ECONOMíA › CRECIó APENAS 2,6 POR CIENTO INTERANUAL EN MAYO

Brasil todavía no logra remontar

 Por Javier Lewkowicz

Brasil conjuga un enorme potencial en términos de instituciones desarrollistas, poder en el concierto mundial, reservas internacionales y recursos ociosos, con un consenso entre los sectores dominantes acerca de los peligros del rápido crecimiento económico. Sin embargo, la moderación macro convive con la mejora en las condiciones de vida de los más pobres. En ese análisis coinciden varios especialistas luego de la difusión de nuevos datos sobre el país vecino. Días atrás Brasil anunció que el crecimiento interanual de la economía en mayo fue de 2,6 por ciento, aunque frente a abril se produjo una caída de 1,4 por ciento. En los primeros tres meses del año, la economía bajó 0,6 por ciento con respecto al último trimestre de 2012. Esta situación afecta a la economía argentina a través de menores exportaciones al país vecino y una competencia más fuerte para colocar bienes manufacturados en la economía nacional.

Dos de las herramientas más importantes de política económica que el gobierno de Brasil utiliza para moderar el crecimiento es la tasa de interés que maneja el Banco Central. Esta semana la autoridad monetaria del país vecino dictó una nueva suba de su tasa de referencia hasta 8,5 por ciento con el objetivo de bajar la inflación. En tanto, el gobierno anunció a fines de mayo un recorte presupuestario equivalente a 14 mil millones de dólares para alcanzar la meta fijada de superávit primario.

A pesar de haber mejorado su posición relativa a nivel estratégico en el mundo con su ingreso en el grupo de los Brics, la acumulación de 374 mil millones de dólares en reservas internacionales en los últimos diez años, un nivel de endeudamiento externo bajo e instituciones que heredó de su etapa desarrollista como el BNDS, Petrobras, Vale y Embraer y un mercado interno inmenso, la economía de Brasil muestra poco dinamismo. En 2011 creció 2,7 por ciento, el año pasado lo hizo en 0,9 por ciento y este año acumula en los primeros cinco meses del año un avance de 3,1 por ciento.

El crecimiento anual promedio entre 1994 y 2012 de Brasil fue del 3 por ciento, mientras que el de Argentina, crisis de final de la convertibilidad y estallido de 2001/02 mediante, fue de 3,5 por ciento. El profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro Eduardo Crespo, a partir de esos datos, asegura que “la raíz del estancamiento brasileño no es económica sino política”, en un artículo reciente en El Economista.

En las presidencias de Lula y Dilma, a pesar de un crecimiento moderado, los sectores más desprotegidos mejoraron en términos relativos, a partir de planes sociales, acceso al crédito, apreciación cambiaria y suba sistemática del salario mínimo, plantea Crespo. Esta dinámica, según el economista, “acentúa tensiones y despierta desconfianza entre las elites del país, por los efectos políticamente desestabilizadores del crecimiento, generando incentivos para implementar políticas macroeconómicas conservadoras”. De ahí que el gobierno de Dilma esté aplicando la “terapia del estancamiento autoinfligido” a través de ajustes fiscales, congelamiento salariales y medidas proempresariales, como reducciones de impuestos y una leve devaluación cambiaria.

Franklin Serrano, reconocido economista heterodoxo de Brasil, también advierte que a pesar del comportamiento agregado poco vistoso la situación social mejora. Lo hace a través de la suba, aunque moderada, del salario real a través del alza salario mínimo que aplica el gobierno y el buen desempeño de sectores mano de obra intensivos, como servicios y la construcción, que mantienen a raya el desempleo, lo que a su vez presiona al alza sobre los salarios. También en ese sentido tiene consecuencias positivas el plan de ingresos Bolsa Familia.

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