Benjamin Netanyahu pidió a los israelíes que no tomen la justicia en sus manos tras el asesinato de un eritreo al que un agente de seguridad le disparó al confundirlo con el autor del atentado del domingo. “Somos un país que respeta la ley, nadie tiene derecho a aplicar sus propias leyes”, declaró el primer ministro en la radio pública. Habtom Zarhum se encontraba en la estación de micros de Beer Sheva, ciudad del sur de Israel, cuando un árabe-israelí mató a un soldado israelí, se apoderó de su fusil e hirió a otras diez personas. En el desconcierto, un policía abrió fuego contra el eritreo de 29 años, que corría para protegerse, al cual identificó como el agresor. Una vez en el suelo, aún herido, fue brutalmente golpeado por numerosos pasajeros. Líderes de la comunidad beduina de Israel condenaron el atentado perpetrado por uno de sus miembros en la terminal.

Hanan Ashrawi, miembro del Consejo Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), rechazó lo que definió como la política israelí de “disparar a matar” a palestinos autores de la última ola de ataques y criticó las medidas de seguridad adoptadas por Israel. Ashrawi dijo además que los atacantes y participantes en enfrentamientos con el Ejército israelí en los territorios palestinos son una nueva generación que no está dispuesta a aceptar la ocupación por más tiempo.

Un video en Internet mostró ayer a un agente de seguridad israelí abriendo fuego contra la víctima eritrea. En otra grabación se veía a varios hombres dando patadas al joven (una de esas personas lo golpeaba en la cabeza), que yacía en el suelo, mientras otros intentaban interponerse entre la turba y el eritreo. Fuentes del hospital adonde fue trasladado no supieron precisar si Zarhum hubiera sobrevivido si no hubiese sido golpeado. El verdadero autor del atentado en la estación de micros, un árabeisraelí de 21 años, Muhamad Jaleel Uqbi, residente en los alrededores de Beer Sheva, fue abatido luego de la agresión.

La policía consideró como extremadamente grave la agresión sufrida por el eritreo cuando se encontraba herido en el piso y “no representaba ningún peligro”. El jefe de la policía local ordenó ubicar a las personas que golpearon al eritreo. Zarhum, presentado por la prensa como uno de los miles de solicitantes de asilo de su país en Israel, es la primera persona abatida en tales circunstancias en Israel desde el inicio de este nuevo ciclo de violencia. Sin embargo, en días anteriores ya hubo situaciones en que la gente enfurecida buscaba hacer justicia por su propia cuenta, principalmente, oriundos de Jerusalén Este, aunque algunos ataques fueron obra de árabes israelíes.

El suceso inició un debate en la sociedad israelí sobre las consecuencias de la actual escalada y las frecuentes venganzas de civiles contra sus atacantes, generalmente palestinos. “Estamos en una lucha continua que ganaremos. Los civiles que son atacados actúan con lucidez, pero la gente debe acudir a los organismos de seguridad”, señaló el primer ministro israelí. Además del ciudadano eritreo, en la ola de violencia murieron, hasta ahora, 8 israelíes y 43 palestinos (uno de ellos árabe-israelí). En este clima de espiral de violencia, Netanyahu decidió ayer paralizar la colocación de grandes bloques de hormigón que la Policía había comenzado a instalar en Jerusalén Este, para no dar la impresión de que la ciudad es dividida, informaron medios locales.

El diario Yediot Aharonot atribuyó esa orden a las fuertes presiones de los ministros más nacionalistas del gobierno israelí, entre ellos, los de Educación, Nafatli Bennett, de Transporte, Israel Katz, y de Inmigración, Zeev Elkin. Durante la reunión del Consejo de Ministros, los tres se quejaron de que no da buena impresión el cierre de barrios palestinos de la ciudad con retenes en rutas y, en los casos de Isawiye y Yabel Mukaber, con paredes prefabricadas de hormigón de varios metros de alto.

La decisión, aprobada en una reunión anterior del gobierno israelí, tomó por sorpresa a algunos ministros que se enteraron, a través de los medios, de que la barrera de Yabel Mukaber podría llegar a tener una extensión de 300 metros, cuestión que a juicio de los funcionarios, daría sensación de división. La intención de estas paredes prefabricadas es impedir el paso de posibles atacantes y prevenir el lanzamiento de bombas molotov contra rutas aledañas o edificios.

Aunque el titular de Seguridad Interior, Guilad Erdan, indicó en la cita ministerial que la barrera puede quitarse en media hora, los ministros nacionalistas la interpretan como una división de facto de la que Israel considera su capital eterna e indivisible. Israel anexionó en 1980 la parte este de la ciudad, en la que viven 370.000 palestinos, decisión parlamentaria que la comunidad internacional no acepta.

Por otra parte, la radio del Ejército israelí informó ayer que en vista de la ola de acuchillamientos palestinos, miles de israelíes solicitaron un permiso para armas. El ministro de la Policía, Gilad Erdan, anunció su deseo de acelerar el proceso para adquirir la autorización. La radio, sin embargo, señaló que el Ministerio de Seguridad Interior no tiene capacidad para gestionar todas las solicitudes.

En un comunicado difundido ayer, Mohamed Alnabari, alcalde de Hura, localidad donde vivía el atacante de Beer Sheva, condenó “totalmente” y sin reserva “este acto deplorable” y rechazó cualquier forma de violencia. Dijo que el hecho se trató de un ataque terrorista, manifestó que toda la población beduina del Negev lamenta que “dos inocentes perdieran la vida” y afirmó que su condena es la de toda la comunidad.