DIALOGOS › ENTREVISTA AL POETA SALTEñO LEOPOLDO “TEUCO” CASTILLA

“La poesía es la gran tabla del náufrago”

Poeta, caminante, andariego, buceador de mundos, conocedor del Asia y América latina, rescata con alegría la figura de su padre el gran Manuel J. Castilla (“La pomeña”, “De sólo estar”, canciones que dejaron marcas entre tantas) que en dupla con el Cuchi Leguizamón dieron al folclore argentino uno de sus más altos momentos estéticos y musicales.

 Por Sergio Kisielewsky

–¿Como recuerda su inicio en el oficio de escritor?

–Recuerdo que mi primer poema se llamaba “El árbol caído” y era tan espantoso... fue la aventura de entrar con la palabra, yo había crecido en una casa donde era pan diario yo sentía pasar los caballos y le ponía letras de canciones que encajaban con el trote, lo mismo me pasaba cuando iba a dormir al camarote del tren y escuchaba el ruido del tren y le ponía letra y después las canciones que había escuchado de mi padre y de la copla que es un lenguaje muy raigal de los salteños fueron entrando por ósmosis (risas).

–¿La copla es una forma de trote o de ruido del tren?

–No la copla es concéntrica, la copla es un poema: (Recita: “Yo no soy quien antes era ni la flor que florecía soy el olvido profundo de la mudanza del día”.)

–¿Lo marcó el paisaje el ambiente poético familiar lo fue llevando a un taller o a la escritura solitaria?

-Solito, recuerdo que tenía 18 años y estaba en Tucumán y me encerré quince días a probarme a mí si realmente la poesía era algo serio porque me habían enseñado que con la poesía había que ser muy serio, con eso no se juega, tener una entrega total: dedicarle la vida, vivir para la poesía, y durante quince días me probé y ya tuve la mínima confianza en mí y dije: parece que es verdad.

–¿Cómo ocurre el encuentro entre el poeta y la gente, la poesía busca a la gente o el poeta encuentra sus propios motivos para escribir?

–El poeta escribe para sí mismo y en esa legitimidad él es el más severo. El peor juez es el propio poeta porque él sabe dónde fue ocioso, dónde hizo un truco indebido, él conoce la legitimidad de su poesía y la pelea por esa legitimidad en el trabajo poético es la que te va educando en el rigor para escribir. Aunque salga naturalmente desbordada la poesía se escribe ella, ella es la que escribe, si fuera hecha por el autor cada vez que uno se pone a escribir le saldrían poemas geniales y resulta que no, que te ponés a escribir y te sale un bodrio espantoso pero cuando la poesía quiere, por ahí pega y sale algo con dignidad.

–¿La entrega tiene que ver con la disciplina de escribir todos los días?

–Los últimos años me he disciplinado mucho para escribir porque me di cuenta que la poesía no sólo viene sino que hay que salir a buscarla y me di cuenta que uno se sienta frente a la máquina de escribir y no sabe lo que tiene adentro tal vez en dos o tres versos malos tal vez hay una palabra que te salió de casualidad (“espejo”) y de pronto te acordás del espejo en una sala en la infancia una emoción que tuviste y ahí está el mundo, la cacería del poema, que la tenés que hacer durante todo el día hacia afuera y hacia adentro y la cacería también la tenés que hacer hacia adentro a ver qué es lo que hay. Además te alegra la vida, me levanto al alba para escribir a las cinco y media, seis de la mañana y a las horas de estar escribiendo ya te salvaste de la cruel realidad, ya te vienen las noticias de los diarios, los desastres que están haciendo con el país.

–¿Corrige o se deja llevar por el torrente?

