ECONOMíA

Los traumas de la crisis y los dolores de la posconvertibilidad

La pesificación como salida a la crisis de la convertibilidad y sus consecuencias, en la visión de analistas del Plan Fénix y del IDEF-CTA.

 Por Raúl Dellatorre

Mientras un puñado de ahorristas protestaba frente a Tribunales, los analistas intentaban discernir el sentido del fallo que busca terminar con los coletazos de la profunda crisis que desató la explosión final de la convertibilidad. “Esto de garantizar una rentabilidad en divisas a los depositantes no existe en ninguna parte del mundo, es una deformación propia de la convertibilidad, que nos terminó costando bien caro”, recuerda Alejandro Vanoli, especialista financiero y uno de los autores del Plan Fénix. “En comparación al resto de la sociedad, todo el sector bancarizado salió beneficiado: los bancos fueron los grandes ganadores, pero por los subsidios del Estado, no por transferencias de los ahorristas ni mucho menos de los deudores del sistema”, opinó a su vez Alejandro López Mieres, economista e investigador del Instituto de Estudios y Formación (IDEF) de la CTA. Consultados por Página/12, desgranaron el impacto de la pesificación como salida de la crisis y cuáles hubieran sido las consecuencias de elegir los caminos alternativos que, en su momento, se plantearon y algunos, todavía, defienden.

“La pesificación fue un elemento necesario para salir de la crisis, pero a la vez un dato positivo para definir el marco político y económico”, planteó Vanoli. “Para lo que fue la crisis, la pesificación de los activos bancarios dolarizados a 1,40 más CER es una salida razonable”, opinó, a lo que ahora la Corte Suprema le agregó una tasa de interés por el tiempo transcurrido. “Es lógico que se defienda al ahorrista de la pérdida del poder adquisitivo, lo que no resulta razonable es que la sociedad le deba pagar las fluctuaciones de la paridad cambiaria”, agregó el analista del Plan Fénix.

“Ni los bancos ni la sociedad en su conjunto estaban en condiciones de devolver todos los depósitos en dólares, esto es una deformación propia del sistema de convertibilidad, con este cuento de que todos los pesos eran igual a dólares, una ficción que bastante caro nos costó”, recordó. “Ni los poseedores de otros bienes, como las propiedades inmobiliarias, ni los salarios se dolarizaron –destacó Vanoli–, y los distintos canjes y hasta esta solución final (para los ahorristas con causas aún abiertas) dejaron bien parados a los depositantes.”

López Mieres, en tanto, recordó que “esta salida tuvo su primer paso en el decreto 905 de agosto de 2002, de Roberto Lavagna, que tuvo un costo fiscal de 15 mil millones de pesos, en gran parte por compensaciones a los bancos por la pesificación asimétrica (entre depósitos y préstamos)”. ¿Había alternativas?, consultó este diario. “Había, por ejemplo decretar la pesificación dejando que los bancos se hicieran cargo. Habría provocado un enorme descalce (desequilibrio financiero) original, pero luego se hubiera ido normalizando”, opinó.

Este es uno de los ejes de la controversia en torno de la pesificación: si fue un método para “salvar” a los bancos o si fue la única salida para evitar un descalabro aún peor que el del estallido de la convertibilidad. El tiempo pareciera haberles dado la razón a los que se inclinan por la segunda versión, dado el sendero de crecimiento que encontró la economía rápidamente. Aunque López Mieres insiste en que fue una salida demasiado sesgada en favor del sistema financiero.

“El sistema financiero fue el gran beneficiado, lo que en teoría era impensable, porque cualquiera lo hubiera imaginado como el sector a quedar marginado”, explicó. “Las utilidades del sistema así lo demuestran, primero porque se benefició con las compensaciones que le otorgó Lavagna, después porque sacó provecho de la monetización que resultó del crecimiento económico y, por último, porque le jugó a favor el crecimiento exponencial de los títulos indexados por CER en cartera; todo ello en un contexto de varios años seguidos de tasa pasiva negativa (retribución a los ahorristas menor a la inflación).”

¿Pagaron los ahorristas el costo de este enriquecimiento bancario? Según López Mieres, no. “Todo el sector bancarizado se benefició; los deudores por la licuación de sus pasivos con la pesificación uno a uno, y los depositantes, en comparación a otros sectores, también fueron subsidiados”, apuntó. Al cabo de cinco años, la convergencia entre el aumento del valor del dólar, de los activos financieros pesificados y de las propiedades ofreció las condiciones para la salida que ahora implementó la Corte, concluyó López Mieres. “Un crecimiento tan grande como el de estos años –agregó– hizo posible una solución que, normalmente, hubiese tardado diez años o más.”

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Un puñado de ahorristas esperó el fallo frente a Tribunales. Siguen reclamando dólares.
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