ECONOMíA › EL PETROLEO A 65,80 DOLARES. NAFTAS, SIN AUMENTO

¿Barril de crudo o de pólvora?

 Por Raúl Dellatorre

El precio del petróleo no reconoce techo y a los analistas ya no les alcanzan los habituales argumentos para explicar la suba. La cotización del barril alcanzó ayer un nuevo record: 65,80 dólares en Nueva York, 90 centavos por encima del valor de cierre del día anterior. Por ahora, el compromiso asumido por las compañías refinadoras locales con el Gobierno evitará que estas subas repercutan en el precio interno de los combustibles, al menos hasta octubre, fecha de las elecciones legislativas. ¿Y después? La apuesta es a que el precio internacional caiga. Nadie arriesga un pronóstico en caso de que siga la suba.
Las retenciones nominales del 45 por ciento a las exportaciones de crudo, nivel máximo de la escala móvil dispuesta por el Gobierno a partir de agosto del año pasado, se traduce en términos reales en una reducción del 31 por ciento en el precio de transferencia del petróleo a refinería. Además, el precio del petróleo local sufre un descuento por diferencia de calidad respecto del que cotiza en Nueva York, con lo cual un valor internacional de 60 dólares queda reflejado en un precio interno que oscila entre 30 y 36 dólares, según el yacimiento de origen.
Las cotizaciones de ayer supondrían un incremento del 10 por ciento del precio de entrada del crudo a refinerías en dichos valores. Sin embargo, las compañías que deben comprar el crudo a terceros para refinar (Esso, Shell, Sol Petróleo) están manejándose con contratos a mediano plazo en los que se acordó un valor estable a niveles inferiores a los alcanzados ayer. “Por ahora, esta situación nos está permitiendo mantener inalterados los precios de los combustibles, pero nadie sabe qué va a suceder cuando haya que renovar los contratos de suministro”, le comentó a Página/12 el representante de una de dichas empresas no integradas (sin yacimientos en explotación).
Tampoco habrá cambios en los valores de surtidor por parte de las dos empresas integradas verticalmente, que además ostentan una posición dominante en el mercado: Repsol-YPF y Petrobras. Entre ambas y el Gobierno existe el compromiso de mantener en los actuales niveles el precio de los combustibles todo el tiempo que sea posible. “Si es para siempre, mejor”, respondió un funcionario, con una sonrisa, cuando se le pidió un horizonte temporal. Para las dos empresas mencionadas, el “sacrificio” no es tan oneroso: sus costos no aumentan cuando el petróleo sube en el mundo, en todo caso trasladan ganancias entre el upstream (producción) y el downstream (refinación y comercialización). Pero como además exportan crudos y naftas, también aumentan sus ganancias cuando suben las cotizaciones internacionales. En todo caso, ganan menos de lo que podrían si, además, pudieran aumentar los valores internos de pizarra.
El congelamiento de precios en surtidor posibilitó, por otra parte, que el mercado interno verificara una recuperación. En el primer semestre, las ventas internas fueron 5,9 por ciento superiores a las del mismo período del año pasado, marcando una reversión de la curva descendente iniciada en 1996 y que se prolongó hasta principios de 2004. El aumento del parque automotor aportó lo suyo, pero indudablemente la estabilidad del precio de las naftas en medio de una escalada inflacionaria también se hizo sentir. En ese marco, hasta en las oficinas de Shell se dibujaron algunas sonrisas: después del boicot con el que le respondieron al aumento de marzo, hoy están recuperando parte de su porción histórica de mercado.

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