EL MUNDO › CAPRILES BUSCA DISPUTARLE A CHáVEZ SUS CONQUISTAS SOCIALES

La guerra por los símbolos

El candidato opositor necesita conseguir adhesiones provenientes de las filas presidenciales, por ejemplo de las mujeres de los sectores populares. También la pelea está en quién representa a los trabajadores.

 Por Luis Hernández Navarro *

Desde Caracas

Como si fuera un capítulo más de una novela del realismo mágico, la campaña presidencial venezolana transcurre en una guerra verbal entre candidatos que se insultan sin mencionar su nombre, invocaciones a la Virgen del Valle y despliegue de cursilería para captar el voto femenino.

Lo que está en juego en la esgrima verbal entre Hugo Chávez Frías y Henrique Capriles Radonsky es la disputa de tres bastiones del chavismo: las mujeres, los trabajadores y el pueblo católico creyente.

Ubicado atrás en la mayoría de los sondeos de opinión, necesitado de votos que le permitan remontar su condición de segundo en la carrera, Capriles ha incursionado en plazas fuertes del chavismo para tratar de quitarle adeptos. En poco más de dos meses de campaña, el candidato ha recorrido 140 municipios, 88 por ciento de los cuales fueron perdidos por la oposición en las elecciones regionales de 2008. Para explicar tanto desplazamiento, el 6 de agosto pasado, durante un mítin en Monagas, dijo: “Yo ando recorriendo el país para ganarme la confianza de todos los venezolanos”. Le faltó agregar: porque mi voto duro no me alcanza.

Pero la dinámica territorial no es suficiente. Para llegar al otro lado del río, Capriles necesita conseguir adhesiones provenientes de las filas presidenciales, por ejemplo de las mujeres de los sectores populares, que mayoritariamente simpatizan con el chavismo. Las organizaciones populares que han surgido en las barriadas y gestionan servicios están dirigidas e integradas mayoritariamente por mujeres. Las madres solteras (una muy importante parte de la población femenina) han sido beneficiadas por las políticas sociales de Chávez.

Desafortunadamente para él, Capriles no tiene muchas municiones de las cuales echar mano. A los cuatro vientos ha declarado que no va a desaparecer las Misiones (los programas asistenciales del gobierno) y, como si hablara para las revistas del corazón, ha disparado saliva a mansalva con frases como: “Les digo a todas las mujeres que están en una Misión. He conversado con muchas en muchos pueblos. Nos hemos visto a los ojos. No hay nada más bonito que cuando nos vemos a los ojos. Porque además, yo soy un eterno enamorado, las mujeres leen los ojos de uno. Por eso es que cuando ve que un hombre está diciendo una mentira, ve para otro lado”. Poco después, en un despliegue de cursilería que habría hecho ruborizarse a Corín Tellado, declaró en Monagas: “Las mujeres son todo para mí, mi fortaleza y mi debilidad. Mi vida tiene nombre de mujer, porque mi vida es Venezuela”.

En disputa está también quién representa a los trabajadores. El 20 de agosto, en el auditorio de la represa Francisco de Miranda, en el estado de Bolívar, obreros metalúrgicos protestaron por el retraso en la discusión del contrato colectivo a la mitad de una cadena presidencial. Nueve días más tarde, los trabajadores se reunieron con Capriles, en una concentración que fue ampliamente difundida por los medios privados.

Venezuela es un país en ebullición social. Según el informe del Observatorio de Conflictividad Social, en agosto de este año se produjeron 498 protestas, encabezadas por el sector laboral. Capriles ha buscado capitalizar ese descontento a su favor. En plena carrera, declaró el 9 de agosto: “Nosotros no queremos trabajadores jalabolas (lamegüevos), sino trabajadores que echen pa’lante. Quiero que se sientan orgullosos de trabajar para Venezuela”. Sugirió que los trabajadores sufren presiones, humillaciones y ofensas de los directivos de las empresas y que para ascender hay que adular a los jefes.

Dos días después, en Vargas, en una reunión con obreros petroleros, Chávez respondió con energía: “Ahora le dio por llamar jalabolas a los trabajadores. Jalabola eres tú, majunche. Jalabola del capitalismo, del imperio. Te vamos a entregar el primer premio al jalabolismo”. Desde esa fecha le repite la medicina cada vez que puede.

Desde la oposición se ha querido crear la imagen de que los trabajadores están desertando del chavismo, cuando lo que están haciendo es ampliar su espacio de negociación aprovechando la coyuntura electoral. Por el contrario, Capriles pareció dar un paso en falso con esa acusación. Venezuela tiene el salario mínimo más alto de América latina y una ley laboral muy avanzada.

Aunque Capriles Radonsky es hoy católico, proviene de una familia que practica la religión judía. Su madre aún lo es. Y este 8 de septiembre decidió usar el 101º aniversario de la Coronación de la Virgen del Carmen para hacer proselitismo político y no dejar duda alguna de su fe. El candidato opositor partió a Nueva Esperanza para pedir a la Virgen por la reconciliación y anunciar su victoria: “El 8 de octubre estaré –dijo– en la iglesia del Valle para agradecerle el triunfo de todos los venezolanos”. Añadió que su fe está centrada en el deseo de cambio, en la voluntad de salir de la crisis que estamos viviendo. Señaló que desea formar un gobierno que brinde un país seguro donde se inicie el camino hacia la reconciliación.

A pesar de tener en el catolicismo popular una de sus fuentes ideológicas más profundas, en esta ocasión Hugo Chávez fue mucho más discreto. A través de Twitter le pidió a la patrona: “Maisanta, llena de bendiciones al pueblo venezolano todo. Te rendimos tributo quienes luchamos con la bandera de Cristo”.

En el tramo final de la campaña, la disputa por los símbolos entre chavistas y opositores ha subido de tono. Detrás de ellos se encuentran grandes bloques sociales.

* De La Jornada de México. Especial para Página/12.

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Las mujeres de los sectores populares simpatizan mayoritariamente con el presidente Chávez.
Imagen: AFP
 
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