ECONOMíA › INMINENTE ANUNCIO DE LA PROPUESTA DE REFINANCIACION DE LA DEUDA

Quita, pero también con intereses

 Por Claudio Scaletta

El Gobierno anunciará una propuesta de refinanciación de la deuda pública actualmente en cesación de pagos. Bonos más, bonos menos, la oferta romperá el dogma emergente de Dubai y reconocerá los casi 3 años de intereses caídos. Esto es, la quita del 75 por ciento no se realizará sobre el valor nominal, de alrededor de 87 mil millones de dólares, sino sobre una suma adicionada con, al menos, 20 mil millones más. El Poder Ejecutivo ya se prepara para presentar la propuesta como la mejor posible, dadas las actuales relaciones de poder. Pero por grande que sea la quita, la que será presentada como un éxito, el sector público seguirá teniendo pasivos en torno al ciento por ciento de su Producto Interno Bruto, situación que reabre un horizonte de insustentabilidad no sólo de los pagos internacionales sino también del modelo de crecimiento.
El marco internacional que presentan los hombres del Ministerio de Economía es el de un pequeño país en los arrabales del capitalismo que negocia solo, como en los ’80, con vecinos obteniendo superávit impresionantes para mantener sus pagos (Brasil) y con un poder financiero internacional dispuesto a no bajar lanzas en la batalla. En semejante contexto, la Argentina se encontraría cerca de alcanzar un acuerdo digno que, por si fuera poco, incluiría una quita de capital record en términos históricos.
Pero “esta visión del acuerdo sólo es válida en el contexto del rumbo elegido por el Gobierno”, sostuvo el economista de la CTA, Martín Hourest. Desde la entrada en cesación de pagos, el Ejecutivo no se propuso incluir en la quita a los organismos multilaterales, no cerró la puerta a los acreedores internos privilegiados, entre ellos las AFJP y las grandes empresas que pesificaron sus deudas, y tejió alianzas con las países de origen de las privatizadas (España, Francia) para que actúen como lobbistas dentro del G-7 y por lo tanto del FMI, describió el economista. Dicho sea de paso, esta situación limitó la posibilidad de replantear la regulación de las proveedoras de servicios públicos y del oligopolio energético. En este marco de relaciones con los países centrales, desde Dubai en adelante, las condiciones de renegociación sólo podían empeorar, explicó Hourest. Desde el exterior se veía que la Argentina recomponía su situación con un importante crecimiento del PIB, a la vez que generaba un fuerte superávit fiscal y continuaba pagando una parte significativa de su deuda, concluyó.
Negociar con estilo
Administrar la situación en el frente interno puede ser menos problemático. El desafío gubernamental, luego de haber hecho de la renegociación dura de la deuda uno de los ejes de su progresismo, es mostrarle a la sociedad que incluir 20 mil millones más en el pasivo no es bajarse del caballo sino realismo. En circunstancias similares, como la algarada contra el oligopolio energético o algunas concesionarias de servicios públicos, los posteriores pasos atrás no marcaron sensibles bajas en las encuestas. Además existen muchos argumentos seductores. Sin caer en las aseveraciones insustanciales del establishment, como la recuperación del flujo de capitales del exterior, ya comenzó escucharse que la nueva propuesta afectará menos a los futuros jubilados de las AFJP. También se ensayaron algunos argumentos de dudosa legitimidad macroeconómica, como que la reanudación de pagos evitaría las presiones revaluatorias, pues habrá menos dólares para cambiar por pesos.
La realidad es que los nuevos sectores dominantes consolidados después de la devaluación nunca se propusieron un conflicto en el frente externo. Basta recordar que el 60 por ciento del balance comercial (exportaciones e importaciones) resulta de las decisiones de portafolio de las 200 mayores empresas, el bloque más transnacionalizado y algunos grupos locales.
Superávit por siempre
La verdadera dificultad que deberá enfrentar la economía argentina bajo la nueva recomposición de pagos vuelve a residir en la sustentabilidad. Para Alejandro Vanoli, economista del grupo Fénix, la nueva situación implicará condiciones macroeconómicas difíciles de sostener, como una tasa de crecimiento del PIB continua de al menos 4,5 por ciento anual, un tipo de cambio en torno a sus valores actuales y, además, algo que por ahora en Economía sólo sostienen en voz baja: la necesidad de refinanciar la parte de la deuda que nunca dejó de pagarse, unos 22.500 millones de dólares en Boden y 16 mil en préstamos garantizados. Como se ve, se trata de elementos suficientes para vaticinar escarceos no menores en el mediano plazo.
Además, las variables financieras podrían agravarse por cuestiones estructurales. El viejo modelo de stop and go está de regreso. Lo que los economistas llaman propensión marginal a importar, esto es cuánto aumentan las importaciones por cada punto de aumento del PIB, hoy se mantiene por encima de su media. En la medida en que las importaciones, a pesar del fuerte proceso de sustitución, sigan creciendo por encima de las exportaciones, se reducirá el superávit comercial, que es el superávit de dólares. Además, las bajas tasas de interés actuales no durarán para siempre, situación que podría generar problemas tras una renegociación que sigue manteniendo para la economía una situación de “alta exigibilidad”, esto es, la obligación de seguir transfiriendo a los acreedores una porción significativa del ahorro interno. En el margen sigue quedando el problema de la distribución del ingreso, a la que en el Palacio de Hacienda sólo mencionan cuando se trata de impuestos “distorsivos”.

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Lavagna con Lamy en Guadalajara, uno de los tantos foros donde se habló el tema de la deuda argentina.
 
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