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Que cambie el presidente pero el ministro de Economía siga es, al menos para la Argentina, un suceso insólito, pero no sin precedentes. Antes de que Roberto Lavagna continúe en su puesto, a pesar de que Néstor Kirchner remplace a Eduardo Duhalde, ya Aldo Ferrer protagonizó una hazaña parecida. Al propulsor del “vivir con lo nuestro” le tocó asumir en 1970 bajo la presidencia del general Roberto Marcelo Levingston y ser confirmado y luego renunciado por el también general Alejandro Agustín Lanusse. Este no se conformó con remover a Ferrer: de paso disolvió el Ministerio de Economía, considerando que la existencia misma de ese organismo era la causa de los problemas. Lo cierto es que Lanusse desplazó al desarrollista y heterodoxo Ferrer por un liberal como Cayetano Liciardo, a quien colocó en Hacienda. Este antecedente histórico debería ser tenido en cuenta por Lavagna: su confirmación no necesariamente le augura un futuro de armónica convivencia con el jefe del Ejecutivo. La cuestión no es sólo seguir, sino también durar.