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Como autodefensa, el BID dice que Kirchner sólo es un cambio de grado

El Gobierno no recibirá la noticia como un elogio, pero parece haber ganado aliados en Washington. Para defender al neoliberalismo, economistas ortodoxos del BID sostienen que Kirchner tiene “diferencias de grado” con Menem. El ecuatoriano Gutiérrez, el caso más extremo.

 Por Maximiliano Montenegro

Para los economistas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), más allá de su retórica “antineoliberal”, no hay diferencias sustanciales entre la política económica de Kirchner y de Menem. “Mientras en Argentina el presidente Kirchner reniega de las políticas neoliberales de la era Menem, sus diferencias con ese modelo parecen ser sólo de grados”, aseguran en el último número del boletín publicado por el Departamento de Investigaciones del BID. Quienes dicen eso no pertenecen a uno de los grupos piqueteros de Castells o militan en las filas de Elisa Carrió. Son funcionarios que trabajan para uno de los tres organismos internacionales de crédito con sede en Washington y que defiende las políticas ortodoxas del Banco Mundial y del Fondo Monetario. Para ellos, Kirchner es un ejemplo de la distancia que media entre la “retórica” de algunos políticos latinoamericanos y la “realidad” de sus políticas.
En el último número de la revista IDEA, publicada por el BID, los economistas del Departamento de Investigaciones de la entidad escriben un extenso artículo titulado “Fatiga de reforma”. Allí se preguntan por qué “la era de las ambiciosas reformas económicas terminó”, entendiendo como sinónimo de “reformas” a las “políticas promercado” de los años noventa. También analizan el fenómeno de que, según las encuestas, la opinión pública latinoamericana se haya vuelto en contra de dichas reformas o de dicho “modelo”, si se prefiere. Lejos de indagar en el nefasto impacto social de esas políticas sobre los sectores de clase media y baja, los funcionarios del BID relativizan la incidencia de las reformas promercado en el aumento de la desocupación y la pobreza, y hasta se animan a sostener que “la visión prevaleciente entre los investigadores” es que el efecto de las reformas sobre la distribución del ingreso fue “moderado”. Más aún, argumentan que el rechazo social al modelo es consecuencia de una confusión entre la reforma promercado y los resultados macroeconómicos y que éstos fueron modestos porque las reformas fueran incompletas o no tenían el suficiente apoyo institucional (ver aparte).
Tales aseveraciones no hacen más que confirmar que los economistas del BID se enrolan entre los exégetas más fieles del pensamiento de Washington. Pero dejando de lado cuestiones ideológicas, lo interesante es cómo evalúan al gobierno de Kirchner. Con el subtítulo “Gobernantes: retórica o realidad”, explican que “en años recientes los políticos latinoamericanos ha culpado a las políticas de libre mercado por el bajo crecimiento y el alto desempleo”.
Y ejemplifican: “En Argentina, Néstor Kirchner ganó la presidencia haciendo campaña contra ‘el modelo neoliberal’ y las ‘lamentables y desastrosas’ (entre comillas) políticas impuestas por el FMI”. Para los burócratas del BID, esa “retórica” no se condice con la “realidad” de su gobierno que, en su opinión, lleva adelante una política económica que sólo se distingue en matices de la Menem.
“Mientras el presidente Kirchner reniega de las políticas neoliberales de la era Menem, las diferencias con el modelo parecen ser sólo de grados”, sentencian. Difícilmente el Presidente tome esa opinión como un elogio. Pero es evidente que el Gobierno tiene nuevos aliados en Washington.
Tal vez consideran que ello es así debido a que Kirchner también firmó un acuerdo con el Fondo Monetario, o porque respetó la continuidad jurídica de las principales privatizaciones de la era menemista. No lo explican.
El otro ejemplo que citan para graficar la distancia entre la retórica y la realidad de algunos gobiernos es el de Lucio Gutiérrez, en Ecuador. “Era comparado con Hugo Chávez, de Venezuela, debido a su formación militar y su mensaje populista; y también hablaba de cómo las políticas neoliberales llevaron al desastre a su país”, recuerdan. Pero la realidad, analiza el BID, de nuevo, es otra: “Gutiérrez ganó la presidencia de Ecuador con el apoyo de la izquierda y los grupos indigenistas, pero nombró a un ministro de Economia ortodoxo y firmó un acuerdo con el FMI en el que se compromete a conseguir un gran superávit fiscal y abrir el sector energético controlado por el Estado”.
Equiparando los casos de Kirchner y Gutiérrez, los burócratas del BID extraen una conclusión polémica: “En otras palabras, mientras el volumen de la retórica es alto, no se ha trasladado todavía en una tendencia extendida en la región de vuelta atrás en la política” promercado de la década pasada.

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Roberto Lavagna, ministro de Economía. Para el BID su política no tiene muchas diferencias con las del ‘90.
 
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