EL MUNDO

La guerra fue OK, pero ahora ya no

Colin Powell, secretario de Estado norteamericano, llegó más cerca que nadie en el gobierno a admitir un error sobre Irak.

Por Rupert Cornwell *
Desde Washington

Un año después de su famoso discurso en las Naciones Unidas defendiendo la guerra, Colin Powell confesó que podría no haber recomendado la invasión a Irak si hubiera sabido que las supuestas armas prohibidas eran, en realidad, inexistentes. “No sé”, fue la simple réplica del secretario de Estado cuando se le preguntó si hubiera abogado por la guerra bajo esas circunstancias. Agregó que era la creencia en un arsenal de armas químicas y biológicas lo que hacía de Saddam Hussein un peligro “real y presente”. “La ausencia de ese arsenal cambia los cálculos políticos; cambia la respuesta que uno recibe.” Aunque insistió en que la invasión estaba justificada, a pesar de todo lo que se ha sabido desde entonces, sus observaciones en una entrevista ayer con el Washington Post son lo más cercano a la admisión de un posible error por parte de un alto miembro de la administración Bush.
A regañadientes, el presidente Bush mismo dio el visto bueno para que una comisión independiente investigue el fiasco de inteligencia sobre las armas de destrucción masiva. Pero su competencia precisa en una cuestión de debate, como lo es el momento oportuno. Mientras tanto, el vicepresidente Dick Cheney, el arquitecto entre bambalinas de la guerra, todavía sostiene que se pueden encontrar las armas, mientras que otros dos halcones prominentes, Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa y su vice Paul Wolfowitz, guardan silencio. Y en el Congreso hay preocupación de si la comisión será realmente independiente: para empezar, Cheney es el encargado de contactar a sus posibles miembros, mientras Bush es el que los designará. También ayer, el premier británico Tony Blair anunció su propia comisión investigadora.
La presentación del general Powell en la ONU el 5 de febrero de 2003, completa con intercepciones de audio e imágenes de satélites espías, apoyaron la argumentación de Estados Unidos a favor de la guerra de la manera más elocuente y plausible, y su reputación como el moderado en la administración de línea dura fue vital para convencer a muchos dudosos, tanto en el país como en el exterior. Pero después del devastador testimonio en el congreso de David Kay, el inspector en jefe de armas de Estados Unidos, el grueso de las afirmaciones del general Powell han demostrado estar equivocadas. Entre sus afirmaciones más asombrosas, Powell sostenía que una brigada de misiles estaba desplegando cabezas de guerra con cargas biológicas hacia el campo de batalla. Kay dejó en claro que no se había descubierto nada de esto, y que los generales iraquíes desde entonces han dicho a los investigadores que no tenían ni armas químicas ni biológicas.
En febrero pasado, flanqueado por el director de la CIA George Tenet, el secretario de Estado desplegó fotos satelitales al Consejo de Seguridad de la ONU, supuestamente probando que los materiales prohibidos habían sido mudados de los alegados sitios iraquíes para las armas de destrucción masiva. En realidad, se trataba de movimientos normales de materiales peligrosos. Se dijo que eran “descripciones de primera mano” de las fábricas móviles de armas biológicas. Según Kay, los tres remolques descubiertos desde la guerra eran usados probablemente para la producción de hidrógeno. De acuerdo con la CIA, las unidades no eran adecuadas para ningún propósito.
En cuanto a la estimación adelantada por Powell de hasta 500 toneladas de armas químicas en manos iraquíes, Kay dijo al Congreso que la capaclidad de Bagdad para desarrollar y producir tales municiones había sido “reducida, si no totalmente destruida” por la Guerra del Golfo de 1991, después de los bombardeos de Estados Unidos y Gran Bretaña de los sitios sospechados, así como más de 12 años de sanciones e inspecciones de la ONU. En su entrevista, el secretario de Estado adelantó lo que promete convertirse en la defensa estándar de la administración Bush sobre su conducta. Los analistas no estaban presionados y sus conclusiones no estaban distorsionadas y la creencia de Estados Unidos de que Saddam tenía armas prohibidas era compartida por Gran Bretaña, Francia y otros países.
Cada palabra en la presentación del 5 de febrero había sido aprobada por la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, enfatizó Powell. Y dada la evidencia disponible en el momento, Bush tomó una “decisión prudente” al ir a la guerra.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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Colin Powell habla a la prensa ayer en Washington.
 
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