EL MUNDO

El día que estrangularon la yugular de crudo iraquí

El último gasoducto que quedaba en Irak fue puesto ayer fuera de servicio en una nueva acción insurgente para sabotear al gobierno entrante.

Por Patrick Cockburn*
Desde Bagdad

Un grupo de insurgentes interrumpió las exportaciones de petróleo iraquíes, ayer, al estallar el último gasoducto que quedaba en el Golfo y haber asesinado al jefe de seguridad de los yacimientos petrolíferos en el norte. Una explosión de bomba destruyó el gasoducto, ayer a la mañana, en la desolada península de Fao, al sur de Basora, donde un grupo de saboteadores había atacado el día anterior.
Chorros de crudo que salían a borbotones del gasoducto formando enormes estanques negros en la arena. Todas las exportaciones de petróleo desde terminales de Basora y Khor al Amaya se vieron interrumpidas. Además, tres hombres armados asesinaron a Ghazi Talabani, el jefe de seguridad de la compañía petrolera estatal del norte, cuando su auto se detuvo frente a un atestado mercado en Kirkuk. Talabani fue el tercer funcionario iraquí asesinado desde el sábado.
Los ataques evidencian que las guerrillas opuestas al gobierno iraquí cuentan con los medios y la organización para paralizar en forma permanente las exportaciones de petróleo iraquí. El gasoducto del norte de Irak que atraviesa Turquía hacia el Mediterráneo estalló el 25 de mayo.
Estados Unidos descontaba que, en vísperas de la transferencia de poder a un gobierno iraquí, se iniciase una escalada de explosiones y asesinatos. Pero los ataques a la industria petrolera y al abastecimiento eléctrico han resultado más sofisticados de lo que se había esperado. No obstante, el precio internacional del crudo no aumentó significativamente después del sabotaje y el cese de las exportaciones petroleras, pero esto puede cambiar si se demuestra que los saboteadores persisten en sus ataques.
Irak esperaba incrementar su producción en 2,5 millones de barriles por día en un futuro cercano.
Iyad Allawi, el nuevo primer ministro iraquí, confía restaurar la seguridad incorporando a encumbrados oficiales del antiguo ejército iraquí, desbandado por Estados Unidos en mayo, para reconstituir sus unidades. Estados Unidos posiblemente no pueda disponer de una fuerza militar iraquí, consistente por las mismas unidades militares, a las que triunfalmente derrotó, hace un más de un año. Los funcionarios sospechan que Estados Unidos preferiría crear un ejército en Irak similar a las fuerzas de seguridad latinoamericanas, bajo la influencia de Washington e independientes del gobierno civil.
A pesar de que Estados Unidos manifestó su deseo, desde hace un año, de armar un ejército iraquí, no ha provisto de presupuesto ni de una logística para las comunicaciones, asegurándose de ese modo que todos los mensajes deban pasar a través de las fuerzas militares norteamericanas.
Una buena noticia para los norteamericanos fue la orden de Muqtada Sadr, el clérigo radical chiíta, de retirada a sus milicianos de las ciudades sagradas Kufa y Najaf. Pero incluso el aplacamiento de la crisis con Sadr es visto como un signo del fracaso norteamericano en alcanzar sus metas políticas en Irak. A fines de marzo, Paul Bremer, el administrador de la Autoridad Provisional de la Coalición, confrontó a Sadr, ordenó su arresto y el desarme del ejército de Mehdi. Un mes después, comandantes norteamericanos proclamaban que los “capturarían y matarían”. Finalmente, no lograron hacer ninguna de las dos cosas.
En Bagdad, la sensación es de creciente anarquía. Los contratistas extranjeros en sus llamativos vehículos son blanco fácil de los atacantes en el corazón de Bagdad. Cuando cinco extranjeros murieron en una explosión, una multitud danzó espontáneamente sobre los cuerpos calcinados y coreó: “Norteamérica es el enemigo de Dios”. El pueblo iraquí espera que el gobierno interino, al que el poder se le transferirá supuestamente el 30 de junio, mejorará la situación vivida desde laocupación. Pero el nuevo gobierno dependerá principalmente de las fuerzas militares norteamericanas –dado el reiterado sabotaje a los gasoductos petroleros–, por lo que deberá confiar en la afluencia de dinero norteamericano.

* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Alicia B. Nieva.

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Ghazi Talabani, jefe de seguridad de las petroleras del norte, recibió un último mensaje: "Váyase".
 
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