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El día que la BBC empezó su transmisión en cadena

La independencia editorial de la BBC respecto del gobierno británico pareció estar en duda ayer después de la segunda renuncia de alto nivel tras el informe de Lord Hutton culpando a la corporación por la muerte de David Kelly. Hubo paros de protesta y declaraciones políticas críticas.

 Por Marcelo Justo

En un intento por poner fin a meses de guerra abierta con el gobierno de Tony Blair, el director general de la BBC, Greg Dyke, renunció a su cargo y su reemplazante interino Lord Ryder pidió disculpas por los errores cometidos durante el caso Kelly. Un exultante primer ministro Tony Blair indicó que el pedido de disculpas era “todo lo que quería” y que respetaba la “independencia editorial de la BBC”. Pero en el primer sondeo desde el dictamen de Lord Hutton sobre la muerte de David Kelly el miércoles, la opinión pública británica no pareció tan dispuesta a hacer borrón y cuenta nueva. La mitad de los encuestados opinó que el informe del juez, que culpó a la BBC de graves errores editoriales y exoneró al gobierno de manipular los informes de los servicios secretos, fue una cortina de humo para encubrir una investigación de las verdaderas razones por las que Gran Bretaña fue a la guerra con Irak.
El dictamen de Lord Hutton exoneró al gobierno y fustigó a la BBC por emitir una nota radial con alegaciones “sin fundamento”. El mismo miércoles, el presidente de la Junta de Gobernadores de la BBC, encargado de velar por el rigor editorial y la independencia de la corporación, el multimillonario Gavin Davies, renunció a su cargo. Donante del Partido Laborista, amigo del ministro de Economía Gordon Brown, Davies señaló que siempre aceptó que “la decisión del referí es definitiva”, pero añadió en el texto de su dimisión un duro cuestionamiento del dictamen de Lord Hutton. “¿Son coherentes sus conclusiones sobre el informe de septiembre del 2002 con las pruebas presentadas durante su investigación? En su veredicto sobre Gilligan, ¿tuvo en cuenta lo que Kelly le dijo a Susan Watts (otra periodista de la BBC)? ¿No constituyen sus conclusiones una amenaza a la libertad de prensa?”
El tono de Davies era desafiante. En la renuncia de Greg Dyke ayer, otro donante del Partido Laborista, la sensación era de fatiga y hartazgo. El director general de la BBC señaló que era hora de “poner fin al conflicto” y mirar hacia el futuro. En un correo electrónico a los 25.000 empleados de la corporación, Dyke añadió que aceptaba que la BBC “cometió errores” y que su renuncia era un intento de cerrar la cuestión para el bien de la BBC. El posterior pedido de disculpas “sin atenuantes” de su reemplazante interino, el conservador Lord Ryder, añadió una nota de abyección que no pasó inadvertida. En la BBC misma se produjeron paros espontáneos de protesta por la dimisión de Dyke en las oficinas de Birmingham, Manchester, Newcastle, Glasgow, Londonderry y Cardiff. En la oficina de sonidos de Somerset, el personal salió a la calle e hizo un minuto simbólico de silencio.
Entre la clase política, diputados de los tres principales partidos, el laborismo, el conservador y el liberal demócrata cerraron filas en torno de la BBC. La ex ministra de desarrollo internacional, la laborista Clare Short, señaló que la BBC es un “tesoro nacional que hay que defender” y calificó al informe de Lord Hutton como “extremadamente parcial”. Otro diputado laborista, Austin Mitchell, advirtió que una vez que se pide disculpas “sin atenuantes se entra en una pendiente sin fin”. Entre los conservadores, Boris Johnson deploró que la BBC se dejara atropellar por el gobierno. “La BBC puso al aire una historia muy importante sobre un tema de gran interés público que todos sabemos que era cierta. Es una pena que ahora no se anime a defenderla hasta sus últimas consecuencias”, dijo Johnson. El líder del tercer partido, el liberal demócrata Charles Kennedy, señaló que era fundamental salvaguardar “la independencia futura de la BBC”. Hoy más que nunca, esta independencia está en juego. Corporación pública, financiada con un impuesto especial, la BBC ha mantenido su independencia respecto de los gobiernos de turno durante las décadas más turbulentas de la historia británica del siglo XX: la Segunda Guerra Mundial, el conflicto de Suez, la guerra de Malvinas, las dos guerras del golfo e innumerables crisis políticas. Dos figuras políticas del laborismo, Gavin Davies y Greg Dyke, no dudaron en enfrentarse al primer ministro Tony Blair para mantener esa distancia con el gobierno. La paradoja es que ahora es el mismo gobierno con el que ha estado en guerra el que tomará dos decisiones clave para su futuro. El primer ministro deberá nombrar al reemplazante de Davies a la presidencia de la Junta de Gobernadores de la corporación y tendrá que decidir qué pasa con su Carta Orgánica Real que garantiza su financiamiento público y que expira en el 2006.

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Greg Dyke, director general de la BBC, explica a los periodistas su renuncia.
 
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