ESPECTáCULOS

“La gente se está volviendo cadavez más zurda, sin darse cuenta”

Las canciones de Ignacio Copani acompañan cotidianamente programas periodísticos en radio y televisión, a tono con el agravamiento de la crisis.

 Por Fernando D´addario

La voz de Ignacio Copani aparece cotidianamente en los medios audiovisuales, como espejo de una situación que supera, por impacto masivo, la más ambiciosa estrategia publicitaria que pudiese haber previsto. En rigor, este “regreso” involuntario se inscribe en el peor de los escenarios posibles: devaluación, cacerolazo, saqueos, inflación. Su música matizó clips periodísticos de todo tipo. En “Televisión Registrada” pasaron “Gatillo fácil” a la hora de acompañar una nota sobre excesos policiales. En “A dos voces” lo invitaron al piso para que explicara (como si eso fuera posible) la fiebre del dólar. Y hasta el derechista “Después de hora” apeló a la canción “Por un dólar” para enriquecer sus apocalípticas recorridas por la city porteña. Copani contextualiza, en la entrevista con Página/12, este resurgimiento mediático: “Lo curioso es que yo escribí ‘Por un dólar’ en 1989, en la época de la hiperinflación de Alfonsín, y no la hice pensando en la gente desesperada que hace cola en las casas de cambio sino en un tipo muy particular de argentino que sería capaz de vender a la madre por un billete verde”.
Después de un año sin actuar oficialmente en la Capital Federal, Copani se presentará el viernes y sábado próximos en La Máscara (Piedras 736). Sabe que, de algún modo, sus canciones sencillas y comprometidas forman parte de la banda de sonido del cacerolazo. “Es un momento tan difícil que no te puedo decir que esté contento. Porque, además, no es que sienta que esté recogiendo el reconocimiento que sembré con temas que hice hace mucho. Más allá de que me pasen en la tele, me siento respetado y reconocido en la medida en que me lo merezco y nada más. Sólo los ultrafans deben pensar que conmigo hubo un antes y un después en la música popular. La vida artística, para mí, sigue igual que siempre”, sostiene el músico. Pero la vida fuera del escenario incluye, para Copani, otros matices: está atrapado en el corralito, y parte de su familia participa de la asamblea barrial de Acoyte y Rivadavia. El cantautor no puede evitar una sonrisa cómplice cuando agrega que la gente de las asambleas barriales “se está volviendo cada vez más zurda, sin darse cuenta. Es que se vuelve zurda no por una bajada de línea de los partidos políticos sino porque la realidad y el sentido común la llevó a eso. Mandan unas propuestas bárbaras, pero que ni en Cuba podrían aplicarse...”.
–¿Qué siente cuando escucha una canción suya en el programa de Hadad?
–No me pasa nada. Ni a favor ni en contra. Ya me ocurrió una vez, hace mucho tiempo, cuando Aldo Rico en una campaña política ponía “Cuidado con los ladrones”. Me preguntaban por eso y yo contestaba que era Rico el que estaba adhiriendo a mi canción y no al revés. Cuando uno escribe un tema, de algún modo está indefenso. La melodía y la letra andan por ahí y a uno se le va de las manos, y cada cual las interpreta a su modo.
–Durante años, muchas de esas letras parecían fuera de contexto, y ahora se resignifican.
–No es que hayan estado fuera de contexto sino que no podía difundirlas. Si bien la realidad empeoró en estos últimos meses, los problemas estructurales de miseria vienen de mucho antes. El dólar es un problema más que se agrega a los que ya estaban. Frente a la crisis, las canciones son las mismas. Si las pasan por televisión, mejor. Igual es curioso, porque éste es del único modo en que puedo llegar a la TV. Si quisiera estar en los programas de la tarde, tendría que acostarme con Guido Süller, y a lo mejor ya ni eso me alcanzaría.
–La última canción que escribió, “Escrache”, no podría ser más oportuna...
–Es para los que se quejan de los escraches, para los políticos, banqueros y periodistas que critican a la gente que salió a la calle a defender sus derechos. ¿Qué esperaban que hicieran? Lo anormal es que esta reacción de la sociedad se haya dado tan tarde.
–En este contexto, puede acceder a un público mucho más amplio que el que lo seguía habitualmente. –En ese sentido siempre recuerdo el tema de Charly, “Para quién canto yo entonces”. El tipo de cantautor popular como yo se pasa la vida haciendo canciones para gente que no tiene el más mínimo interés en escucharlas. A mí me encantaría que las letras que hago fueran cantadas en las villas, porque mi sensibilidad está puesta ahí. Pero en las villas escuchan cumbia. No me parece mal. Es así. Entonces uno, que es de clase media, llega con sus letras comprometidas a otro sector de clase media que tuvo acceso a determinada información, que tiene algo de dinero para comprarse un disco o pagar una entrada. Me pasa de ir y tocar gratis en comedores infantiles. Estoy seguro de que esos chicos estarían más contentos si fuera a cantar un cantante de cumbia y no yo, pero igual me brindan un cariño que no se compra ni se paga en ningún lado.

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Ignacio Copani se volvió, de pronto, en una especie de banda de sonido del descontento.
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