ECONOMíA › TEMAS DE DEBATE: CóMO SE GESTIONA LA CIUDAD AUTóNOMA DE BUENOS AIRES

La crisis de un distrito clave

Los especialistas analizan aspectos centrales de uno de los principales territorios del país: su política de endeudamiento, la calidad de los servicios públicos, los planes de vivienda y el éxodo de los porteños.

Producción: Tomás Lukin

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Semilla del neoliberalismo

Por Martín Burgos *

Para conocer las políticas económicas que llevarían adelante los distintos partidos en caso de ganar las elecciones presidenciales de 2015, deberíamos analizar lo que cada uno está haciendo en sus gobiernos locales. Esta premisa, riesgosa por cierto, no ofrece dudas cuando se trata del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, dado que suele alardearse por la política económica que lleva a cabo en lo distrital y la ubica como paradigmática de su programa de gobierno nacional.

De los numerosos aspectos que configuran la política neoliberal, el lugar que ocupa la “lluvia de dólares” de la deuda externa es fundamental dado que es el instrumento por el cual se propone sortear la problemática de la restricción externa. Sin embargo, sabemos que esa herramienta se convierte rápidamente en un bumerán que termina deteriorando las condiciones de empleo y la distribución del ingreso.

Aprendiendo la lección del colapso de 2001, el gobierno nacional actual llevó a cabo una política de desendeudamiento y de independencia respecto de los organismos multilaterales como el FMI que fueron fundamentales para el crecimiento económico. A nivel nacional, la deuda representaba 166 por ciento del PIB en diciembre de 2002, 56 por ciento en diciembre de 2007 y 41 por ciento en junio de 2012. Además de disminuir el stock de deuda respecto del tamaño de la economía, ésta implicó cambios significativos en la composición de los acreedores. Los tenedores privados perdieron peso y la deuda del Estado nacional con este sector disminuyó en la actualidad al 13,8 por ciento del PIB, cuando en 2002 era de 105 por ciento del PIB. Hoy, gran parte de la deuda del sector público se encuentra en manos de organismos del Estado, lo que reduce el riesgo de renovación y permite no tener que endeudarse a las tasas exigidas por el mercado.

Al revés de esa tendencia, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se destaca y no precisamente por ser un buen alumno: eligió endeudarse hasta niveles desconocidos desde la constitución de la Ciudad Autónoma en 1996. El endeudamiento fue subiendo 124 por ciento en dólares entre 2007 y 2012 (286 por ciento en pesos). El porcentaje de la deuda contraída con organismos multilaterales también muestra diferencias entre ambas gestiones. Mientras los organismos representan el 10 por ciento de la deuda de la Nación, en la Ciudad el porcentaje es del 19 por ciento sin tendencia a disminuir.

Por su parte, otro aspecto donde se ven diferencias relevantes es en la composición de monedas en que está contraída la deuda. En la Nación, en junio de 2012, el 61 por ciento de la deuda se encontraba en moneda extranjera (en su mayoría en dólares estadounidenses), cuando en 2002 era superior al 90 por ciento, siendo éste otro de los aspectos positivos de la política de desendeudamiento. Por el contrario, en la Ciudad la deuda en moneda extranjera pasó de representar el 60 por ciento en 2007 al 90 por ciento en 2011, tornando la situación financiera de la Ciudad más vulnerable al contexto internacional y una variación en el tipo de cambio. En estas circunstancias, los llamados a devaluar realizados por referentes del PRO generarían un importante problema financiero al propio Gobierno de la Ciudad, ya que significaría un incremento de la deuda valuada en pesos.

Este último aspecto es de primera importancia, y lleva a preguntarnos: ¿por qué un gobierno que tiene gastos en pesos se endeuda en dólares? Bien se podría pedir un préstamo en pesos a un banco nacional o aumentar los impuestos hacia los agentes económicos más importantes, que se concentran justamente en la Ciudad de Buenos Aires. Ese endeudamiento en dólares se deberá pagar con reservas de la Nación, e implicaría irónicamente una mayor dependencia política del gobierno nacional. La otra opción, que fue tomando el Gobierno de la Ciudad, es pagar los intereses con más deuda externa. Esta dinámica, justamente, es la que hace de la deuda externa un mecanismo de dependencia respecto del poder financiero estadounidense. En suma, la gestión de la deuda externa en la Ciudad no es más que el pálido reflejo de una política económica neoliberal que vivimos durante los años ’90, y que se niega a extinguirse.

