EL MUNDO

Norteamericanos en un pantano

Ante la última acción de la resistencia contra la ocupación en Irak, un grupo de expertos analiza las claves del escenario.

 Por Eduardo Febbro

La caída del amo de Bagdad dejó a los norteamericanos “en un pantano sin fondo”, según analiza un especialista francés. Los estrategas franceses que optaron por la no intervención de su país en la expedición anglonorteamericana ven confirmarse en el terreno lo que habían anticipado en los papeles: la guerra no terminaría con la caída de Saddam. Expertos franceses en inteligencia y especialistas en relaciones internacionales estiman que ni siquiera la detención del ex presidente iraquí pondría fin a la serie de atentados.
Los estrategas europeos señalan que las fuerzas de Washington y Londres enfrentan tres movimientos cuyos intereses son divergentes: las redes fieles a Saddam Hussein, la legión de islamistas provenientes de otros países y, en menor medida, los brazos radicales chiítas. Los tres grupos habían protagonizado hasta ahora una batería de ataques “aislados”. Sin embargo, al organizar en Bagdad cinco atentados simultáneos, uno contra el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y otros cuatro contra comisarías iraquíes, las guerrillas marcaron una etapa tanto más importante cuanto que durante el pasado fin de semana llegaron incluso a golpear a los norteamericanos derribando un helicóptero y causando 16 bajas norteamericanas.
“Esos núcleos han probado que son capaces de montar operativos de envergadura y, sobre todo, perfectamente coordinados. Ya no se trata más de actos dispersos sino que entramos en una fase de ofensivas muy bien organizadas”, argumenta un especialista francés ligado a la lucha antiterrorista. Eric Denecé, director del Centro francés de Investigación sobre inteligencia, afirma que frente a “una guerrilla semejante no hay muchas opciones posibles. No existe ninguna respuesta adecuada para esos atentados. Las cosas son aún más difíciles porque los Estados Unidos tienen a la población iraquí en contra”. El general de reserva francés que elaboró la doctrina vigente de las fuerzas armadas francesas, Loup Francart, arguye que los fieles a Saddam “están apostando por la estrategia de lo peor a fin de probar que desde que los norteamericanos llegaron a Irak todo va peor, el caos reina, las cosas no funcionan y, encima, la inseguridad es absoluta”.
El geopolitólogo Aymeric Chaupdrade –autor de varios libros de referencia como Introducción al análisis geopolítico– recuerda oportunamente que otro de los errores consistió en creer que el régimen era únicamente Saddam Hussein. Para Chauprade, “el régimen del partido Baaz no era el producto de un hombre sino de una geografía política y de una historia. Si Irak no se hundió inmediatamente frente al invasor se debe a que el régimen no se resumía a un solo hombre o a un clan”.
Desde el supuesto “fin de las operaciones” anunciado por el presidente norteamericano George W. Bush a principios de mayo, la guerra se incrementó bajo otra forma. Al analizar cada una de las tres fuerzas que se mueven detrás de los atentados, los expertos franceses en inteligencia ponen de relieve que, detrás de las tres, la que actúa con tanto desorden como virulencia es el ejército de partidarios de Saddam. Uno de esos expertos observa que “la disolución del ejército iraquí y del partido Baaz dejaron sin recursos a miles de hombres que, al final, se unieron masivamente a la guerrilla. Los norteamericanos se dieron cuenta del error, pero ya era demasiado tarde”.
Barthélemy Caurmont, integrante del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas, IRIS, destaca que “Irak es sin dudas ellugar más simbólico para atacar a los Estados Unidos y, de manera más general, a Occidente. La frustración de los iraquíes y los operativos de los partidarios de Saddam sumados a las actividades de los movimientos radicales compuestos por extranjeros componen un complejo arco que Estados Unidos no previó. A ello se le agrega un factor político, es decir, la falta de crédito de las instituciones políticas que funcionan desde la caída del régimen”.
El derribamiento del helicóptero corresponde a una “falla considerable de los servicios de inteligencia de los norteamericanos. Las tropas estacionadas en Irak están enfrentando un ejército de fantasmas”, resume una fuente francesa ligada al contraespionaje. La dificultad de desenmascarar a los “fantasmas” es tanto más intrincada que, a diferencia de Afganistán, los islamistas hicieron de Irak el terreno por excelencia de la “guerra santa” contra Occidente.
Los observadores estiman que las acciones más mortíferas fueron organizadas por los grupos sunnitas. El atentado contra la sede de la ONU en Bagdad –19 de agosto– y el ataque frente a la mezquita chiíta de Alí, en Nadjab, que mató al ayatolá Mohammed Baker-al-Hakim y a otras 83 personas –29 de agosto– fue preparado por redes sunnitas. La mayoría de los combatientes pasan por Siria y Arabia Saudita y constituyen una “auténtica fuente de hombres dispuestos a todo”.
Otro experto francés de la lucha antiterrorista puntualiza que de todos esos grupos uno de los más peligrosos es el de Ansar-al-Islam. Instalados en el Kurdistán iraquí antes de que sus bases fueran bombardeadas por la coalición, los integrantes de Ansar-al-Islam huyeron hacia Irán y Siria “pero no perdieron ni su combatividad ni sus objetivos y cuentan con muchos kamikazes dispuestos a sacrificarse”.
La tercera amenaza que cierra el círculo en el que están meditas las tropas norteamericanas son los líderes radicales chiítas. El mismo especialista resalta que “si bien se trata de una amenaza a largo plazo es sin duda la más poderosa”. En este caso también se observa una “correspondencia” entre los intereses de los chiítas radicales y un Estado vecino, es decir, Irán. “Ambos aspiran a que los Estados Unidos dejen Irak.”
En suma, esos tres movimientos se mueven entre las sombras con un mismo objetivo: derrotar al invasor y, por ende, a Occidente, en la tierra invadida.

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La policía iraquí acudía ayer a la escena luego de un ataque contra un ómnibus a 60 kilómetros de Bagdad.
 
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