ECONOMíA › COLIN LEWIS, ECONOMISTA INGLES, Y LA SALIDA NEOKEYNESIANA

“El problema sigue siendo de confianza”

Por M.J.
Desde Londres

Profesor de Historia Económica de la London School of Economics, autor de varios libros sobre la Argentina y América latina, partidario de la dolarización, Colin Lewis opina sin embargo que el actual programa puede ser viable si se cumplen dos condiciones: proteger a deudores y bancos. “El problema de la economía argentina sigue siendo de confianza. Si se restablece, es posible una salida neokeynesiana”, indicó a Página/12.
–¿Qué opina del plan económico de Jorge Remes Lenicov?
–Puede funcionar si se cumplen dos condiciones. Una, que se proteja a los deudores a través de la pesificación. Según algunos cálculos, sin pesificación dos terceras partes de la pequeña empresa, tanto industrial como de servicios, habría ido a la quiebra, con el impacto previsible que esto tendría para el empleo. La segunda condición es que se proteja a los bancos mediante una compensación financiera por la pesificación de las deudas. La devaluación constituye una pérdida del 40 por ciento de los activos de los bancos y los sitúa técnicamente en bancarrota. El sistema bancario ya está en una situación de fragilidad por la corrida de depósitos y la caída en el valor de los bonos, que representa una gran cantidad de sus reservas. Si no se los compensa, se va a agravar la falta de confianza generalizada que hay en el sistema y que es la razón de fondo para esta continua extensión de los feriados cambiarios.
–Una de las razones para la extranjerización de la banca en la Argentina fue la solidez que lograría el sistema financiero. ¿No deberían las casas matrices cubrir a las sucursales que no pueden pagar el dinero que depositaron sus clientes?
–Deberían. Pero si miramos la historia de los bancos, la enorme mayoría, una vez que hacen su primera aportación de capital en un país extranjero, operan con los fondos y recursos que se producen en dichos países. El único modo en que las casas matrices aceptarían colaborar con sus sucursales es si hay una fuerte inyección de dinero del FMI. Este dinero no deberá destinarse, como sucedió el año pasado, a respaldar la reserva de divisas sino que debe ser dinero específicamente dirigido al sistema bancario. Si el Fondo no aporta ese liderazgo, las casas matrices de los bancos no van a hacer nada.
–¿Le parece que el FMI va a aportar estos fondos?
–El problema actual es que la crisis argentina no es fiscal sino sistémica. Es una crisis en cruciales instituciones de la macroeconomía y en el sistema político. Mi sensación es que el Fondo va a tener que intervenir de alguna manera, pero por supuesto Eduardo Duhalde es un cliente mucho más elusivo que Domingo Cavallo, que tenía un claro plan B: la dolarización. Sea como fuere, para que haya acuerdo, Duhalde se va a tener que comprometer a lo mismo que Cavallo: el déficit cero.
–Parece una fórmula suicida en una economía que se encuentra en la recesión más larga de su historia. ¿No fue la obsesión fiscal de estos años una de las causas fundamentales de la situación actual?
–El problema es que en la Argentina la estructura fiscal se asienta excesivamente en impuestos indirectos, como el IVA: la recaudación es procíclica. Si la economía crece, la recaudación también. Y a la inversa. Pero creo que en los 90 se consiguieron una serie de indicadores macroeconómicos positivos en la Argentina: aumento de productividad, de la competitividad. El problema crucial ahora es recuperar la confianza.
–Pero aun suponiendo que el actual plan consigue su objetivo primordial que es normalizar la vida económica, no parece haber ningún “shock productivo” para que la economía vuelva a crecer.
–Es cierto. Creo que están dadas las condiciones clásicas para un relanzamiento keynesiano con crecimiento y sin inflación. Esto es perfectamente posible aumentando la oferta monetaria en una economía con exceso de capacidad tras cuatro años de recesión. El patacón es unejemplo. No tengo los datos de fin de año, pero los de agosto a octubre indicaban que con el patacón se había conseguido en la provincia de Buenos Aires una mayor oferta monetaria, un ligero aumento de la actividad económica y un modesto incremento de la recaudación impositiva. Esto, a pesar de la falta de respaldo de la moneda.
–El gran problema que se ha mencionado para este tipo de relanzamiento es la inflación.
–Con confianza no debería haber un peligro inflacionario porque la economía ha pasado por un largo proceso deflacionario. El caso del Brasil es un buen ejemplo. El real cayó en un 50 por ciento en 1999. Ese año tuvieron un 0,7 de crecimiento con menos de un 9 por ciento de inflación.
–Uno de los argumentos a favor de la devaluación era que podría atraer la inversión extranjera. ¿Le parece esto posible?
–Muy improbable. ¿Quién va a invertir en la Argentina cuando se le suben los impuestos a Repsol y cuando no está del todo clara la estrategia económica del Gobierno? Por lo menos, se van a necesitar seis meses para que vuelva a ingresar capital extranjero.

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