–Yo dejo que la primera versión con el mínimo control que se plasme así como una mancha y luego voy trabajando versiones hasta que me parece que el poema puede salir con alguna regular fortuna. Cuando me dicen que la gente no entiende la poesía me parece una barbaridad porque la poesía está en todo lo vivo, la poesía la hace la naturaleza, nosotros somos naturaleza que tiene más percepciones que nosotros, o por lo menos la ejercita más que nosotros, maneja más dimensiones que nosotros conoce mundos paralelos, transformaciones, transmigraciones, metamorfosis, que a veces el ojo humano no se da cuenta, como es ella la que está haciendo eso cualquier hombre que lea un poema va a recibir algo de la poesía porque lo percibe como algo propio, de ahí que te digan: “Ven eso lo hubiera escrito yo”. Por eso aventuro que la poesía puede ser una partícula de la física porque habita en todos los mundos paralelos, transmigra en todas las dimensiones, viola la causa y el efecto como un fenómeno físico y es profundamente energía intransferible, no puede ser inventada, trucada.

–Por viajes y experiencias vio tantas maravillas pero en algunos casos la poesía no aceptó que escriba sobre ella, ¿cómo es eso?

–Escribí mucho sobre cosas que me maravillaron porque he andado mucho pero hubo maravillas por las que no pude escribir.

–¿Por qué?

–Porque la poesía no quería. Me acuerdo de una noche en Moscú, frente al río, una noche de vidrio, con nieve, era una especie de gema, una alhaja negra, tenía todo el asombro pero no tenía el golpe en el pecho que te da. Tenía el asombro, pero no el enamorado desconcierto.

–¿La poesía se corrige o se transforma o cambia la estética de acuerdo al tiempo, hay evolución en la poesía o cambia con el trabajo diario?

–La poesía no tiene progreso, en el arte no hay progreso, está intacto, contemporáneo, un verso de Góngora o de Quevedo es tan contemporáneo como el último gran poeta, los artificios del lenguaje son más caros para el autor, al escritor, son útiles. Por ejemplo voy escribiendo en el camino, hay lugares donde el lugar te cambia la voz, no se puede escribir igual sobre la selva que en el desierto, en el desierto, su propia soledad, su propia intemperie, es un lenguaje más cerrado. En cambio la selva te abre como ella se abre y tenés que obedecer lo que te manda el lugar y se termina convirtiendo en un sitio especial del lenguaje de tu poesía.

–¿Cómo juega en el lenguaje poético la sabiduría el elemento racional o el inconsciente del poeta al escribir?

–La sabiduría siempre es maravillosa si ve los poemas de Rumi (poeta persa 1207-1273) el que escribe está pensando pero es concepto emocional porque si no es emocional no transforma y si no hay transformación no hay creación y si no hay creación, el poema no revela nada, lo podés describir pero no lo tocás, no lo transformaste. El concepto tiene que tener una carga de emoción, puede ser la emoción estética del lenguaje.

–No deja de ser el principal elemento para la poesía la emoción.

–La emoción es para toda la poesía. Cuando es poesía tiene emoción, si no es una experiencia de estilo que está bien hacerla como ejercicio si quiere pero si impostás y no dejás hablar a la poesía como ella quiere, que es autónoma en el momento de engendrarse, después la vas a corregir pero ahí en la médula tiene que estar el hecho vivo, la criatura tiene que estar desnuda y ahí ya la podés acomodar. Después la ensillarás.

–Nombró el trote del caballo y el trajinar tren, ¿cómo influyó el paisaje en la construcción de su obra?

–No he sido un jinete como se debe ser porque los jinetes salteños son muy estoicos, cabales. El caballo es un animal hermoso, el único animal que todavía está unido al hombre. Hay ritmos que son indelebles, que no se pueden violentar. Una vez estaba en Galicia, estaba con la cabeza en dirección al mar, vi un espigón donde iba una mujer, un perro corriendo, un niño jugando con el mismo ritmo sobre la tierra. Ese ritmo es el ritmo de la poesía, otros dicen que es el ritmo del corazón, que es parecido, el ritmo es inviolable.

