ECONOMíA › INTA SE ASOCIA AL CAPITAL PRIVADO PARA COMPETIR EN PRODUCTOS VETERINARIOS CON LOS MAYORES LABORATORIOS

Ciencia y capital local vs. las corporaciones

Se creó la primera empresa público-privada que comercializará un producto natural que prevé la diarrea neonatal de los terneros de tambo. Un nuevo modelo empresario, con independencia tecnológica y proyección al mercado mundial.

 Por Raúl Dellatorre

El último viernes se anunció la creación de la primera empresa en el país de base tecnológica público-privada, Bioinnovo, que tendrá como objetivo el desarrollo comercial, a nivel local e internacional, de un producto veterinario que podría resolver una de las enfermedades que produce mayor mortandad en los terneros. El producto creado es el resultado de una investigación desarrollada por científicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en colaboración con un laboratorio de capitales nacionales, Vetanco, y competirá en un mercado mundial controlado por un reducido número de laboratorios de primerísima línea, dotados de un elevado componente de desarrollo e investigación científicos. En lo que respecta al mercado interno, la enfermedad a la que apunta, el síndrome de la diarrea neonatal, llega a afectar al 60 por ciento de los animales nacidos en tambos, puede alcanzar una mortandad aproximada al 20 por ciento y una marcada baja en el rendimiento productivo de los que logran sobrevivir. El proyecto en sí, la primera asociación público-privada en el marco de la nueva Ley de Biotecnología, logrando el lanzamiento de un producto veterinario que competirá con los mayores players mundiales de la industria de laboratorios, viene a derribar diversas barreras. Entre ellas, la resistencia que el país soportó durante tantos años a que, por vía de desarrollos locales, se pudiera romper con la dependencia de las corporaciones internacionales, particularmente en rubros tan estratégicos como la industria farmacéutica. Bioinnovo es la primera empresa mixta de su tipo, de base tecnológica, promovida por la Ley de Biotecnología 25.467 que, a partir del impulso dado al área científica en el país con la creación de un ministerio específico, busca plasmar la tarea de los institutos de investigación nacionales con el desarrollo comercial en manos privadas. “Este es el ejemplo de empresas que necesita el país”, destacó Gabriel Delgado, secretario de Agricultura. “Hay que destacar todos los ejes que cruza este proyecto; este gobierno ha dado vuelta la visión en materia de ciencia y tecnología, y este tipo de procesos explora otras áreas que salen de la agenda tradicional de investigación”, subrayó. El desarrollo científico de los investigadores del INTA, además de haber permitido crear el primer producto biotecnológico para controlar una de las principales enfermedades de impacto sanitario en los rodeos, podría dar lugar a la obtención de inmunoglobulinas (anticuerpos) para combatir otras enfermedades, incluso para la salud humana.

En cuanto a la génesis del producto en sí, lo que consiguieron los investigadores del INTA Castelar fue inmunizar gallinas contra cuatro agentes infecciosos que generan diarrea en terneros, y lograron así huevos enriquecidos con anticuerpos. Mediante un proceso de secado, a partir de la yema de los huevos obtenidos se genera un producto en polvo, que al incorporarse a la dieta láctea del animal logra su inmunidad a la enfermedad. “Este polvo representa una solución sanitaria a un problema para el cual las medidas preexistentes no funcionaban completamente”, explicó Marina Bok, una de las investigadoras que integran el equipo de Bioinnovo. “Cuando hay un animal con diarrea en un rodeo, muy pocos productores realizan los análisis para conocer qué virus, bacteria o parásito la causa, por lo que fue necesario generar un producto que proteja contra los principales agentes infecciosos”, señaló. El resultado fue un producto en polvo que inmuniza al ternero contra dos virus y dos bacterias que generan diarrea: Rotavirus, Coronavirus, Salmonella y Escherichia coli. Enfermedades que, además, pueden provocar complicaciones a la salud humana al consumir alimentos de animales infectados por las mismas.

Horacio Mancini, vicepresidente de Vetanco, el laboratorio privado asociado al INTA en Bioinnovo, señaló que entre las ventajas comerciales del producto, que se denomina IgY, es su fácil suministro, ya que es un suplemento alimentario para el ternero “que asemeja la leche materna”. Además espera que tenga buena aceptación en los mercados mundiales por las características naturales del producto: se trata de un polvo de yema de huevo, no de una vacuna u otro producto químico. “Hay un mercado, sobre todo en los países centrales, cada vez más exigente en buscar utilizar menos antibióticos, que siempre pueden tener un residuo contaminante”, señaló el empresario apuntándole a una plaza dominada por los “pesados” de la industria química. “Para la Argentina, significa avanzar hacia las fronteras más alejadas de la comercialización convencional de fármacos genéricos o tradicionales”, sostuvo.

Lo que destacan funcionarios como el vicetitular de Agricultura, Gabriel Delgado, respecto del “ejemplo de empresas que necesita el país”, es la apuesta de Vetanco por asociarse con la investigación de un instituto nacional, en vez de comprar “un paquete tecnológico cerrado” en el exterior, desentendiéndose del riesgo del proceso. También refleja una cultura diferente, en cuanto a concepción empresaria, entre la apuesta al desarrollo científico para crecer, en vez de centrar sus estrategias en aumentar rentabilidad vía baja de costos (salarios) o eludiendo impuestos.

También para el Estado, la experiencia refleja un cambio cultural. Los funcionarios admiten que no fue fácil superar todos los obstáculos para conseguir la aprobación a este tipo de asociación sin precedentes con el capital privado. Pero, además, para imponer una nueva visión sobre el rol científico del Estado. En las mismas instalaciones del INTA Castelar que ahora cobijaron el desarrollo del nuevo producto, entre mediados de los ’60 y los ’80 desarrolló sus investigaciones el doctor Scholein Rivenzon, que le permitieron inventar la vacuna oleosa contra la aftosa. Su mérito fue reconocido en vida, pero las enormes ganancias que se derivaron de su comercialización fueron acumuladas por laboratorios que la explotan, sin obligación de devolver en nuevas investigaciones parte de la renta. El INTA también alcanzó desarrollos extraordinarios en semillas, pero el esfuerzo quedó en las sombras, convenientemente para las semilleras privadas que monopolizaron el negocio. Existen otros desarrollos a partir del trabajo científico, en maquinaria agrícola o sistemas de riego por citar apenas dos ejemplos, que podrían tener mayor difusión en beneficio, sobre todo, de pequeños productores y de consumidores de alimentos. La primera aplicación de la Ley de Biotecnología puede ser un buen ejemplo de un modelo que, hasta acá, los sectores dominantes lograron hacer ver como innecesario.

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La diarrea neonatal afecta al 60% de los terneros nacidos en tambo y alcanza una mortandad del 20%.
 

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