ECONOMíA

¿Cómo seguir la negociación del default?

MIGUEL KIGUEL.
“Oferta cumplible”

Por Claudio Zlotnik
Fue subsecretario de Financiamiento durante la gestión de Roque Fernández en Economía. Desde su despacho, tuvo trato preferencial con los inversores: era el responsable de colocar títulos públicos en los mercados internacionales.
–¿Está de acuerdo con la estrategia del Gobierno para reestructurar la deuda?
–El Gobierno expuso elementos positivos, como la propuesta de una quita importante sobre el capital de la deuda. Nadie discute que debe ser así. La oferta tiene que ser cumplible, y no simplemente patear la pelota hacia adelante para que el próximo Gobierno resuelva el tema. Pero tiene puntos débiles: no debería haber fijado un porcentaje de la quita. Ese número debería emerger de la negociación. Lo principal es lograr estirar los plazos durante un largo tiempo, para evitar presiones en el corto plazo.
–¿Esa visión no provocaría que, aun con el corto plazo despejado, la deuda vuelva a provocar una crisis en el largo?
–Justamente, mi propuesta es que debe cambiarse el eje de la discusión: en vez de la quita habría que pensar en el flujo de fondos que la Argentina podría pagarles a los acreedores, asegurando el crecimiento de la economía a largo plazo.
–¿Y cuánto podría girarse?
–El número debería aproximarse al 3 por ciento del Producto. No un monto fijo. Ese dinero ya sería bastante. Con el tiempo, si la economía sigue expandiéndose, habría libertad para pagar más.
–¿Cuál sería el beneficio de un arreglo con los acreedores?
–Se necesita más financiamiento para el sector privado y daría más solidez al sistema bancario.
–¿Por qué?
–El Gobierno se mostró muy duro en las negociaciones y los acreedores piensan que no será fácil sacar más de lo que se ofrece. Las condiciones internacionales ayudan: las tasas de interés están excepcionalmente bajas y existe abundante liquidez en el mundo.
–¿Cómo se estructuraría, según su opinión, una propuesta aceptable para los acreedores?
–Bonos de entre 20 a 30 años, con tasas de interés bajas, y un período de gracia para las amortizaciones de capital de por lo menos 10 años. No me animo a decir una quita de capital, pero a valor presente debería ser de entre 70 a 75 por ciento.



EDUARDO CURIA.
“En los márgenes”

Por C. Z.
Fue uno de los primeros economistas que se opuso tenazmente a la convertibilidad. Hoy asesora al ministro de Planificación, Julio De Vido. Cree que llegó el momento de flexibilizar la oferta a los acreedores, “aunque sea en los márgenes”, de manera de dar una señal de buena voluntad. Siempre que ese gesto sea acompañado con un mayor compromiso los organismos, como, por ejemplo, un aporte de fondos.
–Dada la presión del Fondo y del Grupo de los Siete, ¿cree que el Gobierno debe modificar su propuesta original sobre la deuda?
–La propuesta inicial fue valiosa. Es ruda pero razonable, dados nuestros condicionantes. El núcleo de la oferta es ligar la reestructuración a un crecimiento sostenible de la economía. Admito, no obstante, que hay que explorar en los márgenes de la propuesta.
–¿Qué implicaría?
–La propuesta tiene muchas variables que podrían modificarse, como señal de buena voluntad. Yo lo haría siempre y cuando la otra parte también acompañe ese gesto. Para avanzar también se necesita una señal de los organismos. Y también del Grupo de los Siete. Si los bonistas no son influidos por los organismos o el G-7, no hay ninguna chance de éxito posible.
–¿Ese gesto significaría pagar más?
–La quita sobre el capital puede ser del 75 por ciento nominal, tal como está planteado. Pero se pueden explorar plazos y tasas de interés más atractivos. O un pago de cortesía en efectivo. Hay que hace un análisis serio de costo-beneficio. Si la realidad es que el G-7 dice que no puedo seguir con la actual estrategia, el Gobierno debe escuchar ese mensaje. Hay que ver si se puede hacer un esfuerzo mínimo adicional y reclamar un “contra-esfuerzo”.
–¿Cuál sería?
–Argentina debe pedir el aporte de fondos frescos a los organismos internacionales.
–¿Y si no hay acuerdo?
–En un escenario de ruptura, en una primera instancia empeorarían las variables financieras. Mientras que en el largo plazo habría una impregnación de este agravamiento en el sector privado. Por ejemplo, se notarían cortes en las líneas de financiamiento comerciales a las empresas. Ahora bien, la escalada no ocurriría de un día para otro.

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