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La canasta básica para definir quién es pobre es de 791,50 pesos

La cesta de bienes y servicios que fija esa línea subió el mes pasado 0,6 por ciento. La de indigencia aumentó bastante más, al crecer 1,5 por ciento.

 Por Claudio Scaletta

En los primeros ocho meses del año la Canasta Básica Alimentaria, cuyo valor es utilizado como referencia para la determinación de la cantidad de indigentes, aumentó su valor un 8,4 por ciento, informó el Indec. En agosto lo hizo el 1,5 por ciento. En tanto, la Canasta Básica Total, cuyo valor delimita la línea de pobreza, creció el 7 por ciento en el año y el 0,6 el último mes, al sumar 791,50 pesos. Por otra parte, impulsado por la recomposición del sector formal de la economía, el Indice de salarios creció en los primeros siete meses el 12,3 por ciento y el Coeficiente de Variación Salarial, una medida utilizada para la indexación de algunos créditos, lo hizo aun más: el 13,7 por ciento.
Si el parámetro para analizar el efecto socioeconómico de esos indicadores es la tasa de inflación, que en lo que va del año fue del 7,7 por ciento –hasta julio inclusive había sido del 7,2–, se destaca una sensible mejora de la situación de los trabajadores registrados, cuyos ingresos crecieron en los primeros siete meses el 15,9 por ciento, esto es, 8,7 puntos por encima del aumento de los precios minoristas. A la vez, este efecto se vio potenciado por la menor suba relativa de la canasta de consumo de esos sectores, más ligada a la Canasta Básica Total –que además de la canasta alimentaria incluye una serie de bienes no alimentarios, como transporte, educación, salud y vivienda– que aumentó hasta agosto el 7 por ciento, menos que el IPC.
Siempre si se limita la mirada a lo ocurrido durante 2005, la situación de los salarios del sector público mejoró 1 punto por encima de la inflación, 8,2 contra 7,2 por ciento, aunque cuando se compara con diciembre de 2001 sólo crecieron en torno del 20 por ciento.
La situación de verdadera desmejora se produjo en el sector de los trabajadores que no pudo salir de la informalidad. Y si bien el Ministerio de Trabajo enfatiza la “alta tasa de crecimiento del empleo formal”, la reducción del empleo en negro se produjo sólo en el margen. De acuerdo con el último informe de SEL Consultores, en el primer semestre del año en relación con el mismo período de 2004 la baja de la informalidad fue de apenas poco más de un punto: los informales pasaron del 48,3 al 47,0 por ciento del total. Los salarios de los trabajadores en negro, en tanto, se recuperaron el 6,5 por ciento, 1,2 puntos por debajo del IPC. A la vez la desmejora se potenció con el sobreinflacionario aumento de la Canasta Básica Alimentaria, que fue del 8,4 por ciento. La conclusión que se obtiene de estos indicadores es socialmente dolorosa. En pleno auge de crecimiento del Producto y del Producto por habitante, la situación de quienes peor están sigue empeorando. En otras palabras, el modelo económico muestra serias dificultades a la hora de reducir la desigualdad. Y hasta aquí sólo se ha considerado lo sucedido en 2005, precisamente el año en el que las recomposiciones salariales en el sector de trabajadores formales y los aumentos decididos en el sector público habrían generado, según la perspectiva empresaria acompañada por el Ministerio de Economía, “tensiones inflacionarias”. Hoy la brecha entre el 10 por ciento más rico de la población y el 10 por ciento más pobre es de casi 28 veces, un rango superior a las 20 veces del promedio de los noventa.

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El trabajo informal alcanza al 47 por ciento del universo laboral, según un informe del SEL.
 
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