EL MUNDO › COMO SON LOS CAMBIOS CONSTITUCIONALES DE BERLUSCONI

Todo el poder es poco para él

Por Enric González *
Desde Roma

El Senado italiano empezó ayer a debatir la reforma constitucional más profunda desde la caída de la monarquía. Los objetivos del gobierno de Silvio Berlusconi consistían en reforzar el Poder Ejecutivo y en crear un Estado de tipo más o menos federal; ante un proyecto de tanta envergadura, sin embargo, la propia mayoría conservadora mostraba fisuras y la oposición rechazaba el texto con la promesa de “combatir hasta el final” por “la unidad de Italia y los principios de la democracia y la libertad”. El clima político, deteriorado por una sucesión de escándalos financieros y de reveses gubernamentales, parecía poco propicio para alcanzar un acuerdo que garantizara una Constitución duradera.
La reforma constitucional, una de las promesas electorales más importantes de Berlusconi, contaba en principio con un cierto consenso, centrado en la necesidad de fortalecer el Poder Ejecutivo y acabar con la crónica debilidad gubernamental que caracterizó a la Primera República. La coalición de centroizquierda El Olivo, ya hacía referencia a ello en su programa de 1996. La descentralización, llamada inicialmente “devolution” y ahora federalismo en los textos gubernamentales, constituía por el contrario un foco de conflictos. Flotaba sobre el Senado la impresión de que Berlusconi se había empeñado en un cambio histórico, simplemente, para satisfacer a la Liga Norte de su aliado Umberto Bossi y que la reforma estaba muy poco madura.
El propio Bossi elevó la tensión el pasado fin de semana, al exigir que la nueva Constitución permitiera que las asambleas regionales (ya existentes) pudieran unirse. Su idea era facilitar, en el futuro, la fusión de las asambleas de Lombardía, Véneto y Piamonte en un Parlamento del Norte. Alianza Nacional (AN) y Unión de los Demócrata Cristianos (UDC), los otros dos partidos coaligados con la Forza Italia berlusconiana, se negaron en masa a permitir esa confederación y amenazaron con bloquear todo el proyecto.
Berlusconi, ausente de la vida pública desde que a fines de año se sometió a una cirugía estética, tuvo que hacer uso intensivo del teléfono para disuadir a Bossi y para calmar a Giancarlo Fini (AN) y a Marco Follini (UDC), los aliados en rebelión contra el federalismo de la Liga Norte. Y la oposición de centroizquierda optó por una oposición frontal al texto pactado por los partidos en el gobierno.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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