EL MUNDO › EL LABORISMO BRITáNICO GIRA A LA IZQUIERDA Y HABLA DE DESARME

Arranque de campaña picante

Ed Miliband señaló en un mitin político en Manchester que las grandes corporaciones no seguirían dominando la agenda si el laborismo es elegido el próximo 7 de mayo. Los comentaristas prevén las elecciones más reñidas en décadas.

 Por Marcelo Justo

Desde Londres

El laborismo británico comenzó el año a la carrera. En el lanzamiento de la campaña para las elecciones de mayo, el líder laborista Ed Miliband advirtió que los conservadores terminarían de privatizar y destruir el Servicio Nacional de Salud si ganaban los comicios y que el Reino Unido era un país de “food banks and bank bonuses” (bancos de alimentos para pobres y bonos para los banqueros).

El gobierno del primer ministro David Cameron contraatacó asegurando que los laboristas tenían el equivalente a unos 40 mil millones de dólares de promesas no financiables que dejarían al Reino Unido en un estado similar a Grecia si los votantes se inclinaban por ellos en mayo.

En resumen, los partidos no esperaron a los Reyes Magos para, no bien comenzado el año, lanzarse de lleno a la campaña electoral.

En un claro giro retórico a la izquierda, que los analistas calificaron como el “más radical en décadas”, Ed Miliband señaló en un mitin político en Manchester que las grandes corporaciones no seguirían dominando la agenda si el laborismo es elegido el próximo 7 de mayo. El giro fue tal que el líder laborista se atrevió a abrir un signo de interrogación sobre el potencial nuclear británico, señalando que podía desprenderse de las armas nucleares a largo plazo y, mientras tanto, encontrar un reemplazo más barato para el sistema de submarinos que transportan los misiles Trident. Pero el eje de su discurso fue la situación económico-social del Reino Unido tras casi cinco años de coalición conservadora-liberal demócrata. “El fracaso del experimento económico de los conservadores se ve en los hogares, en la falta de perspectivas para nuestros hijos, en los servicios públicos y la deuda estatal”, señaló Miliband.

La película no podía ser más diferentes desde el lado conservador. El poster de campaña develado el 2 de enero declamaba “Let’s stay on the road to a stronger economy” (Sigamos por el sendero de una economía que crece) y aseguraba que en sus cinco años de gobierno se han creado casi dos millones de empleos, 760 mil nuevas compañías y se cortó el déficit fiscal a la mitad. Este lunes, el ministro de Finanzas, George Osborne, señaló que un gobierno laborista echaría por la borda todos estos logros y no permitiría completar con el enderezamiento de la economía nacional “desquiciada por el Nuevo Laborismo”. Es la misma estrategia que adoptó Barack Obama para ser reelecto en 2012: la recuperación está a mitad de camino, déjennos completar el trabajo.

En 2014 los sondeos les dieron a los laboristas una ventaja promedio de entre dos y cuatro puntos, pero los comentaristas prevén las elecciones más reñidas en décadas. El consenso es que ningún partido conseguirá ganar una mayoría por sí mismo: todos dependerán de alianzas para poder gobernar. Dependerán también de las cambiantes preferencias de un electorado extremadamente volátil. Una investigación de Kings College y la encuestadora Ipsos Mori muestra un drástico descenso en la lealtad partidaria de los votantes. Mientras que en 1985 más de la mitad del electorado se identificaba con un partido, en los próximos años se calcula que sólo un 24 por ciento tendrá alguna afiliación partidaria.

Hoy el voto se define más en torno de temas puntuales que dan como resultado inclinaciones contradictorias. El nacionalista UKIP, un partido de derecha que concentra el 15 por ciento de las preferencias, tiene seguidores de clase trabajadora que sólo coinciden con su diagnóstico respecto de la inmigración. Ese mismo votante confía más en el laborismo a la hora de defender el Servicio Nacional de Salud y hasta puede en algunos casos pensar que los conservadores son marginalmente más competentes en el manejo de la economía: imposible predecir por quién va a votar.

El Reino Unido se encuentra igualmente dividido a nivel regional. En septiembre, Escocia votó a favor de permanecer en el Reino Unido, pero desde entonces el nacionalismo escocés, el SNP, ha crecido tanto que se calcula que podría duplicar el número de escaños respecto del obtenido en las elecciones de 2010, convirtiéndose de lejos en el principal partido de Escocia a expensas de los laboristas. Las declaraciones de Miliband sobre armas nucleares deben verse en este contexto: los submarinos transportadores del Trident, única arma nuclear británica, se encuentran en Escocia, que quiere por amplia mayoría un cambio de política.

Una de las coaliciones posibles, con un claro sello de centroizquierda, sería precisamente entre laboristas y SNP, hoy encarnizados rivales por el voto en Escocia. Pero no la única. El escritor de los discursos de David Cameron en la campaña electoral de 2010, Ian Birrel, escribió este sábado en The Guardian que “sólo un gobierno de unidad nacional conservador- laborista puede evitar una crisis”. Según Birrell, las diferencias entre ambos partidos no son en el fondo tan grandes. “Es una época muy volátil. Muchas cosas pueden ocurrir antes de los comicios de mayo, sobre todo con la posibilidad que la elección en Grecia dispare un crisis en la Eurozona. En el referendo en Escocia hace cuatro meses, los partidos dejaron de lado sus diferencias en pos de la unidad nacional. Es posible que lo vuelvan a hacer para salvar al país de una nueva crisis constitucional”, señaló Birrell.

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El líder laborista Miliband de campaña en Salfor, en el noroeste de Gran Bretaña.
Imagen: AFP
 
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