–El amor, el desamor como motor o como castigo, como encuentro o ruptura, ¿cómo influyó en la construcción poética?

–Tengo dos o tres poemas de amor publicados, como en las cartas de amor hay una tentación enorme de exagerar cuando no de mentir porque las repercusiones que producen repercuten en la vida además por un antiguo pudor de aquello de que los caballeros no tienen memoria. El poeta está condenado a saber que su más alta tragedia, su más alta alegría tiene que ser materia. La poesía es la gran tabla del náufrago, el poeta tiene que escuchar los vaivenes grandes de la vida, sabe que si un día le cortan una pierna hará un poema a la pierna que le falta, la poesía tiene un poder que es resucitar. Piense en la “Elegía de Ramón Sijé” de Miguel Hernández como no lo ha dejado morir y ahí está Ramón Sijé hasta el día de hoy (Recita: “Quiero minar la tierra hasta encontrarte/ y besarte la noble calavera/ y desamordazarte y regresarte”). La poesía tiene sus poderes, el poeta es un amanuense que debe tener la humildad para saber que ese prodigio no le pertenece, sino que es una especie de cartero ese prodigio.

–¿Qué características tiene el oficio?

–Hay una carpintería del trabajo así como un carpintero le dice al otro: “No tire el cepillo para allá sino para el lado de la veta” es un oficio porque se debe seguir aprendiendo mañana, tarde y noche hasta el fin de los días y sin la certeza de saber si has llegado o no a saber si llegaste a ser un poeta por más que te reconozca quien te reconozca.

–¿Cómo abordó el tema del exilio?

–Escribí cuentos. Hay uno en que se basó la película La redada (1991) que es la primera película que habla sobre la dictadura, pero recuerdo que cuando llegué al exilio en España me quedé mudo un buen tiempo, no podía escribir y un día me atreví y era un lenguaje distinto al que había llevado. El exilio es una bomba de tiempo porque te destruye el lenguaje, te destruye el entorno que es afectivo y emocional, se ve colapsado, te despertás en otro planeta y tenés que empezar a acomodar los ojos, el corazón, la memoria. Mirá que ya había viajado bastante por América latina pero aún así fue muy duro, pero no tan duro para los compañeros detenidos-desaparecidos.

–Por ser un viajero empedernido, ¿qué le llamó la atención de otras culturas y lugares?

–Tengo anécdotas que van desde intentos de asesinatos hasta cosas desconcertantes, una vez estaba en la India en un camino de puro campo, de pronto veo un hombre enteramente pintado de verde a la orilla del camino y le pregunto qué hace ahí, si es de alguna religión, si pide algo y por qué está pintado de verde y me contesta: “Para el que pase tenga una sorpresa en el día”. También vi monjes dormir la siesta en una cueva que era un nido de cobras. Lo que enseña el viaje es aprender a conocer a los hombres en todas las esferas, no- sotros sólo conocemos la mitad, ves la maravilla como ves la crueldad y siempre te das cuenta que la maravilla depende de los pueblos y la crueldad del poder con su soberbia asesina. Hay ambiciosos tan brutos que no se dan cuenta que todo poderoso es un inválido.

–¿La poesía tiene algún poder para contrarrestar ese poder?

–La poesía es sabia y revolucionaria la poesía viene desde todos los siglos defendiendo las causas más maravillosas sobre todo dándole entidad al ser humano defendiendo la justicia la naturaleza al humillado y al perseguido.

–¿Cómo fue criarse en una casa donde estaba Manuel J. Castilla y un conjunto de amigos entrañables que compusieron las mejoras zambas y coplas del norte argentino?

–Mi padre era formidable, alegre, muy tierno, muy humano, un gran enorme amigo del cual yo aprendí muchas cosas. El no me dijo nada de mis poemas hasta que publiqué el tercer libro porque quería probar si lo mío era auténtico, si yo no era un fantoche a explotar su nombre...

–¿Qué le dijo de los libros publicados?

