ECONOMíA › CRECIMIENTO ECONOMICO SIN FINANCIAMIENTO BANCARIO

Créditos del bolsillo propio

 Por Julio Nudler

El único rubro crediticio que viene encogiéndose este año, y a un ritmo de más del 5 por ciento, es el de los préstamos hipotecarios. La perezredradiana Fundación Capital informa que en octubre el saldo de esas líneas a mediano y largo plazo mermó en 50 millones de pesos, porque el público está cancelando más de lo que toma en nuevas hipotecas. El dato no merece ningún comentario en el documento de FC. Otras consultoras resaltan el mismo contraste, lo cual es lógico porque todas se basan en los mismos números del Banco Central.
Pero Juan Sommer, quien fuera destacado miembro del equipo de Juan Sourrouille (1984-1989), ocupándose entonces de la capitalización de bonos de la deuda externa, aporta un análisis interesante desde Econométrica, partiendo de un hecho conocido: el fuerte crecimiento de la economía nacional, que probablemente complete una impresionante expansión-rebote del 17,5 por ciento en el bienio 2003/4, se está logrando en base al autofinanciamiento del sector privado.
Este se autobancó merced a las considerables utilidades empresarias logradas tras la devaluación –y el consiguiente desplome de salarios, y también de los costos energéticos pesificados, al igual que las deudas locales en dólares– y al desatesoramiento de parte del capital acumulado en moneda extranjera. También sucedió que los proveedores ampliaron los plazos de financiación al ver caer las tasas de interés y, con esto, el costo de aplazar las cobranzas. Ello generó más crédito, por fuera del sistema bancario.
Aunque muchos analistas se alegran porque en 2004 se reinició la expansión del crédito, y mencionan sus importantes porcentajes de crecimiento, Sommer prefiere aclarar que, en relación con el Producto Bruto, el incremento crediticio equivalió a un insignificante 0,1 por ciento, porque se partió de niveles bajísimos. Lo decisivo es que todas estas formas de crédito son de corto plazo y por montos limitados, lo que sigue dejando desfinanciados los proyectos de largo plazo.
En este sentido, las esperanzas están hoy puestas en que la eventual salida del default, con un porcentaje suficientemente alto de aceptación por parte de los acreedores, genere un horizonte de más largo plazo para la economía, destrabando proyectos de largo alcance y la consiguiente financiación, aunque de todos modos subsistirán otras incertidumbres vinculadas a la sustentabilidad del programa.
Según indican otros consultores, que apuntan a las cuestiones monetarias, el proceso de reestructuración de la deuda es muy complejo operativamente y esto podría generar alguna demora adicional –quizás a febrero– a los tiempos actualmente establecidos: el 29 de noviembre para la oficialización del Plan Buenos Aires de canje, y el 17 de enero para el cierre del swap. El aplazamiento dilataría a su vez el inicio de la negociación con el Fondo, por lo que el país se vería obligado a proseguir con los pagos al organismo.
Sin embargo, el Gobierno tejió sus planes para 2005 sobre el supuesto de que los organismos multilaterales refinanciarían todos los vencimientos de capital y, adicionalmente, desembolsarían los 1500 millones de dólares que está amortizando en este trimestre final de 2004. En el cuarto inicial del año próximo caen vencimientos por 1530 millones de dólares con los organismos (de los 5500 que vencen a lo largo de todo 2005). Lo que señalan los consultores es que la factura de enero-marzo podrá afrontarse, pero que luego hará falta indefectiblemente cerrar un nuevo acuerdo. Esto significa que, dentro de pocos meses, Rodrigo Rato volverá a contar con voz y voto en la definición de la política económica argentina.

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