ECONOMíA

A favor y en contra

Mercedes Marco del Pont *.

La hora de redistribuir

Muchos comportamientos del 2004 se proyectan inercialmente hacia el 2005. Nosotros estimamos que la economía crecerá un 6 por ciento y eso se traducirá en una caída del desempleo. También se despejará el panorama económico con una aceptación razonable de la deuda en default (60 o 65 por ciento). Terminar con este problema permitirá discutir cuestiones estructurales como la distribución del ingreso y la reindustrialización, procesos muy vinculados.
Lo que habría que definir es cómo se compatibiliza un despegue industrial con una distribución más equitativa de la riqueza y cómo se distribuye el excedente fiscal. Una porción importante se destinará a pagar deuda. La clave es qué pasará con el resto, equivalente al 1,3 por ciento del PBI. Ese dinero puede utilizarse para pagar más deuda o a políticas redistributivas. Hay que avanzar en una propuesta más integral. Quizás una asignación por hijos. El Plan Jefas y Jefes sirvió para contener la protesta social, pero no resuelve el problema de millones que están afuera del mercado. Hay una diferencia importante en la política salarial respecto de los ’90, ya que el Estado interviene mucho más. Pero el 50 por ciento de los empleados están en negro y el salario promedio real desde el 2001 acumula una pérdida del 15 por ciento que, para el sector informal, sube al 25.
Argentina sigue siendo un país muy primarizado y muy vulnerable a lo que ocurra en los mercados de los commodities. La suerte en el mercado externo no está comprada. Por el contrario, el desequilibrio fiscal de los Estados Unidos y el estancamiento de la economía real en Europa generan incertidumbre. Y lo más grave son los cortocircuitos con Brasil, cuya producción industrial avanza sobre la nuestra, ya que tienen una política mucho más ortodoxa que la local. Y no se trata de un problema coyuntural sino de fondo. Por eso sería necesario cambiar de estrategia frente al principal socio del bloque.
* Economista de FIDE.

Martin Schor *.

El empleo formal es clave

Va a ser un año bastante bueno. Ideal para consolidar lo que por el momento es sólo recuperación, ya queestamos con un nivel de actividad que apenas supera el alcanzado en 1998. Recién en el 2005 comenzará el crecimiento auténtico y esto es muy auspicioso si no se repite la historia de los boom económicos que excluyen a la mayoría.
Es falso decir que primero hay que consolidar el crecimiento para lograr una mejora generalizada. Este marco de una situación mejor es muy propicio para redistribuir en serio. Hasta ahora hubo muy poco derrame. Uno de los grandes desafíos pendientes es cambiar la matriz distributiva del ingreso, ya que a pesar de las medidas de mejora salariales la inequidad sigue siendo fenomenal. Y para corregir esto es clave generar empleo formal, ya que la ocupación en negro atenta contra la posibilidad de redistribuir.
El otro gran desafío es el de una política de reindustrialización, algo que no se resuelve de un día para el otro. Lo que Argentina destrozó en treinta años no lo puede revertir en uno. Hay que abandonar de inmediato la idea de que el tipo de cambio alto resuelve todo. Está creciendo la economía y la industria. Pero también crecen desmedidamente las importaciones. Hay quienes consideran que ésto prueba que hay inversión. Sin embargo, también evidencia que está rota la estructura productiva. En su recuperación cuenta el factor tiempo: cuando más rápido se recupere, existen más chances de tener un superávit comercial importante. Parte de este cambio entraña modificar la estructura tributaria. Argentina tiene baja presión pero muy regresiva, porque grava poco al consumo y mucho a las rentas personales. Redistribuir no es sólo aumentar el salario. Y solucionar el problema de la deuda no es la clave, ya que con esa cuestión pendiente en los últimos dos años la economía creció. Tampoco está probado que por salir del default vayan a aumentar las inversiones. Finalmente, también está abierto el conflicto con las privatizadas, de algún modo ligado a la negociación con el Fondo, que no deja de reclamar por las tarifas.
* Economista de Flacso.

Nadin Argañaraz *.

Se ven pocos riesgos

El 2004 fue bueno y por eso cerrará con un crecimiento del 8,3 por ciento. Sólo con la suba del PBI del tercer trimestre, ya hay un piso del 7,9 por ciento para este año, aún en el supuesto que en el cuatro fuera nulo. Sin embargo, prevemos por lo menos un 1 por ciento desestacionalizado.
Esto significa que habrá un arrastre estadístico del 2,9 por ciento para el año próximo, que nosotros también prevemos bueno: no menos del 6 por ciento si se cumplen ciertos supuestos. El problema de la deuda debería cerrarse en uno o dos meses; los términos de intercambio deberían seguir en un nivel parecido al actual; Brasil tiene que continuar su recuperación: este año creció un 5 por ciento y el año que viene podría crecer otro 4 por ciento, lo que traccionaría las exportaciones argentinas; los problemas energéticos deberían estar bajo control y durante el proceso eleccionario el gasto público debería estar controlado. En este sentido, sería importante no repetir los errores del pasado con un desborde de los gastos alentados por la actividad política.
La realidad es que veo pocos riesgos. Sin embargo, me parece que es hora de empezar la sintonía fina para hacer sustentable la reactivación. Tuvimos inversión, pero hace falta más para poder crecer a un ritmo del 4 o 5 por ciento. El gran desafío es no desperdiciar el enorme esfuerzo que se estuvo haciendo hasta ahora y disminuir los niveles de pobreza e indigencia, que son preocupantemente altos.
* Instituto de Investigaciones Económicas de la Realidad Argentina y Latinoamericana (Iieral).

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