ECONOMíA

Aspera respuesta del Fondo a las implacables críticas de Stiglitz

Una indignada carta abierta de Kenneth Rogoff, su principal economista, es el medio que eligió el FMI para devolverle los golpes al ex vice del Banco Mundial y Nobel de Economía 2001. Lo tratan de botón, fanfarrón, extraterrestre y keynesiano apócrifo.

 Por Julio Nudler

“Dear Joe” (Querido Pepe) es la amistosa fórmula con que Kenneth Rogoff, principal economista del Fondo Monetario Internacional, encabeza la indignada y ácida carta abierta que acaba de dirigirle a Joseph Stiglitz, ex vicepresidente y economista jefe del Banco Mundial, Premio Nobel de Economía 2001 y terrible detractor de las políticas del FMI y del Banco Mundial, como respuesta a su flamante libro Globalization and its Discontents (traducido como “El malestar en la globalización”, de editorial Taurus). Rogoff asegura con convicción que los funcionarios del FMI y del BM son gente “profundamente comprometida con lograr el crecimiento del mundo subdesarrollado y aliviar la pobreza..., soberbios profesionales que trabajan 80 horas semanales y soportan largas separaciones de sus familias.” En Bosnia los atacaron a balazos, en Africa contrajeron mortales enfermedades del trópico y en el brutal invierno de Tadjikistán los mantuvieron cautivos durante semanas sin calefacción. Pero el irreverente Stiglitz no hesitó en calumniar a estos benefactores fondomonetaristas de la humanidad.
Rogoff acusa a Stiglitz de haber escupido el asado cuando a partir de 1997 los organismos multilaterales procuraban rescatar de la debacle financiera a los países asiáticos. “En tu papel de economista jefe del Banco Mundial –reprocha el remitente–, decidiste convertirte en un heroico batidor, expresando críticas a las políticas macroeconómicas... En mitad de una ola global de ataques especulativos, alimentaste el pánico al minar la confianza en las mismas instituciones para las que trabajabas. ¿Nunca se te ocurrió –le pregunta Rogoff– que tus acciones podrían haber dañado a los pobres e indigentes de Asia por los que dices estar tan preocupado? ¿Pasaste alguna noche sin dormir por eso...?”
Las cosas, según parece, no son lo que son. Todo depende de cómo se las presente. “Joe –escribe Rogoff–, a lo largo de tu libro tú condenas al Fondo porque en todas partes donde se mete hay países en crisis. ¿Pero no será que donde hay epidemias es probable que uno encuentre más médicos?” Y entre las injurias lanzadas por Stiglitz, la que más encoleriza a su corresponsal es la insinuación de que el Citibank pudo haber meneado una oferta laboral ante las narices de Stanley Fischer, cuando era número dos del FMI, como recompensa a su cooperación en renegociaciones de deuda.
El calumniado renunció al Fondo en setiembre de 2001 y asumió como vicepresidente de Citigroup. Pero Rogoff resalta que Stan es una persona de “intachable integridad”, y afirma que “de todas las falsas inferencias e insinuaciones de tu libro, ésta es la más escandalosa. Te sugiero que lo retires de las librerías hasta que esta calumnia sea corregida.”
Stiglitz es descripto en la carta como un fanfarrón, que cree que los funcionarios del Fondo son todos “de cuarta”. En parecido concepto tendría el último Nobel a Paul Volcker, el ex presidente de la Reserva Federal (1979-1987) que ha sido postulado para encabezar el Comité de Notables que intervendrá en el caso argentino. Rogoff evoca aquella vez en que, a fines de los ‘80, mientras cenaban, Joe le preguntó: “Ken, tú que trabajaste para Volcker en la FED, dime, ¿él es realmente inteligente?” Cuando Kenneth le respondió que Volcker era considerado el mejor banquero central estadounidense del siglo XX, Stiglitz insistió: “¿Pero es inteligente como nosotros?”
Más allá de lo anecdótico, Rogoff descalifica las recetas de Stiglitz. Arguye que los gobiernos acuden al FMI cuando no encuentran tomadores para sus bonos y cuando sus monedas están devaluándose. “La prescripción stiglitziana –consigna Kenneth– es aumentar en esas circunstancias el déficit fiscal; es decir, emitir más deuda e imprimir más dinero.” Tratándolo de extraterrestre, Rogoff le escribe a Stiglitz que “nosotros los terráqueos sabemos que cuando un país con problemas fiscales trata de resolverlos emitiendo moneda, aumenta la inflación, a veces descontroladamente, estrangulando el crecimiento y lastimando en especiala los indigentes”. Y sostiene que Joe no es un keynesiano, como pretende, sino apenas un ofertista reaganeano.

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Joseph Stiglitz, incansable detractor de las políticas impuestas por los organismos.
Denuncian que puso en duda la inteligencia de Paul Volcker y la honestidad de Stanley Fischer.
 
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