DISCOS › NUEVO TRABAJO DE CAETANO VELOSO, CON JORGE MAUTNER

Un alegato pos tropicalista

“Eu nao peco disculpa” es un cd desprejuiciado y liviano, en el que prevalecen, no obstante, la ironía y las segundas intenciones. Mautner, artista de culto en Brasil, es amigo de Caetano desde los años ‘60.

 Por Fernando D´addario

Caetano Veloso y Jorge Mautner, a despecho del abismo de popularidad internacional que los separa, comparten algunas cosas: en primer lugar, la edad. Ambos tienen escasos 61 años. La natural proyección retrospectiva sitúa sus respectivas juventudes allá por la década del ‘60, en plena furia tropicalista. Las afinidades electivas fueron tejiendo, con los años, otras coincidencias menos azarosas: la pasión por el cine, las artes plásticas, el teatro y la literatura. Se conocieron durante el doloroso y enriquecedor exilio londinense (1970) y ratificaron aquella amistad con guiños y complicidades de todo tipo. Sin embargo, esperaron hasta 2002 para plasmar en un disco la compatibilidad de sus almas sensibles. Ese disco se llama Eu nao peco disculpa (Yo no pido disculpas) y estará en las disquerías argentinas desde la semana que viene.
Caetano, se sabe, supo cómo negociar sus vínculos con el mainstream sin resignar su sinuoso perfil de artista imprevisible. Mautner, en cambio, no bosquejó una carrera discográfica sino que, más bien, se dejó llevar por una anárquica sucesión de hechos artísticos. Lo que verdaderamente unió a estos músicos fue, vaya paradoja, la resistencia “fundamentalista” a toda ortodoxia, la traición a cualquier línea recta de pensamiento. Eu nao peco disculpa es, en ese sentido, un punto de confluencia y al mismo tiempo un disparador de imágenes y sonidos sin lógica premeditada. Allí pusieron sus temores, sus sueños desviados, su pasado y su presente, pero de un modo descontracturado y banal, como si fuese apenas (o nada menos que) un juego de exorcismos. Caetano y Mautner coinciden en que el disparador del cd conjunto fue el atentado a las Torres Gemelas. “Homem Bomba” es la canción que canaliza sus sentimientos respecto del 11 de setiembre de 2001. Es un samba ligero y aparentemente trivial, digno de ser bailado en una fiesta de casamiento.
Esa sensación de desacralización y levedad domina todo el álbum, plagado de ironías y segundas intenciones. El primer tema, el bellísimo “Todo errado” (que empieza desafiando: “Yo no pido disculpas...”) es tanto una declaración de principios como una invitación al riesgo inevitable. La construcción artesanal del disco (grabado en un estudio casero, en Río, sin la cobertura regia del notable Jacques Morelenbaum) incluye, como al pasar, toquecitos electrónicos que navegan con naturalidad entre boleros, sambas y algún funk camuflado. Cabe mención especial para “Coisa Assassina” (donde participa Gilberto Gil) y para la soberbia versión de “Cajuína”, donde, por esos milagros y vueltas de la música popular brasileña, un ligero aire a canción folklórica gitana suena a Cartola, o viceversa.
Cada vez más a menudo, Caetano muestra su cara (aparentemente) menos ambiciosa, como si necesitara bajar un cambio y aliviar la carga de sus discos más “conceptuales” (Livro o Noites do Norte, por ejemplo). Pero también está permitido desconfiar: este cd puede no ser más que una de las infinitas trampas con que seduce a propios y extraños.

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Caetano concibió el disco en un estudio casero, sin “pretensiones conceptuales”.
 
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