ECONOMíA › JULIO DE VIDO Y EL MEGAPLAN DE OBRAS PUBLICAS

“Un listado de obras es un cuerpo muerto, esto no”

El ministro definió la propuesta como un Plan estratégico integral de inversiones. Rechazó las críticas. “No son las listas del ingeniero Gallo.” Habló de Aerolíneas y de Skanska.

 Por Raúl Dellatorre

Justo cuando la crisis internacional empieza a golpear a las puertas de Argentina –algunos aseguran que ya está en el recibidor–, el gobierno nacional disparó una serie de medidas en respuesta, entre las cuales la más impactante es un plan de obras públicas por 71 mil millones de pesos, que se pondría en marcha de inmediato. Acusado por cierta oposición de “electoralista” o de tratarse de “un simple listado de obras ya anunciadas”, el plan es, sin embargo, una respuesta que choca de frente con las posturas que, hace unos meses, alentaban un “enfriamiento” de la economía para parar la inflación y hoy reclaman que el Estado tenga menos intervención, y no más, en la economía. Julio De Vido, ministro de Planificación Federal, recibió en su despacho a Página/12 para responder sobre los objetivos del plan, a las dudas y a los cuestionamientos.

La mesa de trabajo está repleta de papeles: carpetas, fotocopias, varios libros en cuyos títulos coinciden las palabras “Plan estratégico...”, mapas y un librito muy grueso pero de páginas pequeñas, de un color sepia claramente teñido por el tiempo. El ocupante habitual del despacho, el ministro Julio De Vido, devela el misterio sobre la reliquia. “Es el segundo plan quinquenal de Perón, es increíble la cantidad de obras que ahí se mencionan y que todavía no se han ejecutado.” Alguien le habrá obsequiado ese original como recuerdo, él lo utiliza como material de consulta. Varias veces durante la entrevista, el ministro de Planificación volvería sobre esa antigua publicación que, sin embargo, mantiene vigencia gracias a demoras de más de medio siglo en la realización de determinadas obras públicas.

–Yendo al plan de obras públicas, se les ha criticado sumar obras ya anunciadas para darle espectacularidad al anuncio. O sumar a la lista obras privadas con obra pública para inflar la cifra...

–(Interrumpe.) Estamos planteando un plan de inversiones, un verdadero plan estratégico nacional como nunca se había hecho. Un listado de obras es un cuerpo muerto, y esto que presentamos, no. Este trabajo (señala un libro titulado Argentina del Bicentenario, Plan estratégico Territorial) es una propuesta de un nuevo ordenamiento territorial, la búsqueda de una Argentina más equilibrada, más integrada, sustentable y socialmente justa. Esto no es como los listados del ingeniero Gallo (por el ministro de Obras Públicas de la Alianza, Nicolás Gallo). Aquí rescatamos el concepto de planificación, un instrumento que cayó en desuso a partir de la concepción neoliberal, que otorga al mercado el rol de único asignador eficiente de recursos.

–Lo que resulta llamativo es que cuando Argentina tiene más dificultades para acceder al crédito internacional pueda presentar una inversión semejante. ¿Podrá hacer frente y cumplir el compromiso?

–Si lo mira en detalle, va a ver que dejé afuera del programa anunciado toda obra que no tuviera financiamiento asegurado. Si no se tienen los recursos, por lo menos hay que contar con el apalancamiento financiero para poder llevarlo a cabo. Fíjese que hemos recuperado créditos de organismos multilaterales que han trabajado muy bien en el estudio de los proyectos. Estamos con un financiamiento del BID, por ejemplo, que es un record histórico en su relación con el país.

–Mencionó el concepto de justicia social y equilibrio. ¿En qué se puede apreciar dentro del plan de obras?

