EL MUNDO › TRAS DíAS DE COMBATES EN MINGORA

El talibán emprendió una retirada

Los talibán ordenaron la retirada de sus militantes de la ciudad de Mingora, en el valle de Swat (noroeste de Pakistán), tras el asalto lanzado el sábado por el ejército paquistaní, que consideró necesarios diez días más para controlar totalmente dicha localidad. Los talibán, bajo presión por los combates, dijeron ayer que querían volver al tratado de paz que recientemente rompieron.

El jefe de los islamistas, el molá Fazlulá, ordenó a todos sus mujaidines (combatientes en nombre de la religión) cesar toda resistencia en Mingora y sus alrededores para aliviar a la población y evitar pérdidas de civiles”, declaró Muslim Jan, portavoz de Fazlulá, por teléfono desde un paradero desconocido. “La mayoría de nuestros mujaidines han abandonado Mingora”, añadió, aunque advirtió de que los talibán seguirán luchando “hasta la última gota de nuestra sangre para la aplicación de la sharia”.

Al mismo tiempo, las fuerzas armadas paquistaníes anunciaron que seguían recuperando el control calle por calle de esta ciudad prácticamente vaciada de sus habitantes, según ellos, al encontrarse en algunos barrios con una “fuerte resistencia”. Unas horas antes, el ejército había anunciado que necesitaría unos 10 días para arrebatar la ciudad, principal núcleo comercial y administrativo de Swat que durante las últimas semanas estuvo bajo control de los talibán.

Ayer los talibán anunciaron que estaban dispuestos a desarmarse si el gobierno paquistaní permitía que la sharia, o la ley islámica, se implementara en la región, dijo Sufi Mohamed, un vocero. El ministro de Información del Estado, Syed Sumsam Ali Shah Bukhari, rechazó la oferta diciendo que los talibán deben retirarse del valle de Swat o enfrentarse al arresto. De acuerdo con Bukhari, el ofrecimiento demuestra que la moral de los combatientes es baja y que se están retirando.

Mohamed negoció el acuerdo previo entre los talibán y el gobierno, que era el mismo arreglo que aquéllos ofrecen ahora. El acuerdo fracasó porque los talibán se negaron a desarmarse y avanzaron hacia el distrito Buner, ubicado fuera de la región que el gobierno le permitía controlar.

En los últimos combates, un estimado de 1100 talibán murieron.

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