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Como en esos avisos de televisión que comparan el poder blanqueador de diferentes polvos jabonosos, la consultora Ecolatina optó por confrontar los resultados alcanzados por sucesivos planes de estabilización, tomando en consideración los primeros nueve meses de cada intentona. La conclusión, sorprendentemente, es que Roberto Lavagna estabilizó más que Domingo Cavallo con el Plan de Convertibilidad y que Juan Vital Sourrouille con el Plan Austral, además de superar claramente a otros ataques anteriores a la indomable inflación argentina, como los lanzados sucesivamente por José Ber Gelbard y José Alfredo Martínez de Hoz. Habría que acotar, por supuesto, que contó con la ayuda de una depresión económica sin precedentes.
Diciéndolo en números: en los nueve meses iniciales, el IPC (índice de precios al consumidor) subió con Lavagna un promedio mensual de 1,9 por ciento, mientras que durante el estreno de la Convertibilidad trepó 2,2 por ciento. Peor aún fueron las cosas durante el despegue del Austral, ya que la inflación minorista avanzó entonces a una tasa media del 2,9 por ciento. Hay que mencionar que al actual ministro de Economía se lo computa a partir de mayo de 2002, perdonándole la última semana del fatídico abril, pico inflacionario del año, durante la cual ya ejercía el cargo.
En el informe de Ecolatina se utiliza, aclarándose que con fines ilustrativos, la expresión “Plan Lavagna”, que hasta ahora no resultó usual, añadiéndose que “la estrategia combina un adecuado timing de diferentes medidas”. Entre éstas se mencionan algunas que no parecen guardar mayor relación con la evolución del IPC, como la “normalización de la actividad bancaria” o la “eliminación del corralito y paulatina apertura del corralón” (¿cómo pudo ésta aminorar la inflación?; en realidad, dio más poder de compra a los depositantes).
Ecolatina anticipa ya que también al concluir sus primeros doce meses, al final de abril 2003, el Plan Lavagna habrá logrado atajar el ascenso de los precios minoristas algo por debajo de lo que sucedió con la Convertibilidad, cuando aumentaron 23 por ciento, y con el Austral (43 por ciento). Sin embargo, advierte que esta vez los resultados pueden ser efímeros, como aconteció con el pasajero éxito que se anotó el equipo económico del presidente Alfonsín.
La consultora observa que la estabilización conseguida sólo se mantendrá si se concreta la restructuración de la deuda pública y se sanean definitivamente las cuentas fiscales, a nivel nacional y provincial. Sin embargo, “estas tareas requieren de un extremado consenso político y social, del que, por definición, carece este gobierno de transición”. En otros términos, que al ser aplicado por un Ejecutivo provisorio, el llamado Plan Lavagna no puede incluir elementos necesarios para consolidar sus efectos.