EL MUNDO › UNA MEGAMARCHA DE CIENTOS DE MILES PIDIO LA RENUNCIA DEL PRESIDENTE Y ELECCIONES

La plaza del no se volvió más grande

Al menos cientos de miles de opositores se concentraron ayer para pedir la salida de Hugo Chávez. Y una asamblea de la estatal Petróleos de Venezuela decidió seguir el paro pese al fallo del Tribunal Supremo que lo declaró ilegal.

Al grito de “¡fuera, fuera!”, una megamarcha opositora pidió la salida del presidente Hugo Chávez, en la decimonovena jornada de paro general. Los cientos de miles –según el cálculo oficial–, y casi dos millones de manifestantes –para los organizadores–, partieron desde cinco sitios desbordando calles de Caracas y la autopista principal, Francisco Fajardo- hasta desembocar en la Plaza Venezuela, a unos cinco kilómetros del palacio presidencial Miraflores, que estaba fuertemente custodiado. También se movilizaron en Caracas los seguidores del presidente, aunque en un número mucho menor. De modo previsible, los trabajadores de la industria petrolera, pilar de la economía de Venezuela, decidieron luego de una asamblea continuar con la huelga pese a que anteayer el Tribunal Supremo de Justicia ordenó como medida cautelar que debían regresar a sus puestos. El vicepresidente José Vicente Rangel admitió que el gobierno podría “acudir a instancias internacionales” para acusar de terrorismo a los gerentes que paralizaron la industria.
La masiva demostración opositora formó un inmenso manto de banderas venezolanas, amarillo, azul y rojo y pancartas, respondiendo al llamado de la Coordinación Democrática (CD), que aglutina a los partidos opositores con la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y la patronal Fedecámaras. Enrique Naime, vocero de la CD, declaró que “en esta marcha sí llegaremos a dos millones”, en referencia al constante afluente de personas que cruzaron la principal autopista de la capital. La marcha estuvo rodeada de policías municipales que evitaron un eventual desvío de la concentración hacia el presidencial Palacio de Miraflores, en el centro caraqueño, que fue lo que el 11 de abril último derivó en enfrentamientos y muertes que llevaron a un efímero golpe de Estado. La movilización llevó consigo el respaldo a los trabajadores de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) que continuaron adhiriendo al paro, infringiendo la reciente decisión judicial de cumplir los decretos presidenciales de modo de reactivar la industria petrolera, corazón del quinto exportador y octavo productor de crudo del mundo.
En paralelo, tres concentraciones oficialistas partieron desde diferentes puntos de la capital hasta la sede central de PDVSA, al centro-norte caraqueño. La concentración oficialista fue motivada “por la paz y la democracia en Venezuela” y en apoyo a los intentos del gobierno de reactivar la industria petrolera mediante decretos y con el apoyo de las Fuerzas Armadas.
Las manifestaciones pro y contra Chávez se enmarcan en la huelga general por tiempo indefinido que empezó el 2 de diciembre llamando a referéndum consultivo sobre la permanencia de Chávez en el poder; a los dos días de iniciada, se sumaron los ejecutivos de la estatal PDVSA y los oficiales de su Marina Mercante. Ahora reclaman la renuncia del presidente o un llamado a elecciones anticipadas, ambas vías inconstitucionales a las que se niega el oficialismo.
El gobierno cuenta con el apoyo declarado del Ejército. El comandante de la guarnición del estado petrolero venezolano del Zulia, Alberto Gutiérrez, informó que la Armada tomará próximamente el control del buque petrolero Pilín León, emblema del paro petrolero, amparado en la decisión del Tribunal Supremo. “Si cualquier persona se atreve a obstaculizar el proceso de traslado, estará desobedeciendo una orden del TSJ, por lo cual es un desacato y se tendrían que tomar las medidas jurídicas pertinentes” advirtió. Pero los tripulantes del buque, anclado en el lago de Maracaibo y al mando del capitán Daniel Alfaro, hicieron saber a través de su abogado José Luis Alcalá que preferirían “lanzarse al agua” antes de mover el tanquero por coacción o bajo amenaza de las armas. El buque cisterna, que tiene más de 44 millones de litros de gasolina, ya fue inspeccionado por fiscales del ministerio público, que ratificaron que el combustible que transporta está en condiciones normales.
El oficialismo teme que la huelga sea un nuevo intento de golpe de Estado como el que en abril pasado llevó al poder, por dos días, alempresario Pedro Carmona. Y sigue sin estar claro el alcance de la paralización de la industria petrolera nacional. Los huelguistas aseguran que el paro afecta a más del 95 por ciento de las instalaciones petroleras, mientras que el gobierno afirma que, paulatinamente, se va recuperando la normalidad. Sin embargo, hay datos ineludibles: las pérdidas diarias superan los 40 millones de dólares; hay orden de dosificar la venta de combustible en Caracas a sólo 30 litros de gasolina por vehículo; y Chávez ha pedido apoyo a los países de la OPEP y, ayer, a la petrolera brasileña Petrobras. Aunque el país cuenta con reservas para por lo menos 10 días, según informó el gobierno.

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Cientos de miles marchan ayer por una autopista de Caracas para pedir que Chávez se vaya.
 
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