DISCOS

Un espacio para que los géneros puedan mezclarse

Nora Sarmoria –pianista, compositora, cantante– confirma en su quinto CD de producción independiente que es una de las artistas más interesantes de la música de tradición popular.

 Por Diego Fischerman

En los años 60, ya se sabe, hubo un boom del folklore. Es decir: del consumo urbano de folklore rural y de la producción de nuevas músicas emparentadas con esa tradición. El fenómeno, sin embargo, estuvo lejos de ser local. Ingleses y norteamericanos bucearon, por la misma época, en sus campiñas y los recopiladores, recreadores, estilizadores y compositores de proyección (como en algún momento se los llamó aquí) proliferaron en las metrópolis y se adueñaron de parte del naciente mercado discográfico juvenil en gran escala. Bob Dylan o Fairport Convention fueron la contracara central de las zambas y chacareras de letras modernistas y armonías elegantes que sonaban en la periferia.
La idea de autenticidad, tan cara a ese período, encontraba al campo y sus tradiciones mucho más fértiles que las mescolanzas de las ciudades. La pretensión de que ese folklore era más puro y estaba menos contaminado que la cultura urbana venía, posiblemente, de Leopoldo Lugones y de esa necesidad tan fascista de diferenciar lo propio de lo extranjero (inmigrantes que, para peor, eran anarquistas, socialistas o comunistas). Poco importaba que las zambas vinieran de España (al fin y al cabo los nacionalistas, extrañamente, eran hispanistas); resultaban mucho más nobles que el tango o que el entonces incipiente rock cantado en castellano. Y es en relación con esa polémica acerca de la autenticidad donde Nora Sarmoria –una cantante, pianista y compositora que, de manera casi secreta, viene haciendo mucho de lo más interesante de los últimos tiempos en materia de música argentina de tradición popular– confirma, con Libre de consenso (su quinta producción independiente) su apuesta por ese espacio fronterizo en donde los géneros se mezclan; en donde (como en esa vidala que subyace en “Durazno sangrando” o en esa pequeña joya que es “Barro tal vez”, ambos temas de Luis Alberto Spinetta), los Beatles, Dylan, Zeppelin y Artaud se juntan con el Cuchi Leguizamón o, incluso, con esas fiestas escolares en que la tradición era, siempre, la de un campo idealizado y profundamente desconocido.
Vuelo Uno, Espacio Virgen, Verde Madre y Sonideras –este último junto a otra de las nuevas figuras, la también pianista Lilian Saba– marcan un recorrido de gran coherencia pero en el que la seriedad no está emparentada con la solemnidad y donde están permitidos desde el grito al susurro, desde las exploraciones tímbricas hasta la fuerza rítmica y desde las imágenes poéticas más oníricas hasta la descripción más teñida de referencias. En Libre de consenso están junto a Sarmoria –difícilmente se puede hablar de acompañamiento– Martín Pantyrer en saxo barítono, soprano y tenor y clarinete y Facundo Ferreira en percusión y batería. Pero además aparecen, como invitados, el guitarrista Quique Sinesi (en “Milagros que pasan”) y el percusionista Marcos Cabezaz –integrante del grupo Paralelo 33º– en vibrafón (en el bellísimo “Planeta”). Junto a los temas propios, en este nuevo CD hay algunas versiones de composiciones de otros y allí también puede leerse algo de lo que constituye el credo de Sarmoria. Tanto en “Brisas”, de Hugo Fattoruso, como en “La casita de mis viejos”, de Cobián y Cadícamo, “María”, de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo, o “Zamba del Mar”, de Leguizamón, se evidencian dos rasgos simultáneamente. Por un lado, un profundo respeto por la esencia de esos temas. Por el otro, una gran libertad para buscar esa esencia en lugares alejados de los lugares comunes (e incluso de lo previsible). Como si se tratara de una traducción, Nora Sarmoria encuentra una nueva forma, otros gestos y otras respiraciones, para canciones sumamente transitadas. Y en esa nueva materialidad parece encontrarles un sonido tan sorprendente como verdadero. En un tono casi íntimo –y sólo aparentemente menor–, ella encuentra una nueva manera de hacer música argentina.

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En “Libre de Consenso”, Nora Sarmoria hace temas propios y versiones notables de canciones ajenas.
 
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