* Economista - Centro Cultural de la Cooperación y surdesarrollo.coop. Autor del libro La Ciudad Empresa.


Un espacio que expulsa

Por Fernando Manzano *

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires es el distrito que más población expulsa del país de acuerdo con los datos del Censo 2010. En los últimos cinco años, más del 10 por ciento de sus residentes decidieron irse. Son cerca de 58.500 porteños: esta cifra es once veces superior a Formosa, segunda provincia en tasa de migración neta negativa. ¿Por qué cada año más personas deciden abandonar la Ciudad? Se trata de sectores de ingresos medios y medio-altos cuyas motivaciones obedecen a una percepción de baja calidad de vida ofrecida por la Ciudad en materia de vivienda, calidad educativa, servicios públicos –entre los que se encuentra el transporte– y preferencia de un entorno social menos desigual.

Estos porteños tienen una perspectiva “optimista” de su propia realidad, pero no de la Ciudad. El pobre desarrollo de ésta con relación al crecimiento personal encuentra como respuesta la migración, frente a la renuncia del Estado neoliberal porteño a intervenir y contener a sus ciudadanos. Los datos del Censo 2010 permiten corroborar la percepción de los ciudadanos. Tomaremos algunos a título ilustrativo.

El problema de la vivienda resulta crucial. Por un lado, es el distrito con más alta proporción de población en viviendas precarias. Para 2010 ya había 5598 personas residiendo en un local no construido para habitación, 103.963 individuos en piezas de inquilinato y hotel familiar o pensión (11 por ciento más que en 2001, mientras que la cifra a nivel país se redujo hasta 6,1 por ciento). En tanto en el total del país disminuyó el hacinamiento crítico en un 20 por ciento durante el período intercensal, en CABA no hubo mejoras.

Paralelamente fue el distrito con mayor crecimiento de viviendas deficitarias (que tienen piso de tierra o ladrillo suelto o no tienen provisión de agua por cañería dentro de la vivienda o inodoro con descarga de agua) durante el período. Los hogares de estas características se incrementaron en un 69,7 por ciento.

Por otro lado, el stock de viviendas habitadas creció en el país más del doble que en CABA (más de 1,5 millón de viviendas se crearon en el resto del territorio nacional, contra apenas 74 mil en Ciudad de Buenos Aires). En cambio, la Ciudad es el distrito del país con mayor porcentaje de vivienda ociosa (25 por ciento frente a 18 por ciento del promedio nacional), consecuencia de la política del gobierno porteño, que ha avalado 1356 por ciento más permisos de construcción en el norte de la Ciudad que en el sur, donde se ubica el mayor déficit habitacional, promoviendo la edificación de vivienda suntuosa –orientada a la especulación inmobiliaria y el refugio de valor de excedentes de sectores minoritarios–, distorsionando precios y volviendo más inaccesible la primera vivienda, al tiempo que el Estado municipal no ejerce ninguna regulación sobre los alquileres ni política impositiva alguna que desestimule la propiedad ociosa.

Las mejoras en los servicios públicos tampoco arrojan números alentadores. En provisión de agua de red, acceso a desagüe cloacal o disponibilidad de gas de red, las mejoras observadas en el conjunto de la Nación son significativamente superiores a los magros avances de la Ciudad que ha obtenido niveles de recaudación record en los últimos años (sus recursos crecieron 350 por ciento entre 2007 y 2012). No ha sido menos pobre la performance en materia de Necesidades Básicas Insatisfechas (la reducción fue de apenas 0,8 por ciento contra 5,2 por ciento en el total del país), ni menos significativo el hecho de ser el distrito con mayor desigualdad de ingresos (la relación entre el ingreso medio del 10 por ciento que más gana y el del 10 por ciento que menos gana es de 9,3, mientras que a nivel país es de 7,5 veces).

Razones de espacio impiden profundizar el análisis del deterioro en salud y educación públicas y transporte, o la ausencia de obras de infraestructura que resuelvan temas importantes para quienes viven y transitan a diario la Ciudad, como las inundaciones. Pero se puede prescindir de más números para saber que no está bueno Buenos Aires.

* Licenciado en Economía y Sociología - La graN maKro.

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Imagen: DyN
 
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