ECONOMíA

“Hay que elegir entre la dictadura del FMI o intentar algo distinto”

El economista francés Pierre Salama dijo a Página/12 que un nuevo acuerdo con el FMI profundizará la recesión. Al revés, propone más gasto público. “Se corre el riesgo de que la devaluación no sirva para nada”, advierte.

 Por Claudio Scaletta

En su reciente paso por Argentina el economista francés Pierre Salama explicó a Página/12 que las recetas propuestas por el FMI sólo conseguirán profundizar la recesión. También dijo que estas recomendaciones contradicen las políticas aplicadas por los países que las sugieren. Para Salama, la prioridad no es superar el corralito financiero sino, a la manera keynesiana clásica, aumentar el gasto para poner en funcionamiento la capacidad ociosa de la economía. Confía en que el carácter relativamente cerrado de la economía argentina evitará que la emisión desemboque en una hiperinflación. Complementariamente, propone el diseño de una política industrial con base regional que enfatice la reconstrucción del Mercosur en contraposición al proyecto ALCA.
–En sus anteriores visitas a la Argentina usted siempre consideró que debía abandonarse la convertibilidad. Ahora que esto ya se produjo, ¿cuál es su evaluación?
–Mientras duró, la convertibilidad fue una ilusión y una trampa. Una ilusión porque el valor de la moneda era ficticio. Y una trampa porque cada día que pasaba hacía más difícil y más costoso socialmente salir de ella. Esto fue una crisis anunciada, pero cuando yo decía esto la gente pensaba que estaba loco. Ahora la situación es bastante grave porque se demoró demasiado y todo indica que la gran devaluación, por sí sola, no será suficiente. Se corre el riesgo de que la devaluación no sirva para nada. Y esto es grave por el fuerte costo social que conlleva en términos de reducción de salarios. El desafío para el pueblo argentino es tener la capacidad de diferenciar entre las palabras y los actos. No se puede hablar de los pobres, de la desigualdad, de que la Argentina es rica pero tiene un ingreso mal distribuido, como escuché de gente que está en el gobierno. Todo esto son palabras si detrás no hay una política diferente, de ruptura.
–¿La ilusión de la convertibilidad es que la Argentina no era tan rica como se creía?
–Ese fue uno de sus aspectos más viciosos y también una consecuencia perversa de la globalización, de la tendencia a sobrevaluar las monedas para que los capitales internacionales puedan girar más beneficios. Esto explica que en la Argentina la salida de capitales haya sido un proceso estructural. Y este fenómeno duró 10 años. La contradicción fue que mientras el Estado debía tener déficit cero, al mismo tiempo debía emitir bonos para compensar el déficit de divisas.
–Este proceso terminó con el previsible colapso del sistema financiero.
–Sí, pero no creo que ese sea hoy el principal problema. Es verdad que el corralito fue consecuencia de una gran irresponsabilidad política y que será muy difícil que el público recupere la confianza en los bancos, pero ahora la prioridad es otra. Es dar trabajo y poner en marcha la capacidad ociosa. No se puede tratar la pobreza con distribución de ingresos. Ahora estamos en una emergencia y lo que se necesita es gastar asumiendo que existirá un fuerte déficit presupuestario. En esta etapa es mejor generar empleo que distribuir ingresos. Los ingresos deben redistribuirse por vía impositiva o por subsidios, pero en este momento hay una rebelión fiscal.
–Usted por un lado propone que se aumente el gasto y por otro reconoce que los impuestos caen, ¿cómo se cubre la diferencia?
–Estamos frente a una crisis grave en la que se necesita elegir. ¿Qué es más importante, seguir la ortodoxia del Fondo Monetario Internacional, cuyo precio ya se conoce, o salir de la crisis? Lo que digo es que se necesita un déficit importante para salir de la recesión y, luego, si la situación cambia, existirá la posibilidad de recomponer las cosas. La realidad es que si se sigue el escenario más optimista, el escenario oficial, que señala una caída del producto del 8,5 por ciento con un dólar a 3 pesos, esto significa que el número de pobres pasará de 15 a 17 millones ya en mayo de este año. Es necesario romper con este proceso. Nose trata de hacer una revolución, se trata de hacer lo que se hace en mi país, en Francia, o en Estados Unidos cuando existe una crisis.
–Su propuesta supone una fuerte emisión monetaria. ¿No llevaría eso a la hiperinflación?
–La economía argentina es relativamente cerrada, aunque financieramente este globalizada, no creo que haya peligro de hiperinflación si se controlan algunas variables. La decisión pasa por si se prioriza o no el mercado interno.
–¿Hay que abandonar las recetas del FMI?
–El FMI también puede cambiar un poco de posición si existe un problema político y una relación de fuerzas distinta. Hay una dictadura del Fondo. Anne Krueger pertenece a las corrientes más de derecha del partido republicano. No hay que hablar con ella como economista, sino como política. México y Brasil también están comenzando, con menos gravedad por supuesto, procesos recesivos. Por eso tiene que surgir otra relación de fuerzas que cambie las imposiciones del Fondo. No se necesita romper. Hay que discutir y discutir, y sino hacer de todas maneras una política diferente. En mi anterior visita a la Argentina se estaba negociando el famoso blindaje ¿Cuánta plata vino efectivamente? ¿Cuánto hace que se consiguió ese acuerdo? Es evidente que estamos frente a un círculo vicioso.
–Dejemos por un momento el corto plazo y hablemos de la estructura productiva que debería emerger de la crisis. Luego de la reprimarización productiva del último cuarto de siglo ¿cuál cree que debe ser el nuevo patrón de especialización de la Argentina?
–Argentina no se convertirá de un día para otro en un país industrial. Lo único que se puede hacer es iniciar un nuevo proceso. Pienso que hay mucho que aprender de países como Australia. No se puede generar riqueza solamente a partir de la producción primaria o de la exportación de petróleo. Australia tiene una base de producción primaria, pero es fuerte en determinadas ramas industriales y de alta tecnología. No digo que se pueda hacer un milagro industrialista, pero al menos hay que tener una política industrial. Creo que la clave debe pasar por la reformulación del Mercosur para oponerse al ALCA. La política industrial debe ser regional.

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Pierre Salama, economista estrella de la izquierda en Francia. Cree que en Argentina no hay riesgo de hiperinflación.
 
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