EL MUNDO › COMO AL-QAIDA PROTEGIO SUS FONDOS POR UNA VIA IMPENSADA

Los diamantes eternos de Bin Laden

Amberes, capital mundial de la compra y venta de diamantes, aparece como un eje de la red financiera del terror. Osama bin Laden no sólo invirtió en armas y drogas, sino que transformó su dinero en diamantes.

 Por Eduardo Febbro

El último informe de la ONU sobre los soportes financieros de la red Al-Qaida apenas los menciona. Sin embargo, expertos e investigadores de alto vuelo confirman sin ambigüedad que la nebulosa terrorista de Osama bin Laden no sólo invirtió en petróleo, armas y droga sino también... en diamantes. La ONU asegura que la red extremista “continúa teniendo acceso a considerables recursos económicos y financieros” a través de los medios económicos de Bin Laden así como gracias a inversiones y capitales “escondidos” en seudogrupos de beneficencia. El documento da cuenta de inversiones financieras de Al-Qaida en el Norte de Africa, Medio Oriente y Asia, pero olvida mencionar en detalle una de las ciudades europeas que jugó un papel esencial en el montaje financiero de la red terrorista: Amberes, la capital mundial de la compra y venta de diamantes.
“En Amberes, a nadie le gusta evocar el caso en voz alta. Pero lo cierto es que las evidencias son innegables: Bin Laden se sirvió de los diamantes para poner a salvo y fuera de todos los circuitos tradicionales una buena parte de los fondos de su red”, admite un diamantero de París. El caso de los diamantes de Al-Qaida es una estructura con varias cabezas: Sierra Leona, Tanzania, Liberia, Kenia y Dubai aparecen como los brazos comunicantes que convergen hacia Bin Laden. La pista más reciente y concreta fue descubierta por casualidad. Un “trivial” asalto contra un furgón de transportes de caudales en el aeropuerto de Bruselas dio los primeros elementos. El 31 de octubre de 2000, cuatro hombres armados desvalijaron el furgón de la empresa Brink’s llevándose cinco cajas de diamantes en bruto por un valor de 6,4 millones de dólares y cuyo destino final era Francfort. Casi dos años después, en junio del 2002, la Justicia belga anunció que ese robo estaba “estrechamente ligado” a las organizaciones terroristas conectadas con Nizar Trabelsi. Este ciudadano tunecino, arrestado inmediatamente después de los atentados del 11 de setiembre, está acusado de haber preparado atentados contra los intereses norteamericanos en Europa y de mantener estrechos contactos con representantes de Al-Qaida. Trabelsi aparece como uno de los “nexos” entre la galaxia de Bin Laden, los diamanteros de Amberes y los “productores” instalados en Sierra Leona, Liberia, República Democrática del Congo (ex Zaire) y Tanzania. La plaza de Amberes es tanto más sospechosa cuanto que muchos de los diamanteros de esta ciudad son de origen libanés y están bajo la sospecha de tener abiertas simpatías con los movimientos extremistas islámicos. Según una fuente belga, los diamanteros libaneses “controlan” una parte de la comercialización de los diamantes extraídos en Sierra Leona, que transitan por Liberia y otras zonas fronterizas. Sus “representantes” compran las piedras, éstas son luego “lavadas” en los países fronterizos como Guinea, Burkina Faso, Gabón y finalmente expedidas a Amberes. Otra filial de diamanteros indios y libaneses tiene bajo su supervisión la conexión vía Dar Es Salaam, en Tanzania. El camino también comprende Arabia Saudita, donde los fundamentalistas son muy activos.
“En Amberes, cambiar diamantes por dinero o viceversa es un juego sin riesgos. Los intermediarios se frotan las manos. La ciudad, controlada por varias mafias, es un colador sin límites”, comenta a Página/12 otro diamantero francés. En el mapa de la ruta de los diamantes las huellas de Bin Laden son imborrables. Los europeos reconocen hoy que “durante los años en los que se investigó la red Al-Qaida se pasó por alto esa forma informal de lavar dinero. Mientras nosotros buscábamos cuentas, Al-Qaida transfería sus capitales en diamantes y otras piedras preciosas”. Las fechas de esas “transacciones” coinciden casi mes por mes con los movimientos políticos mundiales. Una inobjetable fuente suiza corroboró a Página/12 que Bin Laden empezó a “mudar” sus activos bancarios en piedras preciosas a partir de 1998, es decir, justo después de que Estados Unidos congelara los 254 millones de dólares que los talibanes tenían depositados en los bancos. 1998 es también el año en el que se produjeron los atentados contra dos embajadas norteamericanas de Africa y atribuidos a Al-Qaida.
La ruta va desde Liberia, pasando por Sierra Leona y Tanzania, hasta Europa. Ibrahim Bah, uno de los principales consejeros del Revolutionary United Front de Sierra Leona (RUF), mantiene conocidos lazos con los hombres de Al-Qaida. Bah, jefe de operaciones del RUF, aparece mencionado en dos informes de la ONU como el hombre que hace pasar los diamantes desde Sierra Leona hacia el exterior. Bah no es un mero “revolucionario” ni un simple traficante. Combatió en los rangos del Hezbollah proiraní contra los israelíes en el sur del Líbano así como al lado de los mujaidines afganos que derrotaron a los soviéticos en la fallida ocupación rusa de Afganistán. En esa guerra estaban un tal Osama bin Laden y las milicias talibanas. Y aún falta otro surco, el de Tanzania y la tanzanita, una piedra preciosa muy apreciada por sus brillos diamantinos.
Tras los atentados de 1998, la CIA descubrió que Al-Qaida tenía “fuertes lazos” con la industria de la tanzanita, en Tanzania. No menos de media docena de “socios tanzanos” de Bin Laden llamados a declarar luego de la bomba que estalló en la embajada norteamericana de Dar es Salaam describieron con lujo de detalles la ruta de esas piedras preciosas: el itinerario de la tanzanita pasaba por Kenia hasta llegar a Hong Kong. El viaje de los diamantes de Al-Qaida desde Sierra Leona a través de Liberia y Europa no es más que un aspecto del tentacular operativo de transformación “de activos bancarios en activos inamovibles e indetectables como las piedras preciosas”, dice a Página/12 un experto. Todos los nombres descubiertos hasta el momento e implicados en las transacciones corresponden a lugartenientes o “mensajeros” de Bin Laden. Abdulá Ahmed Abdulá está en el centro de un triángulo que implica a Bah, el RUF sierraleonés y algunas capitales europeas. El RUF desmintió todo contacto con Al-Qaida y lo mismo hizo el gobierno de Monrovia, pero los testimonios existentes son demasiados para tomar en cuenta los desmentidos. En 1998, cuando EE.UU. apretó las cuerdas, Al-Qaida puso parte de sus fondos en piedras. Entre junio y julio del 2001, antes de los atentados del 11-S, Al-Qaida repitió la operación... como para poner a salvo los fondos del terror.

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Los diamantes son el mejor amigo de Bin Laden.
 
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