–Hay una deuda social por obras prometidas y nunca realizadas increíble. Vea esto (muestra el II Plan Quinquenal de Juan Domingo Perón, década del 50), planteaba la construcción de 200 mil viviendas en una primera etapa y 300 mil programadas para una segunda. Son números muy similares a los que tenemos hoy. Además, hay otras obras comprometidas en aquel plan quinquenal que, después, volvieron a formularse varias veces y nunca se hicieron. La ciudad de Córdoba, por caso, todavía tiene la mitad de su población sin acceso a cloacas. El proyecto de ejecución recién se acaba de entregar. No existían ni los planos. La línea de alta tensión entre Tucumán y Chaco es un tendido eléctrico que fue proyectado por Agua y Energía en los ’70. Pero, por otra parte, todo el plan sigue un eje territorial que toma en cuenta lo que cada provincia quiera hacer. Lo importante no es tanto si estaban o no en otros planes, si no si encajan en un plan de desarrollo integral. Ahí no importa si la inversión es privada o pública, sino cómo se van complementando. El soterramiento de las vías férreas en la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, es una obra privada, pero es parte de un plan de transporte mucho más amplio.

–En el plan se viene trabajando desde hace meses. Sin embargo, no se puede negar que su formulación es una respuesta a la amenaza de la crisis internacional para Argentina. ¿En qué medida la coyuntura modificó lo que se venía trabajando?

–En el marco de la actual crisis, la alternativa que enfrentábamos era aplicar un ajuste ortodoxo o redoblar la apuesta, para generar un “overshooting” de confianza (una reafirmación de la opción por el crecimiento). La idea es generar una medida contracíclica sin pasar por el ajuste. Lo que se hizo, entonces, es trabajar sobre el Plan Estratégico que ya estaba formulado, pero acentuando o acelerando aquellos aspectos que tuvieran una reacción más inmediata en materia de empleo o de movilización de recursos.

El plan de viviendas, distribuido en concursos de no más de 50 unidades en cada caso, tiene un impacto tremendo. Si usted hace un solo plan de 500 viviendas, seguramente genera un solo puesto por cada especialidad (azulejista, carpintero, etc.). Cuando lo divide en 10 planes, genera 10 puestos por cada especialidad. No necesariamente eso va a significar que se eleve el precio de las viviendas en una magnitud importante, porque al trabajar con múltiples planes en vez de uno solo muy grande, pasamos a un sistema de precios tope, en vez de los tradicionales reajustes de precios periódicos asociados a las megaobras públicas.

Lo que estaba previsto inicialmente era llevar la inversión en obras de infraestructura de 25 mil millones de pesos en 2008 a 33.000 en 2009. Ahora se elevó esta última cifra a 56.800 millones. Este es el esfuerzo adicional para apuntalar el crecimiento económico y del empleo, pero dentro del plan de integración energética y de infraestructura pública que ya veníamos desarrollando.

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Suena el teléfono. El ministro chequea números con quien, más tarde, se revelaría que era el secretario de Transporte, Ricardo Jaime. Austral tenía bajo su control 22 aviones, que con el que se incorporó esta última semana se van a 23. Pero dos ya fueron devueltos –la mayoría están alquilados mediante contratos de “leasing”– por deterioros insalvables. Y otros están en reparación y se van incorporando lentamente a la flota en servicio.

“El 17 de julio, Austral volaba con sólo 8 naves, con la que incorporamos ahora llegaremos a 13, en enero ya vamos a tener 15 y para marzo calculo que tendremos 18 naves en servicio, con las tres que se están alquilando a Aeroméxico”, repasa De Vido.

No espera preguntas, revisa carpetas y compara:

“Cuando Aguas Argentinas volvió al Estado tenía dificultades, pero era una empresa en marcha. Con el Correo, en su momento, fue igual. Pero con Aerolíneas y Austral es distinto, fueron vaciadas. Un desastre”.

Vuelve a repetir la secuencia de recuperación de la flota de Austral “en tan poco tiempo” y pone énfasis en la confianza que le merece la colaboración y la gestión del personal de las líneas aéreas que volvieron a ser estatales.

–La experiencia con el sector privado en Aerolíneas fue mala. En las otras que debieron renacionalizarse, también. Las renegociaciones de contratos tampoco habían empezado bien. ¿Cómo definiría hoy la relación del sector empresario y el Estado en su área?

