ECONOMíA › MAÑANA VA AL CONGRESO EL PROYECTO DEL BONO ANTIAMPAROS

¿Dónde hay un Bonex, viejo Gómex?

En el Gobierno sueñan con que el Bonex compulsivo por el que se canjearán los plazos fijos planchará al dólar verdadero, mientras que el otro Bonex, voluntario, que tentará con la pichincha de un dólar a $ 1,40, permitiría desmantelar el corralito. En cuanto al CER, tendrá que decidir Hamlet.

 Por Julio Nudler

“Algo tenían que hacer porque están metidos en un pánico bancario”, dijo ayer en Washington Horst Köhler, director ejecutivo del FMI, en referencia al feriado financiero y cambiario sine die que comienza mañana, usando un tono de comprensiva tolerancia. Quizá porque esta vez los que entraron en pánico no fueron tanto los depositantes sino los banqueros, ante la ola de amparos judiciales que abrió un boquete en el corralito. Precisamente, el borrador de lo que será el Bonex 02, cuyo lanzamiento permitiría reabrir los bancos, era discutido anoche, cena mediante, en la Residencia de Olivos, después de que el texto le fuera enviado a Jorge Remes Lenicov (Economía) y Mario Blejer (Banco Central), ambos en Estados Unidos asistiendo a la asamblea del Fondo (ver página 2). Explicando que no querían arriesgarse a una nueva desautorización por parte del presidente Duhalde, en Economía se negaban ayer a adelantar detalles del plan antiamparos, mientras que en el BCRA se aseguraba que la entidad sólo estaba brindando “soporte técnico” al ministerio, siendo éste el que tiene la decisión política. Se prevé enviar mañana el proyecto al Parlamento.
Además del Bónex por el que serán compulsivamente canjeados los plazos fijos sometidos a reprogramación, se presume que habrá otra serie del título para ofrecerle a los entrampados en el corralito el cambio voluntario de las cajas de ahorro. La idea es darles un plazo para que opten –se habla de 30 días–, al cabo del cual verá el Gobierno cuántos mordieron el anzuelo. Si la aceptación fuese significativa –unos 15 mil millones de pesos–, las autoridades se arriesgarían a desarmar definitivamente el corralito, liberando los fondos aún cautivos.
Lo harían confiando en que el resto del dinero de las cajas de ahorro responde a necesidades transaccionales de sus titulares. Por ende, necesitando esa plata para desenvolverse, no correrían a comprar dólares con ella. En todo caso, el riesgo a asumir, tanto en relación a las cajas de ahorro como a las cuentas corrientes, sería ya mucho menor, en términos de las reservas de divisas, por la licuación que produjo la devaluación. Pero la clave de esta estrategia reside en el éxito del canje voluntario. Para favorecerlo, el bono dolarizado permitirá pagar sólo $ 1,40 por dólar nominal, a partir de lo cual el suscriptor tendría que confiar en que el Estado podrá repagarlo dentro de 3 años.
“Se están matando”, resumió por la tarde ante Página/12 una fuente de la banca en relación a las discusiones en Economía y en el Central sobre qué hacer con el corralito. Los más lanzados insisten en desmantelarlo ya mismo, dejando que cada banco decida como pueda o quiera, sin respaldo alguno del BCRA, y arriesgando una estampida del dólar. Otros quieren ir paso a paso, confiando además que el lanzamiento del Bónex, al terminar con los amparos, provoque un descenso del dólar. Esta es la solución detrás de la cual volcó todo su peso el lobby de la banca.
“Ayer (por el viernes), la acción del Scotiabank subió en la bolsa canadiense (tras el portazo de la entidad y su suspensión). Cuando el BBVA anunció que no apoyaría al Francés, su acción aumentó. Pero cuando le mandó plata, bajó. Los inversores de esos países –comenta un experto a este diario– aplauden a los bancos que reducen su exposición argentina, y castigan a los que la aumentan. Los directores sintonizan ese estado de ánimo y toman las decisiones en consecuencia. Es absurdo esperar que hoy las casas matriz se hagan cargo de los problemas de sus filiales en la Argentina.”
De cualquier forma, la actitud del Scotia no será imitada tan fácilmente por los bancos internacionales que operan en el país con sucursales, porque legalmente éstas constituyen una unidad jurídica con sus casas centrales. En esa situación están el Citi, el Boston, BNP Paribas e ING. En cambio, el Bilbao Vizcaya Argentaria, el Santander o el HSBC, al igual que el Scotia Quilmes, operan a través de sociedades anónimas constituidas localmente. A esto hay que agregar que, a pesar detratarse de S.A., sus socios tienen responsabilidad limitada, como acontece con una SRL.
Por tanto, el banco emisor de un certificado de plazo fijo responde sólo con sus activos, y no con el patrimonio de sus dueños. Sin embargo, si se tratase de la sucursal de un banco extranjero, el depositante podría accionar contra los activos de todo el conglomerado, demandándolo ante los tribunales del país donde está asentada la casi matriz. De cualquier forma, incluso en el caso de tener éxito, lo probable es que el juez de Nueva York, Madrid o donde sea aplicará la legalidad argentina, ordenando la entrega del equivalente a los pesos del corralito, sin considerar el tipo de cambio libre.
Entre los temas a resolver por el Gobierno junto con el redivivo Plan Bónex figura la reducción en el alcance del CER (Coeficiente de Estabilización de Referencia), con el que se indexan por precios minoristas créditos y alquileres. El Banco Central y otros ortodoxos sólo admiten que se lo suprima para los préstamos hipotecarios para vivienda única, para evitarle otro agujero patrimonial a los bancos que el Estado deba compensarles, pero otros insisten en eliminarlo totalmente.

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Cegados y desiertos, los bancos ingresan en una semana festiva, clausurados por el pánico, como definió Horst Köhler.
 
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