–“Metele changuito, pero sabé que este camino es largo y doloroso.”

–¿El vivía con alegría su oficio de compositor, poeta y letrista?

–Sí con una plenitud total y el Cuchi (Leguizamón) era un gran artista que se conoce mucho de la parte ingeniosa del Cuchi y no se conoce del rigor absoluto y la seriedad total e insobornable para componer. Nadie puede crear los poemas de otro, nadie puede hacer el arte de otro.

–¿Cómo se llevaban componiendo a dúo?

–Con gran alegría, se reían, tenían no sólo amor por su tierra sino profundo conocimiento, conocían hasta el último yuyito, hasta el último bicho y toda la memoria histórica y eran salteños puros. Salta tiene un costado conservador que es hermoso porque está hecho de una memoria muy tierna por la tierra, por su historia. Y toda esa generación donde no sólo estaba mi padre y el Cuchi sino los cantores como Luis Preti, Raúl Brié, Carlos García Bes, toda esa gente apostó por América latina cuando aquí se estaba mirando a Europa y haciendo la cuarta versión del modernismo que llegaba tarde. La movida era muy auténtica en la poesía. En el arte no hay un deber ser, conozco poetas que han hecho toda su vida sonetos a la rosa y son magníficos pero aquí se dio una coincidencia en forma y contenido hubo una serie de coincidencias con Jaime Dávalos con Juan Falú.

–Usted fue un testigo privilegiado de esa movida.

–Mi madre me decía cuando había una reunión: “Oreja, fuera de aquí” y yo me iba, daba la vuelta y ellos se quedaban en la biblioteca de mi casa y llegué a estar hasta las cinco de la mañana arrodillado mirando por el ojo de la cerradura para escuchar lo que decían porque eran reuniones geniales con una alegría, un ingenio, un talento, he visto crecer muchas cosas en mi casa, canciones que después fueron muy conocidas como “Vidala para mi sombra”, de Julio Espinoza. Fue una alegría tan íntima que aun en formato poético sería quitarle inocencia que era lo que más tenían. Ese mundo se hizo a pulmón como se hizo la cultura casi siempre en este país, como se tendrá que hacer ahora, en los malos tiempos, para defenderla cuando más la atacan, el Estado tiene que llegar con mucho respeto, con el sombrero en la mano porque es el patrimonio del alma de su pueblo.

–¿Qué poetas le gustan?

–Los poetas de la generación del 40, como Enrique Molina, Francisco Madariaga, Olga Orozco, Edgar Bayley. Si no hay amistad entre los poetas quiere decir que hay vanidad, si hay vanidad uno no ha andado por la vida, todos dependemos de todos. En definitiva la poesía se hace en solitario y se comparte entre muchos y viene de muchos, viene de todos, se hace en solitario y se comparte entre todos.

–¿Qué sintió cuando se condenó a 12 años de prisión a Marcos Levin (un directivo de la empresa de ómnibus La Veloz del Norte), cómplice de la desaparición de 12 trabajadores, entre ellos Víctor Manuel Cobos, secretario de la Seccional Salta de la UTA?

–Me parece tan deleznable lo que hizo ese hombre. Tiene que tener el tiempo suficiente para darse cuenta que tiene que volver a existir. Tiene que haber justicia con las crueldades que hizo esta gente, tenés que hacer una lobotomía a la historia para que esto se perdone, pero los que desaparecieron no tienen palabra aquí. Te hablan de venganza y no vi un solo caso de un hermano, padre o madre que viendo al asesino le haya pegado un tiro, no hay una sola venganza. Lo que antes vino como represión ahora viene como gran golpe que le están dando a esta América latina que se animó a no ser vasalla. Pero estos señores no tienen dignidad ni patriotismo. No perdonan que los gobiernos progresistas hayan gobernado bien, no van a poder mirar de frente a su tierra jamás porque la están vendiendo.

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Imagen: Rafael Yohai
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