EL MUNDO › DIO LA MISA DEL MIéRCOLES DE CENIZA Y DIJO QUE DIMITIó POR EL BIEN DE LA IGLESIA

Tras la renuncia, reapareció Benedicto

El pontífice pronunció duras críticas en la Basílica de San Pedro, ante numerosos cardenales, obispos y miembros del cuerpo diplomático. Instó a los fieles a superar el individualismo, las rivalidades y la hipocresía religiosa.

En su reaparición pública luego del anuncio sobre su dimisión que el lunes pasado sorprendió al mundo entero, Benedicto XVI aseguró que renunció al papado “en plena libertad, por el bien de la Iglesia”. Por la tarde (a las 14, hora de Argentina), el Papa inició la liturgia de la Cuaresma con las celebraciones del Miércoles de Ceniza. “El verdadero discípulo no sirve a sí mismo o al ‘público’, sino a su Señor”, dijo ayer Benedicto XVI en la Misa de Cenizas, su última homilía pública como pontífice. “La autenticidad de cada gesto religioso es la verdadera relación con Dios”, agregó.

El pontífice, quien vestía la casulla violeta de la temporada de Cuaresma, pronunció sus duras críticas durante la misa solemne del Miércoles de Cenizas en la Basílica de San Pedro, ante numerosos cardenales, obispos y miembros del cuerpo diplomático. “La Iglesia está en ocasiones desfigurada por ataques contra la unidad de la Iglesia y divisiones dentro del cuerpo eclesiástico”, proclamó.

El Papa alemán lamentó igualmente la hipocresía religiosa, así como el comportamiento de los que aparentan y las actitudes que buscan ante todo los aplausos y la aprobación, e instó a superar el individualismo y las rivalidades como una señal humilde y preciosa para aquellos que están alejados de la fe. “Nuestro testimonio será cada vez más incisivo cuanto menos busquemos nuestra gloria y seamos conscientes de que la recompensa del justo es Dios”, subrayó el Papa.

Debido a la gran cantidad de fieles que asistieron, los actos fueron trasladados desde la Basílica de Santa Sabina, en el monte Aventino, a la de San Pedro, un lugar mucho más espacioso. Por la mañana, Benedicto XVI comenzó la habitual audiencia pública de los miércoles y allí volvió sobre su alejamiento: “Queridos hermanos y hermanas, como saben, he decidido renunciar al ministerio que el Señor me confió el 19 de abril de 2005”, señaló.

El Papa, en su alocución, dejó en claro que su acto de renuncia lo hizo “en plena libertad para el bien de la Iglesia, después de haber orado largamente y tras examinar mi conciencia delante de Dios”, dijo Josef Ratzinger, de 85 años, ante unos diez mil fieles que abarrotaron el Aula Pablo VI del Vaticano. En ese marco, el Papa agregó que es consciente de la importancia del hecho, pero también consciente de no ser capaz de llevar a cabo el ministerio petrino con la fuerza física y el espíritu que lo requiera.

“Me apoya y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, el cual nunca le hará faltar su guía y su cuidado. Gracias a todos por el amor y la oración con que me habéis acompañado. Continúen orando por el Papa y por la Iglesia”, concluyó. Los miles de presentes le respondieron con una gran ovación, aún mayor que la que le dedicaron a su llegada al Aula Pablo VI para la tradicional audiencia de los miércoles. Improvisando ante la multitud, Benedicto XVI confesó que en estos días nada fáciles siente “casi físicamente el amor” de los peregrinos frente a una decisión de tal envergadura, que conmocionó a una Iglesia de 1200 millones de fieles.

El pontífice entró en la sala a las 10.44, hora local (6.44 en Argentina), mientras los fieles que se encontraban de pie aplaudieron, le expresaron frases de cariño y ondearon banderas de diferentes países. Josef Ratzinger entró solo, acompañado a varios metros de distancia de su secretario personal y prefecto de la Casa Pontificia, Georg Ganswein. Benedicto XVI se mostró sensible a los vítores, que lo obligaron a interrumpir su discurso y lo hicieron sonreír tanto a su llegada como al momento de acabar la audiencia, mientras la música religiosa sonaba de fondo. Acogido por los gritos de “¡Benedetto!, ¡Benedetto!”, el pontífice, vestido en esa ocasión con la tradicional sotana blanca, agradeció el caluroso recibimiento.

El día antes del final de su pontificado, el 27 de febrero, el Papa celebrará su última audiencia en la plaza de San Pedro. No hay previstos otros actos de despedida. Entre 15 y 20 días después del 28 de febrero deberá comenzar el cónclave que elegirá a su sucesor. Forman parte de éste 117 cardenales con derecho a voto, y se espera una decisión antes de Pascuas.

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Postales del Papa y de reliquias religiosas en venta ayer en un kiosco del Vaticano.
Imagen: EFE
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