dice sólo “energía nuclear”, la población suele recordar cuestiones terribles como las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki o el accidente de Chernobyl. Y eso es así porque al comienzo se asoció la energía nuclear con las guerras. Por eso, la mayoría de las personas, si uno no lo aclara, piensan en la energía nuclear asociada a lo bélico. Y, cuando hablamos de energía nuclear para uso científico, al referirnos al vínculo de la energía nuclear y la medicina, por ejemplo, debemos aclarar que es “energía nuclear con fines pacíficos”, para que no queden dudas sobre su finalidad.

–La gente llega a su casa, prende la luz y no está pensando que detrás de esa bombita que se enciende hubo un trabajo tan intenso de científicos.

–La gente no advierte que en miles de aspectos de su vida cotidiana está presente la energía nuclear. La electricidad es un claro ejemplo (como la medicina nuclear). En las centrales nucleares, el calor desprendido de las reacciones de fisión en los elementos combustibles, generalmente óxido de uranio, puede utilizarse para que hierva agua. El vapor del agua hirviendo mueve una turbina que está conectada a un alternador que produce energía eléctrica. Y esa energía eléctrica se transmite a través de la red y llega a nuestras casas.

–Y en medicina, ¿cuáles son los principales usos de la energía nuclear?

–Es una de las aplicaciones más frecuentes de la energía nuclear de usos pacíficos. Se usan isótopos radiactivos, variaciones electromagnéticas y emisión de radiaciones en general, ya sea para diagnóstico como para terapia. Los trazadores o radiofármacos, por ejemplo, son sustancias que una vez introducidas en el organismo se pueden seguir desde el exterior. El trazador se fija en un tejido, órgano o sistema determinado y se pueden obtener imágenes precisas. Esos radiofármacos posibilitan el diagnóstico precoz en patologías óseas, en cardiología u oncología, entre otras.

–¿Y qué otros usos pacíficos se le suele dar a la energía atómica?

–En agricultura se investiga mucho sobre la fertilidad de los suelos y en cómo hacer para evitar las plagas de insectos. En alimentación se busca optimizar la conservación de los alimentos que uno compra y también se usan técnicas nucleares para la detección y análisis de diversos contaminantes. A través de un procedimiento llamado Análisis por Activación Neutrónica.

–¿Cuál es la importancia que tiene para usted el acuerdo que firmó la Presidenta argentina en su gira asiática?

–Respecto de los acuerdos firmados para profundizar las relaciones bilaterales, debo decir que son de suma importancia, porque los avances en medicina y en otras disciplinas que involucran el uso pacífico de la energía atómica son permanentes. Nosotros, los investigadores de la Comisión Nacional de Energía Atómica, lo vemos a diario. Nunca tuvimos tanto apoyo como el que tenemos ahora por parte del gobierno nacional desde el 2003 hasta nuestros días, y si contamos con acuerdos internacionales como el que acaba de firmar la Presidenta en su gira asiática ahora, los objetivos pueden optimizarse aún más. Es inmenso el aporte que se puede hacer en el campo de la ciencia cuando dos o más países firman estos acuerdos porque la interacción genera la multiplicación de recursos materiales y el intercambio de recursos humanos. Se incrementan las becas para científicos, se hacen más congresos, hay asesoramiento, importación y exportación de maquinarias, construcción de reactores y crecimiento a todo nivel en lo relacionado con la energía nuclear y sus usos pacíficos. Argentina tiene un nivel muy importante en la puesta a punto de reactores nucleares de investigación y, precisamente, nuestro país ha desarrollado, fabricado e instalado reactores nucleares de investigación, algunos de los cuales producen radiofármacos, en varios países del mundo. Ya en los años ’70 Argentina instaló un reactor nuclear de este tipo en Perú. Y hace un par de años instaló otro reactor nuclear similar en Australia. Los elementos combustibles del reactor instalado por Argentina en Australia fueron fabricados en el Centro Atómico Constituyentes. Y, en el ínterin, Argentina instaló otros dos: en Argelia y en Egipto. Argentina es líder mundial en la instalación de reactores nucleares de investigación.

–¿Dónde funciona el Instituto Sabato en el que usted es profesora?

–Funciona en el Centro Atómico Constituyentes, en General Paz 1499, San Martín. Nos dedicamos a la enseñanza de las Ciencias y la Tecnología. Su nombre se debe al profesor Jorge Sábato, un físico y tecnólogo argentino destacado en el campo de la metalurgia y de la enseñanza de la física. Gran impulsor en la década del ’50 en construir un polo en metalurgia con sede en la CNEA. Cuando empecé a trabajar ad honorem en el Centro Atómico, lo que hoy es el departamento de materiales, precisamente se llamaba departamento de metalurgia. A los alumnos se los beca con unos tres mil pesos de bolsillo.

–¿Los egresados tienen salida laboral?

–Consiguen trabajo pronto. Tienen amplia salida laboral en empresas e industrias importantes del país y son bien recibidos por las universidades y centros de investigación de prestigio de Argentina y del mundo. Y aun antes de egresar las empresas les ofrecen empleo a los alumnos con buenas notas, ya que a muchos los conocen porque hicieron pasantías.

–¿Hay una política de becas para los estudiantes?

–Sí, es importante. Nosotros solemos decir que en este caso el Instituto Sábato invierte la lógica de la educación privada, ya que son los alumnos quienes reciben una ayuda económica para estudiar a través del Estado, por medio de la Universidad Nacional de San Martín y la Comisión Nacional de Energía Atómica; como así también a través de empresas argentinas que invierten en la educación para poder cubrir la demanda de ingenieros que tiene el país. Y en posgrados tenemos la Maestría en Ciencias y Tecnología de Materiales y la Especialización en Ensayos No Destructivos, una carrera que se ofrece a graduados universitarios en Ingeniería, licenciaturas en Ciencias Físicas, en Química o carreras afines. Los aspirantes son evaluados por el Consejo Asesor de la Carrera para ser admitidos en el Instituto Sábato de la CNEA.

–Usted, que ha dedicado toda su vida a la docencia e investigación, ¿cómo vive una muestra como Tecnópolis?

–Es muy importante ese apoyo para quienes nos dedicamos a la ciencia. El Estado nacional invierte para que haya laboratorios y para que tengamos materiales de estudio e investigación. También para las becas, para que se reformen edificios y para que se construyan otros donde se dictan las clases y donde tenemos los laboratorios. Nunca vi un apoyo tan importante como el que vemos hoy en Ciencia y Tecnología. También hay mucho apoyo desde el 2003 para que ingresen jóvenes, que durante años casi no ingresaban. En el Centro Atómico Constituyentes se está construyendo muchísimo y prácticamente no queda espacio libre. En general, todo lo que es científico en el país tiene un apoyo enorme. Tecnópolis es una cosa magnífica y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, con el profesor Lino Barañao, funciona bien. El ministro es un científico capacitado y comprometido y uno siente que hay apoyo del Estado. Tengo mucho tiempo de trabajo en el país y por eso puedo comparar.

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Imagen: Rafael Yohai
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