ECONOMíA › IMPLICANCIAS DE SEGUIR BAJO EL MODELO NEOLIBERAL O VIRAR AL NEOKEYNESIANISMO

En las recetas económicas no hay genéricos

Dos candidatos de marcada tendencia neoliberal y tres con tintes más estatistas, aunque en diferente grado, se disputan la preferencia del electorado. Qué opinan los economistas.

 Por David Cufré

“La política económica que aplicarían Carlos Menem o Ricardo López Murphy es la continuación del modelo neoliberal que implosionó en diciembre de 2001. A Néstor Kirchner, Elisa Carrió y Adolfo Rodríguez Saá se los puede calificar con cierta benevolencia como progresistas”, esquematiza Benjamín Hopenhayn, profesor de finanzas internacionales de la UBA y miembro del Grupo Fénix. Desde la ortodoxia, el economista Orlando Ferreres ilustra: “Los candidatos promercado tienen soluciones un poco más dolorosas, pero sanadoras. A veces los sectores progresistas no entienden que para curar a un enfermo hay que operarlo, aunque sea más traumático”. En estas elecciones compiten (por lo menos) dos concepciones sobre la economía, con fuertes coincidencias entre Menem y López Murphy, y diferencias de matices, velocidades y consistencias entre los “neokeynesianos” Kirchner, Carrió y Rodríguez Saá.
Abel Viglione, economista de FIEL, el think tank de López Murphy, discrepa con esta categorización y considera que unos son “promercado” y otros, “un poco menos promercado”. Definición a la que no le falta razón. Pero es claro que Pablo Rojo, el ministeriable de Menem, y Manuel Solanet, principal economista de López Murphy, comparten ideas sobre cómo debe funcionar la economía de aquí en más.
Su primer mandamiento “es profundizar la política de ajuste fiscal para generar mayores excedentes con qué pagar la deuda”, afirma Mercedes Marcó del Pont, economista de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE). “Van a adoptar una política de alineamiento con los Estados Unidos y van a favorecer a los mismos sectores que en los ‘90, como los bancos y las privatizadas”, resume. “Es el modelo de la valorización financiera y de la exportación de commodities”, agrega Hopenhayn, quien advierte que ese esquema ya fracasó, y que pretender reflotarlo “genera un nivel de tensión que sólo puede sostenerse con represión”.
Viglione coincide en que un aspecto central que marcará diferencias según quién gane las elecciones “es el corte que hará cada uno con el tema de la deuda”. “En un extremo está Rodríguez Saá, que primero revisa todo y después dice si paga o no. En el medio se ubican Kirchner y Carrió, que proponen quitas de capital y reducción de intereses. Y en la otra punta se alinean Menem y López Murphy, que quieren una disminución de las tasas y estirar fuerte los plazos de pago, pero sin quitas”, explica.
Cada una de esas estrategias determina distintos grados de superávit fiscal. “El mayor esfuerzo lo tienen que hacer los candidatos promercado”, avisa. Roberto Lavagna negoció con el FMI un superávit primario de 2,5 puntos del PBI. Menem y López Murphy están pensando en ampliarlo a 5. “El menor esfuerzo es para Rodríguez Saá”, continúa Viglione. “Ahora, con ese plan hay que olvidarse por 20 años de que la Argentina sea sujeto de crédito”, remarca, aunque luego admite que por más que se haga lo que proponen Menem y López Murphy, habrá que esperar por lo menos, una década para recuperar financiamiento internacional.
Ferreres interpreta que “el plan de los promercado es generar confianza para que vuelva la inversión”. “Sin inversión no hay crecimiento”, añade. Viglione subraya que “hoy todos hablan de sustitución de importaciones en rubros como metalmecánica, confecciones textiles, juguetes y calzados, como si fuera óptimo. Eso tiene un techo. Es claro que vamos a producir más textiles y calzados porque el salario es el de Nepal. A todos se les hace agua la boca hablando de esos sectores más el turismo, pero eso es de patas cortas”. La clave para que la recuperación se transforme en crecimiento sostenido es que el próximo gobierno genere condiciones para la inversión del sector privado, concluye el hombre de FIEL. Y agrega que eso se logrará “si se reconstituyen las instituciones”. Marcó del Pont no lo cree. “Se debería plantear una estrategia a partir de la expansión del mercado interno, con políticas monetaria, fiscal y tributaria expansivas. Todo eso se contradice con las exigencias del Fondo”, señala. “Si la inversión privada no aparece, la inversión pública puede hacer punta”, recuerda. La recuperación del mercado interno es imposible sin una política de fuerte aumento de ingresos de los asalariados y de mejor distribución en general. “Todos dicen que hay que aumentar el salario de bolsillo. Los pro-mercado, a través de reducción de aportes patronales y los otros por la vía de aumentos generales de salarios”, retruca Viglione. “Está probado que la reducción de aportes desfinancia al Estado y no se traduce en aumentos de bolsillo”, desmiente Hopenhayn. Y para terminar evalúa que entre “los que no quieren el modelo neoliberal, Rodríguez Saá se muestra más tirado a la pileta, Carrió aparece más centrada y KirchnerLavagna lucen más moderados”.

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Lo Vuolo, Lavagna, Solanet y Rojo. Junto a Benalcazar, los ministeriables de otros tantos presidenciables.
 
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