EL MUNDO › COMO FUE EL FUNERAL DE ESTADO DE LOS 19 CARABINIERI

El largo llanto de los italianos

Por Peter Popham *
Desde Roma

Las 19 víctimas italianas del atentado suicida del jueves pasado en la ciudad iraquí de Nasiriya fueron honradas ayer en un funeral de Estado en Roma. Unas 4 mil personas llenaron la enorme Basílica de San Pablo, en el sur de la ciudad, para el servicio, incluido el presidente Carlo Ciampi, el primer ministro Silvio Berlusconi y las desoladas familias. Y decenas de miles de personas se agolparon frente a grandes pantallas ubicadas afuera. Todo el país se detuvo mientras la nación recordaba su peor pérdida de vidas en un conflicto bélico desde la Segunda Guerra Mundial.
Pocas fueron las voces disidentes. Los personajes VIP todavía estaban entrando de a uno cuando una voz débil y anciana se escuchó en los altoparlantes suspirando: “Dios, Dios, Dios, ¡todo este sufrimiento por nada!”. En la mitad del servicio, una mujer de mediana edad sentada al fondo gritó: “Ciampi y Berlusconi, ¡todo fue culpa de ustedes!”. Cuando la policía la sacó de la iglesia, dijo: “No estoy loca”.
Pero éstas fueron las únicas notas discordantes. Los italianos no son famosos por su patriotismo pero, desde el jueves pasado, el luto ha cambiado todo. Alguien comparó el ánimo de la nación con el que sufrió Gran Bretaña luego de la muerte de la princesa Diana. Las diferencias y las peleas han sido suspendidas en una singular explosión de pesar. Varios cientos de miles expresaron su respeto delante de los ataúdes de las víctimas, en el monumento a Víctor Manuel, en el centro de Roma. La bandera tricolor flameó en todas las ventanas a lo largo y a lo ancho de Italia. El cardenal Camilo Ruini, el vicario de Roma, les dijo a los congregados que recordaran que los mandatos cristianos –“ama incluso a tus enemigos”– se aplican “incluso a los terroristas asesinos”, dijo. “No vamos a escaparnos de ellos, los vamos a enfrentar con todo nuestro coraje, energía y determinación. Pero no vamos a odiarlos”, declaró. Afuera de la basílica, la multitud se unió a este sentimiento. “Hay en estos días una sensación de pertenecer a algo más grande, a algo más alto”, decía Giuseppe Cinti, un abogado romano. “No hay odio, no hay palabras de rencor o venganza, pero sí una gran perturbación, la sensación de estar viviendo en un período muy serio en la historia, una sensación de gran unidad, que es rara en este país.”
Ayer, el Ministerio del Interior anunció la deportación de seis personas en Turín. El anuncio siguió a las noticias del lunes sobre un imán senegalés, Abdul Qadir Fadl Allah Mamour, que supuestamente apoya a Osama bin Laden y será expulsado del país. Pero el nuevo realismo que reina no significa que los italianos hayan perdido su odio a la guerra en Irak, contra la que protestaron millones. El lunes, un consejero especial italiano, junto con el representante de la Autoridad Provisional de la Coalición, Marco Calamai, anunció su renuncia y afirmó que “la Autoridad Provisional simplemente no funciona (...). Necesita un cambio radical con respecto a las políticas que hasta ahora ha tomado Estados Unidos”. También dijo que el atentado en Nasiriya que mató a 19 italianos fue “consecuencia de una política equivocada y una evaluación pobre de la complejidad de la estructura social de Irak”. Sólo una autoridad interina dirigida por la ONU, sostuvo, podría cambiar las cosas.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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