ECONOMíA › LAVAGNA PIDIO LA RENUNCIA DEL PRESIDENTE DEL BANCO CENTRAL

A las “pignanelli” por los bonos

La oposición de Aldo Pignanelli, sucesor de Blejer, al Plan Bonos de Lavagna desató la reacción del ministro. El titular del Palacio de Hacienda le pidió a Duhalde su desplazamiento.

Por Claudio Zlotnik y
David Cufré
El Gobierno está condenado a la convulsión permanente. El episodio de esta semana vuelve a darse en el terreno económico. El único rédito que le trajo a Eduardo Duhalde aceptar su derrota política y convocar a elecciones anticipadas fue que la tensión amainó por un par de días. La violenta pelea entre su ministro de Economía, Roberto Lavagna, y el presidente del Banco Central, Aldo Pignanelli, amenaza con arruinarle hasta eso. La confrontación estalló por el Plan Bonos. El flamante sucesor de Mario Blejer se pronunció de manera contundente en favor de un Plan Bonos compulsivo, justo cuando se juega la suerte del plan optativo que promueve el Palacio de Hacienda. Lavagna lo tomó como una provocación y le pidió a Duhalde la renuncia de Pignanelli, acusándolo de actuar como operador de los bancos extranjeros, que presionan sin mucho disimulo por la entrega forzosa de títulos públicos a todos los ahorristas con depósitos reprogramados. La respuesta que pudo improvisar Duhalde fue una orden a los contendientes de que dejen de bombardearse frente a las cámaras. Lavagna avisó que, si se impone la idea de su rival, renunciará sin dudarlo.
El ministro de Economía se comunicó anteanoche con Pignanelli para reprocharle sus declaraciones de ese día. Después de una larga polémica, el titular del Central se plantó en que su único interés era defender la independencia de la entidad que comanda. Pero Pignanelli volvió a la carga ayer a la mañana, con declaraciones todavía más fuertes. El resultado fue que el jefe de Hacienda le reclamó a Duhalde el puesto de Pignanelli y le sugirió que designe en su lugar a Alberto Camarassa, actual director del BCRA. Duhalde pidió calma y dijo que es impensado producir recambios en la autoridad monetaria en este momento, y menos cuando está llegando una misión del FMI a continuar las negociaciones. El ministro dejó claro que si se pretende imponer un Plan Bonos generalizado, dejará el cargo. La solución que propone por si fracasa el plan optativo es que el Central decida en su momento cómo auxiliará a cada banco con problemas financieros.
El primer movimiento de esta nueva batalla lo hizo Pignanelli. Anteayer convocó a su primera conferencia de prensa como presidente del Banco Central y lo primero que dijo fue que “nosotros siempre propusimos un canje compulsivo”. A su lado estaba Alejandro Henke, a quien designó como economista jefe del Central a pesar de que en Economía lo tienen como enemigo declarado. Henke es un técnico proveniente de la Universidad CEMA, el bunker de economistas menemistas que tiene a Pedro Pou como uno de sus principales exponentes. En la misma oportunidad, Pignanelli anunció la convocatoria a ex presidentes del Banco Central a formar una comisión especial que asesore sobre la reestructuración del sistema bancario. Lavagna interpretó que fue otro gesto de cuestionamiento a su poder.
El ministro de Economía explotó ayer a la mañana. Cuando llegó al cónclave con sus pares del Mercosur, que se hizo en el Palacio de Hacienda, ya conocía las declaraciones que Pignanelli había formulado horas antes. “No es que estemos insistiendo en el plan compulsivo, pero yo no quiero ser hipócrita”, desafió en una entrevista radial. “La realidad es que el Banco Central en su momento había recomendado este bono compulsivo y después la decisión política fue otra”, añadió. El banquero completó su ofensiva contra Lavagna con una alusión directa: “Los ministros de Economía tienen que opinar sobre macroeconomía y finanzas”. “La política monetaria es autónoma y la tiene que hacer el Banco Central, le guste a quien le guste”, recalcó, con un lenguaje mucho más duro que el que alguna vez se animó a usar Blejer en la fase anterior de la pelea entre el Central y Economía.
Pignanelli supo militar en los ‘80 con el peronista Luis Brunatti, uno de los socios políticos de Chacho Alvarez cuando un sector del PJ rompió con el menemismo a principios de la década siguiente. Su participación enel peronismo lo ligó también a Eduardo Duhalde, a quien terminó por serle fiel. Esa relación lo catapultó a la presidencia del Central. Amparándose en ese activo, también se enfrentó con el titular del Banco Nación, Horacio Pericoli. “La banca pública tendrá que cumplir con las normas que defina el Central”, advirtió primero, antes de pronunciarse en favor de una fusión de entidades estatales. El día anterior, Pericoli había descartado cualquier posibilidad de fusión.
Lavagna le hizo saber a Pignanelli su enojo en un aparte de la reunión de los ministros de Economía del Mercosur. El propio Duhalde lo llamó más tarde para reclamarle terminar con el escándalo público, que dejó perplejo a la mayor parte del Gobierno. El titular del BCRA se vio obligado a emitir un comunicado oficial con un tono muy distinto al de sus afirmaciones previas. “Deseo reafirmar ante la opinión pública la convicción de que el plan bonos obtendrá una alta aceptación”, afirmó, y que “el Banco Central acompañó tal decisión”.

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Aldo Pignanelli, presidente del BCRA, y Roberto Lavagna, ministro. Juntos por protocolo.
Fue durante una de las reuniones en el marco del encuentro del Mercosur en esta capital.
 
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