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Argentina, espejo para que el Fondo se vea a sí mismo

El documento “Lecciones sobre la crisis argentina”, realizado por un grupo de expertos a pedido del directorio del FMI, revisa la responsabilidad del organismo en la crisis posconvertibilidad. Como anticipó Página/12, reseña el apoyo a una política insostenible.

Por M. M.

El directorio del Fondo Monetario evaluó ayer el informe que le presentó la Oficina de Evaluación Independiente (OEI), contratada por la entidad para revisar su actuación durante la crisis argentina, “un país que mantuvo casi ininterrumpidamente programas con el FMI desde principios de los noventa”. Como anticipó Página/12 el 8 de julio último, los técnicos del organismo y los evaluadores “independientes” reconocen en el documento titulado “Lecciones de la crisis argentina” que la convertibilidad con tipo de cambio fijo era insostenible y que debió ser abandonada varios años antes; que el default era inevitable, aunque se lamentan de que no haya sido anunciado antes, y que la actuación del Fondo fue guiada por consideraciones políticas –Argentina era un país que fue mostrado como modelo para el mundo– y por “pronósticos económicos demasiado optimistas”.
Sin embargo, como reveló este diario, la “autocrítica” fondomonetarista no le servirá de mucho al gobierno de Kirchner: una de las conclusiones principales del informe es que, para evitar que se repita la debacle argentina, la fórmula debe ser mayor rigor en la política de mano dura con los países que reciban a futuro la asistencia del organismo. En otras palabras, para el Fondo el problema no está en las políticas aplicadas en el país (privatizaciones, desregulación financiera, flexibilización laboral, ajuste fiscal, etc., etc.) sino que no fueron aplicadas con suficiente celo. De ahí que en el futuro el directorio sugiera que las llamadas “condicionalidades” del organismo (las exigencias o metas fijadas a los países) sean vigiladas con mayor rigurosidad.
La administración Kirchner está padeciendo por estos días las consecuencias de esta política del garrote, que el nuevo director gerente del organismo, el español Rodrigo Rato, mira con cariño. El hecho de que el directorio haya tratado ayer el informe sobre la crisis del 2001 es toda una señal, que confirma esa impresión. El Gobierno espera por estas horas con ansiedad que el Fondo apruebe la tercera revisión del acuerdo vigente. Pero el tema no tiene fecha para su discusión en el directorio para esta semana y, a medida que se acercan las vacaciones estivales en el Norte, todo hace sospechar que la cuestión quedaría postergada hasta septiembre. Esa demora no sólo servirá al organismo para seguir presionando por “condicionalidades” como la ley de ajuste provincial sino también a los acreedores –representados en el Fondo por los gobiernos del G7– que pugnan por una mejora en la oferta de renegociación de la deuda.
En la reunión de ayer participó el directorio en pleno del FMI, encabezado por Rato y la número dos de la entidad, Anne Krueger, así como también los 24 directores ejecutivos. También formó parte del encuentro el staff de la OEI, que es comandado por Montek Ahluwalia, un economista indio que ocupó cargos ejecutivos en el Banco Mundial durante la década pasada. Como se ve, el “mea culpa” del Fondo se discutió en familia.

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Rodrigo Rato, flamante director gerente del FMI.
 
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