–Los que entendieron la política de este gobierno están ganando plata y trabajando bien. Un ejemplo es el sector petrolero. Hubo petroleras que “estuvieron en otra”, mientras que las que invirtieron, como Apache o Pan American, hoy tienen una participación importante en el sector. Confío en que con el Plan Petróleo Plus (premia con mayor precio a quienes van a aumentar las reservas). De las renegociaciones, la situación más prolongada fue la cuestión tarifaria (gas y electricidad), pero también se resolvió. Hoy existe un sistema de subsidios cruzados, no estatal, por el cual el que más consume más paga. Puede no ser el más justo o no adecuarse perfectamente al nivel de ingresos, pero teníamos que tomar algún criterio medible. Para las empresas, al no haber subsidio estatal y más tarifa, también significa una mayor ganancia. La actitud empresaria hoy es otra, hay un replanteo de objetivos. Ya no hay espacio para el empresario contratista que trabajaba con la idea de la economía dolarizada de los ’90.

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Tras el lanzamiento del ambicioso plan de obras públicas, por 71 mil millones de pesos con financiamiento asegurado, más otro tramo de 40 mil millones cuyos fondos aún están gestionándose, De Vido siente estar viviendo el mejor momento desde que ocupó el cargo, en mayo de 2003. Pero no se olvida de los peores. Acepta responder sobre el “caso Skanska”, que terminó en un caso de corrupción por pago de sobreprecios en la construcción de dos tramos de gasoductos, a cargo de la empresa sueca para un proyecto gerenciado por Transportadora Gas del Norte (TGN), controlada por Techint.

–¿Siente una carga negativa sobre su gestión por el caso Skanska?

–Estoy convencido de que fue un caso de corrupción entre privados. Pero la opinión de uno no basta: la Justicia deberá pronunciarse y considero que está yendo en el sentido correcto. No tengo nada que objetar. Lo injusto es el tratamiento de algunos medios o grupos políticos, que lo dan como cosa juzgada y condenan a algún funcionario involucrado.

–¿Lo dice por Fulvio Madaro (ex presidente de Enargas, procesado)?

–Suecia echó a todos los funcionarios de Skanska involucrados, pero no abrió investigación. Sería bueno que lo hiciera, como lo hizo Siemens (pago de coimas en la adjudicación del contrato por los DNI). La empresa los exoneró y no hizo más comentarios. Y fíjese cómo le fue a Madaro y cómo les fue a ellos. Las pruebas contra Madaro no existen. La Justicia va a demostrar que no tuvo responsabilidad. Le repito: fue un caso de corrupción entre privados.

–¿Entre Skanska y TGN, quiere decir?

–Hay movimientos muy extraños, como los pases de gerentes entre ambas empresas. TGN dijo que no podía hacer las obras, por eso se contrató a Skanska, que actuó por cuenta y orden de ellos. Además, resulta que ahora se están pagando precios más altos que los denunciados entonces. Y el principal juez de la causa, que inició el caso, es hoy un político de rango en la oposición (Guillermo Montenegro, hoy ministro de Seguridad de Mauricio Macri). Sería bueno investigar otras obras hechas por la empresa con los mismos procedimientos.

–La minería también es objeto de denuncias, aunque no de los mismos sectores políticos...

–La mina Veladero (oro, San Juan) es un ejemplo de cumplimiento medioambiental total. Hoy la minería está gozando de una importante plusvalía por la suba del valor de los commodities. Hemos puesto retenciones a la exportación, para todos los proyectos mineros, igual que a las exportaciones de gas. Veladero es un proyecto con mucha demanda de mano de obra, con un impacto social muy favorable pese a las denuncias. No vamos a descuidar los aspectos ambientales, habrá un equilibrio. No estamos de acuerdo con los que dicen “No a la minería”, pero tampoco “Sí a la minería” de cualquier forma. Creemos que se inicia una etapa interesante con Homero Bibiloni en Medio Ambiente, vamos a trabajar bien y verificando todo lo que haga falta.

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Julio De Vido, en su despacho y rodeado de papeles. El II Plan Quinquenal, material de consulta.
Imagen: Rafael Yohai
 

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