Desde Madrid

“Separatistas no, terroristas” es el clamor que se pudo oír ayer en las plataformas de Internet Twitter, Facebook o Flickr, un canal cada vez más elegido por los internautas españoles para protestar contra la violencia de ETA en el día en que la banda cumplía cincuenta años de actividad y después de que en las últimas 48 horas produjera dos virulentos atentados, uno de los cuales costó la vida en la isla de Mallorca a dos guardias civiles. Los ciudadanos se quejaban de este modo de las palabras utilizadas por prestigiosos medios de comunicación, como CNN, BBC o The New York Times para referirse al grupo vasco, mientras en las calles de algunas ciudades se vivían manifestaciones de protestas y la clase política se movilizaba en masa al funeral de las últimas víctimas. El presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder de la oposición, Mariano Rajoy, se hicieron presentes también en el funeral, que fue presidido por los príncipes de Asturias, Felipe y su esposa Letizia.

“No son vascos, son mierda, los vascos son buena gente.” El máximo dirigente del Partido Popular vasco, Antonio Basagoiti, fue ayer el encargado de darle un tono particular a la indignación que se hizo dueña de las calles, mientras el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, perteneciente al clero vasco, que siempre se ha caracterizado por su postura moderada en el conflicto, condenaba los últimos crímenes de la banda, “que nos avergüenzan como vascos”. La virulencia de los ataques coincidiendo con el medio siglo de vida de ETA logró movilizar ayer a la opinión pública a pesar del aletargado clima político previo al comienzo de agosto, un mes equivalente al enero del Hemisferio Sur.

Mientras el mundillo político se movilizaba ayer hacia Mallorca, los cuerpos de seguridad del Estado seguían ayer sin saber si los terroristas habían entrado en la isla por transporte público o si lo habían hecho en una embarcación propia, lo cual les habría permitido introducir los explosivos sin tener que preparar la bomba lapa adosada al coche de los guardias asesinados en el terreno. Las medidas tomadas horas después del atentado para cerrar Mallorca a cal y canto no dieron el resultado esperado por el Ministerio del Interior, que apostaba a detener al comando terrorista antes de que abandonara la zona. La policía cree que el comando tratará de aprovechar, para huir, el gran flujo turístico que se producirá en las próximas horas, por lo cual los controles ayer en la isla eran estrictos y provocaron grandes colas en puertos y aeropuertos.

El gobierno, por su lado, ha tratado de dar una sensación de normalidad acentuando la lectura de los últimos atentados como si se tratara de un “manotazo de ahogado” de la banda, cada día más cercada por las fuerzas policiales y la falta de espacio político en el campo democrático. Rodríguez Zapatero se mostró contundente al afirmar: “Los terroristas que hoy están en prisión marcan el camino de lo que les va a ocurrir a los que han asesinado: serán detenidos, condenados y pasarán su vida en la cárcel”, tratando de profundizar en la herida abierta que según los servicios de inteligencia se ha instalado en las cárceles donde están los etarras y en las que se debate sobre la oportunidad de abandonar lisa y llanamente la lucha armada con la esperanza de obtener una amnistía para los presos.

Ayer fue un día aciago para las fuerzas de seguridad, que se vieron obligadas a extremar las medidas de precaución ante el temor de que en el día exacto de su 50º aniversario ETA volviera a atentar, cosa que finalmente no ocurrió. El gobierno no sólo les había pedido velar por la seguridad pública sino que “se protejan” a sí mismas, ya que según los expertos en la lucha antiterrorista está claro que ETA ha vuelto a poner en la mira a los cuerpos de seguridad del Estado, un tipo de atentado que le proporciona réditos políticos dentro del campo del independentismo radical en el País Vasco. Aunque la izquierda vasca cada día mira con más recelo la actividad armada de la banda. Prueba de ello es que ayer no hizo ningún tipo de alarde especial para celebrar la fecha del nacimiento de ETA, un gesto tímido de independencia que tampoco alienta muchas esperanzas entre los partidos políticos democráticos vascos, que están cansados de esperar que el entorno de Herri Batasuna decida finalmente descolgarse de la aventura armada.